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Nuestros pueblos: visitando Belalcázar
Por nuestro rico pasado, la oferta de turismo interior de los pueblos de nuestra provincia es inagotable, y merece la pena conocerse
La torre del homenaje más alta de España está en Córdoba: descubre cuál es el increíble castillo que la alberga
El pasado sábado realicé una visita de carácter particular a Belalcázar con un grupo de buenos amigos cordobeses, encabezado por Jesús Aguirre, presidente del Parlamento de Andalucía. Es Belalcázar la localidad más septentrional de la provincia, en el valle de los Pedroches, apenas ... a unos kilómetros de la de Badajoz, cuyo primer pueblo, Cabeza del Buey, lo hallas en cuanto cruzas el río Zújar, límite divisorio entre Andalucía y Extremadura. Los Pedroches son hijos de las rutas de la Mesta que, a partir de la segunda mitad del siglo XIII, tras la reconquista, comenzaron a traer sus rebaños de ovejas desde Castilla buscando los pastos y los buenos climas del sur. Muchos de aquellos pastores y ganaderos trashumantes se quedaron a vivir en esa nueva «tierra prometida» y Belalcázar, Hinojosa del Duque, Pedroche o Villanueva del Duque, entre otros, surgieron así. Sus monumentos tienen un componente de arte gótico, inusual en otras latitudes de Córdoba más entregadas al barroco.
En Belalcázar admiramos el convento de Santa Clara de la Columna, magníficamente explicado por la guía Sara Aranda. Creado en 1476 por Elvira de Zúñiga, condesa de Belalcázar, como monasterio masculino, a su muerte sus hijas Leonor e Isabel lo convirtieron en femenino, pasando los varones al vecino de los Cinco Mártires de Marruecos. En 1490 llegaron las primeras clarisas y en 1494 se les unieron otras procedentes de un convento de Palencia, trayendo un trozo de la Columna en la que ataron a Jesucristo para azotarlo. Desde entonces se llama convento de Santa Clara de la Columna. Y allí siguen las clarisas, con su labor de oración, elaboración de exquisitos dulces y un moderno y buen posicionamiento en redes sociales. Y visitamos el castillo, referente obligado de la arquitectura defensiva del siglo XV en la península ibérica, donde destaca su gran torre del homenaje, de 47 metros. Dicho conjunto aumenta sus valores cuando, ya en el XVI, se construye en el interior del recinto el señorial palacio de los Sotomayor. Recientemente restaurado por la Junta de Andalucía, su propietaria, luce espléndido. La denominación de Bello Alcázar, asignada a la singular fortaleza desde su construcción, propició el nombre definitivo de la villa, conocida hasta entonces como Gaete. La degustación de unos buenos caldos y unas ricas viandas en un restaurante local completó la jornada.
Como esta y por nuestro rico pasado, la oferta de turismo interior de los pueblos de nuestra provincia es inagotable. Y merece la pena conocerse, primero por los propios cordobeses. Donde hay un pueblo en Córdoba existe historia, patrimonio, tradiciones, gastronomía, paisaje… que son precisos mantener, ofertar y descubrir, para disfrutar el presente y ganar el futuro.
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