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volcán la palma

La desgarradora vida tras la lava

Muchos miran a este 'bicho' de frente, pero a otros muchos aún le duele verlo «respirar»

La casa de Ana, con la lava en su interior javier luque

Laura Bautista

La Palma

La carretera que une Las Norias con el cruce de La Laguna circula sobre el infierno, un cementerio silencioso al que no se puede bajar. En los costados, los proyectos de vida mordidos por la lava siguen haciendo resistencia, casas a mitades y restos de terrazas que un día acogieron reuniones felices. La carretera ha sido una salvación, pero su paisaje es «desgarrador», aseguran los palmeros. La isla de La Palma trata de levantar cabeza, mirar adelante y seguir, pero su desgracia sigue humeando al borde de la calzada.

En esta carretera, que circula en su mayor parte sobre la lava, trabajan más de medio centenar de operarios a más de 40 grados de temperatura y en turnos, de lunes a lunes. Ya han sido retirados 85.000 metros cúbicos de lava y al entrar en la «herida» la inmensidad del daño sobrecoge. Los palmeros, su fuerza y su resiliencia, dieron ejemplo a todo el planeta hace un año con la erupción volcánica de Cumbre Vieja, hoy ya renombrada Tajogaite. Muchos miran a este 'bicho' de frente, pero a otros muchos aún le duele verlo «respirar». Desde lo alto de su cima, inexistente hace 365 días y hoy de 1.121 metros de altura, emanan gases que siguen recordando día a día, y aunque duela, ese momento que cambió su vida para siempre.

En la geografía de La Palma ahora mismo hay casas inaccesibles, carreteras sin destino, una mancha negra de 1.218 hectáreas y 68,9 kilómetros de perímetro. La isla le ha ganado 7,5 kilómetros a las coladas, con carreteras bordeadas por dos nuevas señales de alerta, «zona caliente» e «inhalación de gases». Fueron evacuadas más de 7.000 personas, y 2.329 se vieron afectadas directamente por la furia de la naturaleza. Además, hay otras 1.300 que no han vuelto a casa, un año después.

En La Palma faltan 1.345 casas, dos escuelas, tres barrios, una iglesia, 370 hectáreas de cultivo, un polígono industrial...

La protección plástica de una farola asoma por encima de varios metros de lava JAVIER LUQUE

Tras 85 días y 8 horas de pesadilla y destrucción y más de cuatro meses de temblores y nerviosismo, la incertidumbre, la ansiedad y la frustración siguen dominando las vidas de muchos palmeros. Ayudas que no llegan, laberintos burocráticos, falta de empleo, inflación disparada, negocios arruinados, y la respiración inagotable del volcán.

Es este aliento de Tajogaite el que mantiene a unas 1.300 personas fuera de sus hogares aun un año después, y sus negocios cerrados en los pueblos fantasmas de Puerto Naos y La Bombilla. En ellos cae buena parte de este peso agotador de la incertidumbre. Los que siguen sin volver, mantienen sus vidas en suspenso en casa de familiares o amigos, 192 aún en hoteles de emergencia, donde su vida cotidiana se mezcla con las vacaciones de los turistas. La rutina pasa por mirar el estado de las balizas en la zona más cercana a sus casas, a las que confían en regresar.

Los demás tratan de volver a empezar, muchos ya lo han conseguido, porque la fuerza del palmero no tiene límites. Así les enseñaron a ser sus padres y abuelos, víctimas de otros volcanes, más benevolentes. Los pinos canarios más cercanos al cono también lo hacen, y muestran ya brotes verdes a pesar de estar enterrados en más de 15 metros de ceniza en algunos casos. Aunque se intenta, aseguran los vecinos, el recordatorio es constante.

Imagen principal - Antes de la erupción, una moto, una casa y libros, convertidos en un amasijo tras el paso de la lava
Imagen secundaria 1 - Antes de la erupción, una moto, una casa y libros, convertidos en un amasijo tras el paso de la lava
Imagen secundaria 2 - Antes de la erupción, una moto, una casa y libros, convertidos en un amasijo tras el paso de la lava
Antes de la erupción, una moto, una casa y libros, convertidos en un amasijo tras el paso de la lava JAVIER LUQUE

Lo que queda es parte del día a día, pero también lo que falta. En La Palma, el volcán planea como una sombra y se mantiene vivo en el boca a boca de la calle, como un vecino más, y con motivo del aniversario han vuelto las cámaras de televisión, los medios de comunicación y los recuerdos. Para algunos es una buena manera de tener voz y que se conozca la situación que viven un año después del mayor desastre de España. Para otros es abrir una herida que tratan de sanar.

Este fin de semana, la isla vuelve a tener repunte de visitantes.

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