MIRAR Y VER
El ángel de Cántico
En Córdoba se posan los ángeles, algo tendrá para que hasta aquí bajen
María Amor Martín: 'De mudanza'
Visitantes a la muestra
Lo que se expone es para ser visto. 'Miguel del Moral. Imagen de Cántico' es el título de la exposición que la Real Academia de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes de Córdoba dedica al artista en la Fundación Cajasol. ... Pero la belleza siempre trastoca la realidad. Se va para contemplar y ver; sin embargo, allí hasta treinta miradas te observan: un monje blanco, las niñas con felpa y con lazos, una joven descubierta, Dionysos, un arlequín, Alejandro Magno, jóvenes de mirada amplia y bella, la vida que pasa en tres rostros de Pablo García Baena y una pregunta: ¿qué deseamos? En tanto resolvemos miradas y pregunta, un ángel reposa, atesorado y expuesto en una vitrina por si decidiera volar y marcharse y dejarnos huérfanos y desasistidos de sueños y de letras. El ángel que anuncia a Cántico, el grupo que unió, con versos, pincel y amistad, a los poetas Ricardo Molina, Pablo García Baena, Juan Bernier, Julio Aumente, Mario López, Vicente Núñez y a los pintores Miguel del Moral y Ginés Liébana.
De regreso, no resisto el impulso de contemplar el primer número de la revista del mismo nombre, para acortar el tiempo, para estar más cerca, cosas de la filología. Era octubre, como hoy, de 1947, cuando aparece por primera vez la revista 'Cántico', catorce páginas, 'Hojas de poesía', como la llamaron sus creadores, dirigida por Ricardo Molina, Pablo García Baena y Juan Bernier, con razón social en la calle Coronel Cascajo, 74, la actual Lineros, domicilio de Ricardo Molina, y editada en la Imprenta Provincial de Córdoba al precio de 6 pesetas, 20 la suscripción semanal y 40 la anual. Para la portada del primer número, Miguel del Moral, que ilustró de manera magistral las dos épocas de la revista junto a Ginés Liébana, dibujó un ángel vivaz, sobre los cuatro puntos cardinales, intencionado símbolo de la universalidad de lo que estaba por venir. El 'Ángel del Sur', portador en sus manos de un paño ondeante con la palabra Cántico, se convirtió en emblema identificativo del grupo. En las breves notas literarias de la última página de la revista, Ricardo Molina evoca a Rilke que pregunta: ángeles «¿quiénes sois? /precoces perfecciones.../ Espejos/ cuya belleza rebota, esparciéndose/por el rostro que en ellos se refleja», como si de la definición misma de la poesía se tratase. Belleza que necesitamos. Palabra bella, la poesía que nos salva de lo peor del ser humano, de lo sórdido, lo vil, lo violento, del amor desperdiciado. «'Cántico' es expresión vital, como el Cántico de Jorge Guillén: «Respiro,/ y el aire en mis pulmones/ ya es saber, ya es amor, ya es alegría,/ alegría entrañada» o el Cantico Espiritual de San Juan de la Cruz: «La música callada,/ la soledad sonora,/la cena que recrea y enamora». En Córdoba se posan los ángeles, algo tendrá la ciudad para que hasta aquí bajen. San Rafael, custodio y guarda, el de los muchos ruegos, el Santo Ángel, los oníricos ángeles de Liébana y el alegre mensajero de Cántico de Miguel del Moral. Dice Lorca que «el Arcángel aljamiado/de lentejuelas oscuras,/ [...] buscaba rumor y cuna». En la contraportada, otra declaración de intenciones: «Celeste Córdoba enjuta», sobre un capitel.