La Graílla
Mar de Aral
Los que invertían en pisos hace veinte años ahora los transforman en habitaciones y viviendas turísticas
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Hace veinte años cada piso de un bloque se pagaba a precio de oro, aunque todavía no había terminado de subir, y en los bajos nunca faltaba una inmobiliaria que conectase al comprador con el vendedor ni un banco que facilitase la hipoteca. ... El apartamento más viejo y más oscuro duraba en los carteles un suspiro y en las reuniones sociales había que presumir de las cifras astronómicas que se habían pagado por él y de cuánto se había multiplicado en apenas tres meses.
Los barrios históricos se llenaban de solares ociosos y de casas viejas que se caían y las familias jóvenes preferían el limpio trazado de las calles en las que no había circulación restringida y sí cocheras a las que se podía llegar sin necesidad de escuadra y cartabón.
El Centro de Córdoba se empezaba a vaciar de vecinos y allí donde hubo tiendas que habían creado emprendedores de la ciudad y que sólo existían en ella habían llegado franquicias y títulos que se repetían en cada capital. El paisaje de hacía cuarenta o cincuenta años, con aquellos comercios que llevaban el nombre o el apellido de quien atendía, iba agostándose como el mar de Aral asfixiado por una economía nueva.
Hace veinte años, cuando la prosperidad del ladrillo parecía tan segura como la bolsa norteamericana antes del Jueves Negro, quizá hubiera ya en Córdoba complejos de apartamentos turísticos, pero nadie alzó la voz para advertir, como uno de esos beduinos que en las viñetas de Nieto interpretan el desierto en las pequeñas señales, que al cabo de un tiempo los que invertían en pisos que pasaban de unas manos a otras en el futuro transformarían casas en conjuntos de apartamentos y locales en habitaciones para que las usaran los turistas.
Mucho menos que le ganarían la partida a los hoteles después de una pandemia en la que ninguno sería capaz de creer. Nadie se ha preguntado qué ha sido de las oficinas que ocupaban tantos pisos bien situados y que ahora a su vez tendrán que dejar sitio a quienes lleguen con la maleta para uno o dos días.
Ha coincidido casi en el tiempo el anuncio del Ayuntamiento de que no dará más licencias para viviendas de uso turístico en el Centro y en el Sur de Córdoba con la noticia de que el edificio del Fénix, uno de los más monumentales y emblemáticos de la plaza de Las Tendillas, también serán un complejo para estos apartamentos.
No es sólo cosa de grandes grupos empresariales, porque casi cualquiera con algo de iniciativa, un poco ahorrado y algo más de hipoteca es capaz de disponer de unas cuantas habitaciones en un barrio que los visitantes no tardarán en llenar.
Es el sino de este tiempo en que hay cada vez más personas mayores y menos niños y en que se construye en barrios siempre lejanos. Los estudios de mercado no ven el futuro: más bien parece que anotan lo que ha funcionado bien en otras partes. Para saber si tendrán un éxito perdurable o llegará otro negocio habrá que preguntar dentro de otros veinte años.
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