VOLCÁN LA PALMA
Vuelta a la zona cero: «Más o menos a esta altura, aquí debajo, estaría nuestra casa»
365 días después «esto es todo lo que ha quedado del barrio de Todoque», un año después, un mar negro donde la colada se lo ha comido todo
Rayco Leal estaba en casa con sus padres en Todoque el día que empezó la pesadilla. Desde la ventana grabó los primeros minutos. «Acaba de reventar el volcán», se le escucha en el video que él mismo grabó desde el balcón. «¿Y qué hacemos?».
«Que mal sitio, Dios», dice agitado, mientras de fondo se escucha como ruge con fuerza el recién nacido Tajogaite. Poco después, el «muro de lava» ya estaba ganando terreno, «va lento pero va bajando». En el momento del vídeo ya había ganado «unos 100 metros» a la base, recuerda.
Hoy vuelve a «casa», pero ya no está. Justo en el mismo lugar del mapa, pero metros por encima de donde debería estar la casa que compartía con sus padres ahora solo hay lava.
«Más o menos a esta altura, por aquí debajo, estaría nuestra casa». 365 días después «esto es todo lo que ha quedado del barrio de Todoque», un año después, un mar negro donde la colada se lo ha comido todo.
La erupción sorprendió a los científicos apenas un poco después de haber decidido mantener el semáforo de alerta en amarillo. Uno de los portavoces del Pevolca, Miguel Ángel Morcuende, se enteraba en directo por los compañeros de la televisión que había nacido Tajogaite.
Rayco ahora está viviendo en casa de su abuela desde hace meses. «Algunas ayudas han llegado, pero no las suficientes». Desde la erupción viven todos en una misma casa, es pequeña para tanta gente. Su hermano se ha ido a Alemania, «tal y como se venía la cosa con el volcán se ha ido fuera a buscarse la vida», ellos también lo intentan pero «los precios están por las nubes». Por ahora, lamenta «todo son trabas».
Su padre quiere construir en un terreno de su propiedad, pero no le dan el permiso; su madre necesitaría una ayuda de vivienda para poder comprar su parte de una herencia familiar. A Rayco directamente no le corresponde ninguna ayuda, «como no soy propietario de vivienda es como si no existiera».
«Así están las cosas» y mientas tanto, esperando. «Yo me puedo buscar la vida, mis padres son los que me preocupan». Para Rayco con algunas facilidades para los afectados sería más llevadera la carga, «no pido que me regalen nada solo que nos lo pongan un poco más fácil, quitándonos los gastos de notaría o de permisos»...
Él y su familia siguen «de capa caída» ahora «ya lo vamos llevando mejor que hace unos meses».
Es como el duelo de un ser querido, esperar sin poder hacer nada
Es el «duelo», o así lo define Óscar Martín, afectado y portavoz de la Iniciativa de Apoyo Ciudadano. «Ver cómo el tiempo se agotaba para nuestras propiedades, lenta pero inexorablemente, fue parecido a ver los últimos días de un ser querido», en una espera en la que »no puedes hacer nada, mas que esperar al final». Para él, «primero fue el choque, después la negación», que dio paso »a la ira y se convierte en la puerta hacia la depresión». Era «toda una vida de esfuerzo y sacrificio, a veces de generaciones», recuerda.
Aún así, Óscar Martín asegura que las palmeras y los palmeros, no tienen ningún rencor hacia esa fuerza de la naturaleza que formó y continua formando, la tierra de sus antepasados. «El volcán nos da y nos quita, pero sigue siendo la tierra que nos alimenta y que a muchos vio nacer». Hay algo que sí que lees levanta del dolor, y no tiene que ver con la lava. Tras varios meses «algunos palmeros comenzamos a hacernos preguntas». ¿Nos habían protegido correctamente las administraciones frente a esta amenaza natural? ¿Era impredecible?, se cuestiona.
Un desastre anunciado
Óscar ahora sabe y conoce, como el resto de los palmeros, que los científicos comenzaron a observar múltiples parámetros, como la ratio H3 / H4, enjambres sísmicos poco usuales, aumento de CO2 en las aguas, entre otros indicadores, desde octubre de 2017, y como eran claros precursores de una erupción volcánica. «Lo sabían, lo sabían y no nos lo dijeron», pero lo peor de todo es que, además, «sabían dónde se iba a producir, con un margen de error, que según presumía, a penas se separaba unos metros de donde al final se produjo». Era una «situación real, concisa y concreta y vivíamos ajenos a ella» mientras se compraban propiedades en el valle, se reformaban, se invertían sus ahorros, sudor y esfuerzo, para tener un proyecto de futuro «¿unos pocos privilegiados sabían lo que iba a pasar, tarde o temprano? No damos crédito».
Todo esto, convirtió el choque, la negación, la ira y la depresión, en esperanza, y eso «nos dio fuerza para continuar con nuestra investigación, descubriendo que todas
las administraciones implicadas, Gobierno Central, Gobierno de Canarias, Cabildo de La Palma y algunos de los ayuntamientos que formaban parte de la dirección del Pevolca, habían hecho una clara dejación de funciones», al no ejercer el derecho fundamental a estar informados, ante la mas mínima sospecha de catástrofe.
Hoy, un año después de que su forma de vidas quedara sepultadas junto con la lava, «sembramos una semilla de esperanza, en forma de reclamación por Responsabilidad Patrimonial a todas las administraciones implicadas» que se presentará formalmente hoy en Madrid.
«En ningún momento pensamos que existiera mala fe por parte de ninguna de ellas, tan solo que vivieron, junto con nosotros, subestimando al volcán. Solo existía una diferencia, ellos disponían de la información y nosotros NO». Con esto prevén que haya «una solicitud de justicia, sea un antes y después, que sirva para proteger a nuestras futuras generaciones, de ciudadanos y de políticos, para que nunca subestimen a la fuerza mas destructiva de la naturaleza».
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