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AGRESIÓN SEXUAL

Los viajes con el «amigo» cura de Vélez-Málaga que acabaron en violación

Las víctimas estaban dentro de un grupo de amistades forjadas en colegios religiosos y cimentadas en campamentos diocesanos

Los vídeos grabados con un móvil delataron al sacerdote detenido por agresión sexual

Detenido un sacerdote de Vélez-Málaga por sedar, violar y grabar a cuatro mujeres

Ardales con la torre de la Iglesia de Los Remedios, donde Francisco fue párroco durante los hechos que se investigan Francis Silva
J. J. Madueño

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Formaban un grupo de amigos muy bien avenidos. No eran de la misma ciudad, ni tampoco conocidos de la infancia, pero habían hecho buenas migas y les gustaba juntarse en fechas señaladas. Entre ellos estaba Francisco, el párroco detenido en Vélez-Málaga por cuatro supuestas agresiones sexuales y cinco delitos contra la intimidad de mujeres. Era el «amigo» cura en un grupo que se conoció gracias a su amor a Cristo, pero que no se juntaba para rezar, sino para compartir fiestas. En esos viajes a varias ciudades es donde el sacerdote, presuntamente, cometió las agresiones sexuales.

En Ardales recuerdan a ese grupo de gente de fuera sentados en la plaza, frente a las puertas del Ayuntamiento, bebiendo. «Al cura le encantaba pedir chupitos», recuerda una vecina. Los amigos se habían conocido en colegios religiosos y habían fundamentado su amistad en campamentos diocesanos. Luego, pasaron a ser una pandilla que se juntaba para vivir fiestas populares, como las ferias o las romerías.

Fuentes de la investigación explican que no eran convivencias religiosas, ni quedaban para hacer cultos y oraciones. Era un grupo de amigos para la fiesta. Bebían, reían y se lo pasaban bien, pero cuando llegaba la hora de acostarse es cuando comenzaba el infierno.

Según las fuentes, al retirarse cada uno después de la jornada es cuando el párroco, supuestamente, aprovechaba para cometer los crímenes. De alguna manera, que se desconoce, los investigadores de la UFAM central de Madrid, creen que suministraba alguna droga a las mujeres, que las dejaba sedadas, adormiladas, sin capacidad de reacción y sin recuerdos al día siguiente.

La droga usada no está catalogada. Es complicado. Los hechos investigados sucedieron entre 2017 y 2019, por lo que las víctimas no tienen restos de ésta ya en su organismo. Aún así, por el comportamiento de las mujeres en las imágenes procesadas se ve que están bajo los efectos de algún sedante. En ese tiempo era párroco de Ardales y Carratraca.

Ese estado de adormilamiento lo aprovechaba para presuntamente cometer las violaciones con total impunidad. Ni las mujeres sabían que habían sido víctimas. Cuando la Policía Nacional las llamó para decirles que eran víctimas de una agresión sexual no daban crédito. Sólo dos de ellas fueron capaces de ver las imágenes. El resto no pudo. Eso sí, las cinco mujeres denunciaron.

Aquellos vídeos que hallados en la casa de Melilla del sacerdote eran la prueba del supuesto crimen. El centenar de imágenes, vídeos y capturas de los mismos, fueron encontrados por otra mujer, que se identificó cuando puso la denuncia en agosto como la «pareja sentimental» del padre Francisco.

La 'novia' del párroco destapó, cuatro años después, lo que había ocurrido en aquellos viajes con el «amigo» cura para vivir las fiestas de allí dónde estaba destinado. En los vídeos de aquel disco duro, según las fuentes consultadas, se puede ver cómo el cura presuntamente agrede a cuatro mujeres con todo tipo de prácticas sexuales en una casa parroquial que está identificada, así como en su propio domicilio. Además, graba a una quinta.

Allí dónde fue detenido cuando volvía de una misa el pasado 11 de septiembre. En un momento en el que guardó silencio absoluto cuando se le informó de sus derechos. No colaboró tampoco después en comisaría, ni se dejó tomar muestras de ADN. Es más, al saber que se había copiado ese disco y entregado en el Obispado llegó a denunciar a la que fuera su 'novia' por el robo de material informático y una cantidad de dinero.

«Le gustaba beber. Por las noches en la casa parroquial se escuchaban risas y fiesta»

En el pueblo ahora el párroco y sus amigos son la comidilla en las conversaciones. «Era un cura normal. Un poco prepotente y áspero. No tenía relación con niños ni era cariñoso. Era el cura», afirma el alcalde de Ardales, Juan Alberto Naranjo, quien dice que en el pueblo, una de las cosas que más extrañaba a los vecinos era que el cura se parara a tomar cervezas.

«Le gustaba beber. Por las noches en la casa parroquial se escuchaban risas y fiesta», afirma una vecina, que pide no ser identificada, y que dice que ya en Ardales había rumore de que tenía una novia. «Se decía que estaba con una chavala del pueblo. Lo cierto es que eran amigos y que el párroco estaba siempre con ella, pero no sé si eran pareja o no», añade el alcalde.

En la parroquia no queda nadie. La presión informativa y el trasiego de cámaras ha hecho que sólo queden los dos albañiles que restauran la fachada queden allí. «De aquí se han ido todos, algunos a buscar a la chica que hace de sacristana», añade otro de los albañiles, en el pueblo confirman que la mujer ha tenido que irse de municipio por la presión que sufría. Ella era la que mandaba los horarios de la misas, tenía un grupo Whatsapp con el que avisaba. «Este fin de semana no ha habido nada», explica una joven a ABC, que no dice que no se esperaba nada de lo que se dice sobre el padre Francisco.

«Hay personas que han venido muy preocupados porque dicen que a esa persona le han confesado lo más íntimo»

El Ayuntamiento de Ardales confirma que no han tenido constancia de ninguna víctima. «Nos hemos puesto a disposición de los vecinos, para todos los que necesiten ayuda. El pueblo está en 'shock', pero aquí no ha venido ninguna mujer que sospeche que ha sido víctima del cura», reseña el alcalde de Ardales, quien explica que sí hay personas que ha requerido ayuda psicológica a través de los servicios de la Diputación de Málaga. «Hay personas, sobre todo mayores, que han venido muy preocupados porque dicen que a esa persona le han confesado lo más íntimo», explica Naranjo.

La última vez que se vio al párroco en este pueblo fue el pasado 2 de septiembre, días antes de la detención. Los vecinos lo recuerdan en la feria de Ardales, la que tanto había celebrado en años anteriores con sus amigos. Desde el mes de julio, era el párroco de El Burgo y Yunquera, dos municipios cercanos a Ardales y Carratraca, sus primeros destinos como párroco después de salir del seminario.

Un pueblo donde conservaba amistades. «Aquí fue un buen cura. La parroquia estaba bien montada. Tenía su grupo joven, sus catequistas y Cáritas funcionaba. Hacía campamentos, pero no los organizaba. Sólo iba a las oraciones», recuerda el alcalde, quien dice que los viaje, salvo uno a Tierra Santa, los hacía con los amigos de fuera.

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