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REPORTAJE

Marroquíes en Córdoba tras el terremoto: «La información es confusa y nos llega a España con cuenta gotas»

Tres magrebíes que viven en la ciudad relatan cómo siguen la catástrofe

Los bomberos del Consorcio: «Estamos revisando albergues y hospitales»

Hicham en la plaza de Jamaa lefna, la más famosa de Marrakech ABC
Rafael Aguilar

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«Un terremoto es un terremoto, pero las características de las casas tienen que ver: las de España aguantan más, y allí, en mi país, son más débiles y cuando pasan estas cosas se puede esperar lo peor». Quien expone su visión de lo que está ocurriendo en Marruecos es Hicham, un joven de 27 años que lleva viviendo en Córdoba desde 2012 y que en la actualidad está empleado en una fábrica.

«Soy de un pueblo a cincuenta kilómetros de Marrakech que se llama Ktawa, y allí, según me ha dicho mi familia, se dieron cuenta perfectamente de que la tierra estaba temblando y se asustaron, pasaron miedo, pero por suerte no les pasó nada», relata el chico.

Cuestión aparte es la tragedia que hiere a Marrakech. Hicham tiene allí amigos y parientes de segundo grado. «He hablado con mi madre por teléfono estos días y ella me ha contado cómo está su familia que sí que ha sido víctima directa de lo que ha pasado», añade el marroquí.

«Un familia nuestro falleció por el terremoto: intentaron salir de la casa cuando sintieron el temblor y unos pudieron y se pusieron a salvo, pero uno de ellos no lo consiguió y se quedó allí», continúa. «Todo es una pena, sé que hay gente que lo está pasando muy mal, el dolor es muy fuerte», concluye.

Una aldea de Anamru

Zineb, una empleada de hogar de 54 años de una aldea de Anamru, cerca del epicentro de seísmo, está destrozada desde que escuchó las noticias a primera hora del pasado sábado.

«Por fortuna, mis padres se mudaron a una zona costera hace un par de años porque están muy mayores, si no les hubiera cogido allí y no sé si seguirían vivos», reflexiona la mujer, que está casada con un cordobés desde hace quince años y que vive cerca de El Higuerón. «Ha sido todo muy duro: veo las imágenes en la televisión y reconozco los sitios por los que paseé cuando era joven, y todo está destrozado, venido abajo», agrega.

La vecina del extrarradio cree que el mal, o gran parte del mal, ha podido ser evitable. «Allí se construye de cualquier manera, piso sobre piso sin ningún control y con materiales muy pobres: te hace la casa un vecino o un amigo, no hay reglas, no hay casi seguridad, y cuando la tierra se mueve todo eso se paga», lamenta.

Sin soltar el teléfono

Ella no suelta el teléfono de las manos nada más que lo imprescindible desde que sucedió la tragedia. «Los amigos me llaman para contarme que están a están fuera de peligro... y otras veces para darme malas noticias», se emociona Zineb, que ha perdido a una conocida de la adolescencia y está pendiente de la recuperación de las heridas de un primo hermano. «La comunicación llega por cuenta gotas, a veces no hay cobertura, la información es confusa, es todo la perder la cabeza».

Jaouad: «Estamos con quienes sufren» VALERIO MERINO

Jaouad es el dueño de un establecimiento de restauración del Mercado Victoria, la Pescadoteca, y nació en Tetuán. «Mi ciudad está a mucha distancia de donde ha pasado el terremoto, pero lo hemos sentido igual. Estamos con quienes sufren», comenta este hombre de 46 años que lleva veinte en Córdoba.

La madre naturaleza

«Esto ha sido una desgracia de la madre naturaleza: son las placas las que se mueve y las personas las que lo sufren. Es una desgracia muy fuerte», insiste el hostelero, que está muy agradecido con los grupos especializados en el salvamento españoles que se han desplazado a su país para echar una mano.

«He visto en la televisión que son equipos muy bien preparados, con perros entrenados para buscar supervivientes, y todo eso se agradece mucho», dice. «Mis familiares en Tetuán están ayudando todo lo que pueden: mandan ayuda a la zona, que es muy extensa y que tiene muchas poblaciones chiquitas y de difícil acceso», resume Jaouad.

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