La Graílla
Entre Poublanc e Iturria Aldeak
Preguntarse qué pasaría si faltase agua en Cataluña o el País Vasco sería buen combustible para una hoguera
Diario de un aficionado a la arqueología (30/12/2023)
Hay un discurso clasista y basto que habla de que los andaluces se benefician de becas, ayudas y pagas que costean los impuestos de los catalanes y vascos. Es rancio como un puro en los toros y tiene el olor del vino peleón que ... se ha podrido en la botella abierta, pero no pasa de moda: el otro día alguien de razón tan raquítica como Gabriel Rufián contó en las Cortes Generales de España que sus primos de Jaén y Granada, que él debe de situar entre Túnez y Burkina Faso, tienen ayudas de comedor que él no disfruta, pero que pagan esos de las banderas estrelladas aunque se apelliden Sánchez o Ramos.
El argumento tendría ser un poquito más falso de lo que es según qué pueblos y barrios, pero trae consigo un antídoto que no sube mucho la sofisticación intelectual y es de la autocompasión que en la barra del bar se lamenta de que en esta tierra habría buenos empleos, carreteras sin baches y equipamiento deportivo si a Andalucía la tuvieran en el mismo plano político y mediático que a esas dos regiones a las que tiene en spa de cinco estrellas el mismo Estado en el que se sienten cada días más a disgusto los que tanto piden. Como si el dinero con que les pagan cosas fuera más de los que viven en Gerona y San Sebastián que de los que cotizan en Plasencia o Baena.
Para no acogerse a la atmósfera tibia de su victimismo hay que hacer un esfuerzo si se recuerda que en el norte de la provincia de Córdoba hay más de 80.000 personas que llevan nueve meses, y todavía quedan unos cuantos más, sin algo tan básico como el agua potable. El pantano que los abastecía se quedó seco por la lluvia, lo que llegua desde otro de los embalses estaba contaminado y desde abril no beben del grifo, sino que esperan a un camión cisterna con el que llenan las garrafas de agua, como si hubieran viajado tres cuartos de siglo atrás en el tiempo.
La Diputación y la Junta se pusieron las pilas muy pronto, pero el Gobierno deshoja la margarita. El asunto preocupa en Córdoba, pero no hay constancia de que haya levantado una ola de indignación ni en las cadenas de televisión nacionales ni en la tribuna de oradores del Congreso. Sería muy buen combustible para una hoguera si alguien quisiera preguntarse qué pasaría si no hubiera abastecimiento en la veguería de Els Pedrotxes y en su cabecera Poublanc, o si llegase el agua contaminada al señorío foral de Bailara Guadiato, donde está la famosa Iturria Ardeak, en que la gente se alzó contra el comendador.
Tiene algo de atractivo y no es mentira que los ciudadanos de ciertos lugares de España votan en bastante cantidad a partidos que chantajean a los Gobiernos, y en particular al de ahora, para obtener privilegios que ni catan en otros sitios. También tendría un reverso, y es que esos políticos de formaciones nacionales en los que confían los que están sin agua no se sienten urgidos por los votos y no tienen prisa por las medidas perdurables si no les aprietan. Todo lo que sigue es antipolítica.
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