Pasión en Córdoba
La lluvia obliga al Padre Cristóbal de Santa Catalina de Córdoba a volver antes a su templo
El cortejo, repleto de niños del colegio Jesús Nazareno, tuvo que darse la vuelta cuando estaba en la calle Buen Suceso
Procesión del Padre Cristóbal en Córdoba: hora, itinerario y detalles
El cielo lucía azul y las nubes blancas a las cinco de la tarde para recibir en la plaza que lleva su nombre al Beato Cristóbal de Santa Catalina. Salía de la iglesia de Jesús Nazareno, bellamente adornado con flores blancas.
La espectacularidad de la marcha 'Albores', interpretada por los músicos de la agrupación del Cristo de Gracia, abría el camino a una tarde que debió ser espléndida, pero sólo pudo serla unos instantes.
Poco después, a la media hora de estar la imagen del Padre Cristóbal en las calles, apareció la lluvia y por la inestabilidad que podría darse hasta las ocho de la tarde, el cortejo optó por regresar cuando se encontraba en la calle Buen Suceso.
De ese modo, a las seis y cinco de la tarde ya iba la procesión otra vez por la calle Jesús Nazareno. Rápido pasó todo, pero tanto los niños del colegio como las personas mayores de la residencia pudieron vivir la experiencia con toda su intensidad. Allí, en este punto tan señalado siempre en el recorrido, las religiosas entonaron cantos.
También los niños, que esta semana han estado preparando esta cita con mucho esmero, hicieron menos amarga la decisión cantando, agrupados ante la puerta de la iglesia, para la recogida.
Por lo tanto, esta vez el Padre Cristóbal no pudo llegar a visitar las dos parroquias previstas, San Andrés y San Lorenzo. Aunque más fugaz de lo deseado, el testimonio de entrega del Padre Cristóbal volvió a llegar a muchos corazones.
«Tened confianza porque la mano de Dios sabe abrirse para el socorro cuando las necesidades aprietan», recordaban las estampas que las Hermanas Hospitalarias Franciscanas entregaban al público de la procesión.
La alegría de toda la comunidad, religiosas, residencia, colegio y hermandad contagió en los primeros compases a los mayores de la residencia, que saborearon el momento.
Los girasoles estaban en las rejas de todo el edificio, y en los adornos del pelo de las niñas. Los girasoles, del color amarillo, que infunde vitalidad y alegría, fueron, un año más el símbolo en el que mirar y aprender de la vida y obras del fundador, con la tarea asistencial que abordó hace tres siglos y medio.
Rosas blancas en las jarras y otras variedades de ese color, preparadas por floristería Los Patios, de Rafael Barón, contrastaron de una manera muy hermosa con la madera del palio de María Santísima Nazarena, sobre el que fue llevado el Padre Cristóbal.
Lo más importante fue que, un año más, volvieron a dar testimonio público de sus buenas obras. El capataz, Francisco Luis Castaño, recordó en la primera levantá «las enseñanzas que nos dejó el beato».
Pero las nubes se tornaron al poco negras, y los peores presagios se hicieron realidad. Al son de 'Sabed que vendrá', el Padre Cristóbal afrontaba los últimos metros de su procesión de 2024 y entró en su iglesia a las seis y veinticinco de la tarde, entre aplausos.
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