VOLCÁN LA PALMA

El duelo por el volcán llega dos años después de la erupción

Sanidad pone en marcha un centro de rehabilitación psicosocial para ayudar a los afectados por el volcán de La Palma con problemas de salud mental que empiezan a cronificarse

El servicio de Cruz Roja ha atendido a más de 400 personas CEDIDA POR CRUZ ROJA

Laura Bautista

Las Palmas de Gran Canaria

Teresa Rodríguez Leal se sigue despertando en su cama en El Paraíso, aunque su casa hace ya dos años que se la tragó la lava. Estos sueños, en los que vuelve a su huerta y a cuidar sus flores, hoy son pesadillas porque «cuando ... me despierto, me destrozan». Ella está en tratamiento para poder sobrellevar la situación y tiene una «medicación fuerte» desde entonces para poder dormir.

De la destrucción del volcán de Cumbre Vieja es muy difícil pasar página. «Cuando me pongo triste pienso en las miles de personas que sufren la guerra de Ucrania o en Gaza, es mi manera de sobrellevar esto para recordarme que aunque lo perdí todo en el volcán, soy afortunada, porque ha sido cosa de la naturaleza». Confiesa que su psicólogo está preocupado porque hace meses que se ha «encerrado», y es que «ya no quiero ver a nadie», y el sentimiento de que no la entienden es algo que se repite mucho en Los Llanos donde vive ahora mismo.

«Lo importante es la vida, y sé que son cosas materiales, pero era mi vida, mi casa familiar, los terrenos de mis tatarabuelos que heredamos generación tras generación», y aunque ahora tiene un piso que ha comprado gracias a la ayuda por pérdida de vivienda «no es mi casa», ya que »no están mis vecinos, ni mi huerta, ni es el lugar donde nací». Antes tenía un terreno de 12.000 metros cuadrados y ahora su vida se reduce a un piso. Al principio lo llevaba mejor, recuerda, pero ahora, tras dos años de la erupción, siente que se han olvidado de El Paraíso, que no se acostumbra a esta nueva vida, y reconoce que el volcán ha sacado «la peor cara» de mucha gente.

Aunque ahora ya tiene una nueva casa, las pesadillas la acompañan. «Me digo 'ay dios por qué sueñas con eso ahora, si eso ya ni existe». Lo que más le duele «es que no nos llevamos nada, las fotos de cuando nacieron mis hijos, las fotos de los bautizos, la boda, nada... yo las guardaba como un tesoro». Cuando abrió la puerta ese día, «en el que el suelo temblaba tanto que nos hacía gritar», como rememora, todo cambió y aunque trabaja en salir adelante con terapia «no es fácil». Se siente agradecida por la ayuda, especialmente de I Love the World y su equipo, «personas buenas que nos dejó el volcán y que ayudaron sin pedir nada a cambio». Para ella, El Paraíso no era solo el nombre de su barrio, «era un paraíso de verdad, y eso ya no lo vamos a recuperar».

Teresa Rodríguez y su madre CEDIDA

Problemas persistentes y graves

El Ministerio de Sanidad ha firmado un convenio con el Gobierno de Canarias, que contempla 1,5 millones de euros para «apoyar la creación del Centro de Día de Rehabilitación Psicosocial y Unidad de Noche (CDRP-UN)», una propuesta del Gobierno canario que aún está por concretar sus detalles, aunque según recoge el acuerdo será un centro dotado de la infraestructura, personal y medios necesarios.

Sanidad considera que existen trastornos mentales graves y persistentes en la población, que presentan dificultades en su funcionamiento psicosocial y en su integración en la comunidad, con la finalidad de ofrecerles programas de rehabilitación psicosocial y apoyo comunitario que faciliten la mejora de su nivel de autonomía y funcionamiento, así como apoyar su mantenimiento e integración social en la comunidad en las mejores condiciones posibles.

La responsable de Salud Mental La Palma, Maripaz Magdalena Pérez, ha celebrado este convenio porque «todo lo que sea sumar y reforzar es bienvenido» pero subraya que la salud mental tiene el reto actual de la prevención. «Que los niños de hoy no sean los perfiles de trastorno mental grave de dentro de 15 años», apunta, en lo que para ella es un desafío que afrontar en este momento. Este convenio responde a una demanda «histórica» de La Palma, incluso antes de la erupción dele volcán, ante unas cifras de afección que no han parado de crecer, también en la isla.

Los afectados del volcán están ahora sumergidos en una situación de «desesperanza» porque la respuesta tarda en llegar o incluso no ha llegado dos años después, lo que ha provocado que «se cierren en banda«. Esta desesperanza, como la define, se traduce en cuadros de ansiedad, depresión, insomnio o problemas de comunicación, y de «miedo a opinar, a reivindicar lo que necesitan o creen que es justo».

Han tenido una gran pérdida material pero sobre todo, como subraya, «la pérdida de su entorno y un cambio radical en su comunidad, hábitos, centros educativos, y muchos siguen viviendo en situaciones que no son las adecuadas», con otros familiares o en casas que no se adaptan a sus necesidades y que están lejos de lo que tenían y hoy está bajo la lava. Las cifras hablan de un problema de salud mental en crecimiento, también en los menores, y eso es solo «la punta del iceberg» porque «muchas personas no piden ayuda». Para Maripaz Pérez en La Palma se han ido encadenando una serie de factores que afectan a todos, de mayor y menor manera, «debemos desestigmatizar la salud mental» porque «sin salud mental no habrá salud para La Palma».

Maripaz Pérez frente a la colada del volcán de La Palma CEDIDA

Nadine Marrero es una de las psicólogas el proyecto 'Cruz Roja te escucha La Palma'. Desde la erupción del volcán de Cumbre Vieja, ella y su equipo han atendido a más de 400 personas, entre ls que «hay toda clase de perfiles, desde menores de 4 años a personas de más de 90». Para ella la salud mental en La Palma es «más necesaria que nunca» ya que aunque atendieron a afectados desde el primer momento, ahora han tenido un repunte. «Es muy normal quienes vuelven diciendo 'ya hace dos años del volcán, pero yo no me encuentro mejor», y no solo es común, sino lógico, «durante mucho tiempo han estado a otras cosas, mudanzas, papeleos, y ahora es cuando llega ese duelo que se aparcó a un lado». Algunos se sienten avergonzados, otros culpables, otros no lo entienden, «porque no solo hay duelo cuando nos deja una persona, también cuando perdemos algo a lo que le teníamos afecto, y todos tenemos derecho a estar tristes, enfadados, de llorar».

Problemas con el sueño, ansiedad, y en los niños se dan casos de miedo a cualquier ruido porque lo asocian al volcán. Para los más pequeños, y también para algunos adultos, aún hay situaciones muy complicadas, algunos no nombran el volcán, porque es como un tabú, no quieren pasar por la zona, están siempre alerta, y sienten miedo ante cualquier ruido o tienen «problemas de comunicación porque este tiempo no han tratado estos problemas». Nadine asegura que «cuesta mucho pasar por el proceso, afrontarlo y pasar por él» pero es la manera de avanzar. Cruz Roja tiene actividades y talleres, proyectos, excursiones, con los que poco a poco están llegando a más personas con un equipo y un voluntariado que es «esencial», creando una nueva comunidad para todos esos vecinos que la perdieron al tener que mudarse de su barrio de toda la vida, y una huerta en la que pueden recuperar parte de sus hábitos.

Nuevas entradas, dos años después

«Estamos teniendo muchas nuevas entradas ahora» y la salud mental en la isla es «igual o aún más necesaria que al principio». Tal y como ha subrayado, el volcán «les ha marcado a todos, hayan perdido o no su vivienda» porque es como una red y ha sido detonante de otros muchos problemas en cadena.

Ese es el caso de Víctor Yanes, vecino de El Paso, que aunque no perdió su vivienda se considera afectado por el volcán. «No me quiero comparar con quién lo perdió todo», subraya, pero también para él el volcán fue «un antes y un después». Él abrió las puertas de su casa a familiares que estaban en zonas de riesgo por ceniza y gases. «Siento culpa e incluso un poco de vergüenza», confiesa, «pero mi vida también cambió radicalmente ese día». Hace tiempo que va a terapia, y eso le ayuda, «la salud mental en La Palma no está bien, no estamos bien», porque para muchos estos dos años no han pasado al mismo ritmo y aún no están preparados para seguir adelante en la vida postvolcán.

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