MIRAR Y VER
Las Palmeras
Con la superficialidad de a quien no le duele ni le importa, las cámaras se acercaban con la intención de mirar para luego exhibirlo impúdicamente
Cae una banda dedicada al tráfico de drogas en Las Palmeras que tenía dos plantaciones en pisos
![Un perro delante de unos coches en Las Palmeras](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2024/12/05/palmeras-cordoba-barrio-RbNPaMz7mvhFdG6fk4ihXqJ-1200x840@diario_abc.jpg)
El programa 'Callejeros' dedicó la semana pasada su emisión al barrio cordobés de Las Palmeras. Sonaba bien, un programa nacional se preocupaba de una barriada de las más pobres de España. Parecía una buena noticia, pero resultó una patraña detestable, sensacionalista y morbosa, ... buscadora de audiencia a costa del dolor humano.
Esta tarde, en la que escribo la columna, he dado una vuelta por el barrio. Los niños entrenan; en un gran mural se lee: «¡Aquí no se rinde nadie!» con los nombres de los graduados de la ESO; madres con sus bebés charlan en la plaza limpia y recién pintada; algunos regresan del trabajo; se han plantado innumerables árboles que mejoran la presencia del entorno. Me siento junto a Antonio Fernández, el Chache, vicepresidente de la Asociación vecinal, apoyo de cuantos lo necesitan y referente de los proyectos que se realizan. Quería hablar con él, necesitaba que supiera que también otros estábamos dolidos. Alto, enjuto, curtido, de voz firme y segura, me mira amablemente con ojos vivos que lo saben todo de su barrio, del que habla con pasión y realismo, orgulloso de los avances que se están llevando a cabo, a pesar de las muchas dificultades. Se sienten defraudados.
Agradece que esté allí, porque desea que se escuche su voz y así lo hago, dejando escritas sus palabras: «Esperábamos profesionales que mostraran el trabajo de tantas organizaciones, asociaciones, instituciones y muchos vecinos, todos a una, para transformar el barrio. Esa era la ilusión, pero solo han conseguido denigrar a 2600 personas. Me cuesta trabajo comprender hasta dónde puede llegar la inmoralidad; la dignidad de una persona cuesta demasiado para cambiarla por un plato de lentejas. El barrio tiene el mismo sentimiento de indignidad e incredulidad que yo. Somos personas humildes, en un 90% trabajadores que nos ganamos la vida honradamente y ahora se cargan todo el esfuerzo para salir de esta exclusión, sin el más mínimo escrúpulo. Hay que tener los sentimientos perdidos y la humanidad 'empeñá' o vendida. A mí no me ha rendido nunca nadie, así que aquel que tenga la esperanza de venir a romper la voluntad, las ganas y sobre todo la fe en que todo esto va a cambiar, las lleva claras. No lo van a conseguir. Aquí hay Chache hasta que el Señor me diga: se te ha acabado el permiso».
Las Palmeras no es un parque temático de miserias. Con la superficialidad de a quien no le duele ni le importa, las cámaras se acercaban con la intención de mirar para luego exhibirlo impúdicamente, faltándole el respeto a la dignidad de quienes allí viven y también a muchos otros que trabajan junto a ellos para dejar atrás un pasado lleno de estigmas sociales, romper con el prejuicio que marca el código postal y fraguar un presente mejor. No hay derecho.
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