El agricultor que cultiva espárragos 'a la memoria de Kant' en un pueblo de Toledo

José Francisco nunca pudo cursar estudios superiores, pero ha leído, por su cuenta, a los grandes clásicos de la filosofía

Sócrates y Kant, dos de los autores que más han influido en su vida, dan nombre a su proyecto de agricultura en Castilla La Mancha

Se venden en algunos supermercados. Manojos de espárragos de la marca 'Sócrates'; dedicados (en francés) a la memoria del filósofo Immanuel Kant. Se cultivan en un pequeño pueblo de Toledo, de 1.700 habitantes. Son el proyecto de vida de un hombre ... singular. Un filósofo que trabaja en el campo; un agricultor que ha leído a los grandes clásicos de la filosofía. En su propia definición: «un bicho raro».

Recorremos con él un camino de tierra, subidos a un todoterreno Nissan. A ambos lados del vehículo las esparragueras crecen altas; al fondo, una autovía traza el horizonte. José Francisco el agricultor, el filósofo, conduce: lleva un sombrero de paja, una camisa de cuadros y, entre los dientes, una ramita cortada. En la parte trasera del todoterreno, un par de libros: 'Tratados Morales', de Séneca y 'El teísmo moral de Kant', de José Gómez Caffarena.

José Francisco, durante la entrevista en sus campos de cultivo en Camuñas (Toledo)

Conocimos a José Francisco a través del escritor, y también filósofo, Jorge Freire, que lo definió como «el mayor sabio que conoce». También, «un personaje inclasificable». Ante todo, «un hombre de cultura». En todos los sentidos. Etimológicamente, explica Freire, cultura y cultivo tienen la misma raíz. «Y José Francisco es de las pocas personas que han conseguido unirlas», afirma. Una persona que, alejándose del estereotipo del filósofo académico, se acerca al clásico, «al de verdad», matiza. Ese pensador, como fue Sócrates, que se mezcla con la vida; que no filosofa en la Academia, sino en la plaza; que pone en práctica su pensamiento. «No es casualidad que le dedique a Sócrates sus espárragos», concluye.

«La historia comienza cuando tengo 11 años y fallece mi madre», explica José Francisco. En ese momento comenzó a hacerse preguntas: a indagar en el pensamiento, en la filosofía, en la idea de Dios. «No he dejado de hacerlo desde entonces», afirma. Comenzó a trabajar con 13 años, y no pudo cursar estudios superiores, pero la filosofía siempre estuvo presente en su vida.

José Francisco enumera los libros clásicos con los que se inició: 'La República' y 'Diálogos' de Platón. Después ya es «un solo hilo conductor»: Ortega, Schopenhauer, Nietzsche, Kant. Al principio le costaba, claro; sobre todo, la terminología filosófica. Por eso acudía a los cursos de verano de algunas universidades con grabadora y un diccionario. Después, volvía a escuchar las cintas en casa y le ayudaban a comprender.

El agricultor lleva en su todoterreno varios libros de filosofía. En la imagen, 'El teísmo moral de Kant', de José Gómez Caffarena

Nunca fue una ambición: «Ni de ser intelectual, ni filósofo, ni autodidacta, ni nada», afirma. Simplemente fue una cuestión «de instinto de conservación». El individuo, cuando nace con dificultades en su existencia, tiene que evolucionar, explica. La muerte de su madre le dejó la urgencia del tiempo; la certeza de que somos finitos, y hay que ir a lo esencial. «El tiempo que nos toca vivir −ser y tiempo, que dijo Heidegger− tenemos que aprovecharlo», afirma.

José Francisco recorre sus cultivos y explica que fue la propia filosofía lo que le llevó a trabajar en el campo: «Creo que nos enseña a caminar, nos muestra cuál es el rumbo; pero ese camino hemos de transitarlo trabajando, haciendo algo. No te puedes quedar solo con tus tesis, tus conocimientos y tu sabiduría. Hay que ponerlo en práctica. Y eso es lo que yo he hecho con la horticultura».

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