Arqueología
Un día en el 'hospital' de los efebos romanos de Pedro Abad
Reportaje
El Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico está ultimando la restauración de las dos esculturas de bronce halladas en una operación contra el expolio en 2012. Tras la intervención estarán expuestos de forma permanente en el Museo Arqueológico de Córdoba
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Sobre una amplia camilla y cubiertos por una especie de sudario yacen los dos efebos romanos de Pedro Abad, rodeados de costosos aparatos de última tecnología. Se encuentran en una amplia sala del Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico convertida en una especie de ' ... hospital' para reliquias históricas, donde especialistas de varios campos llevan ya más de un año trabajando directamente con ellos.
El equipo multidisciplinar quiere llevar a cabo una doble tarea: por un lado, acometer una profunda restauración que permita su exposición al público en óptimas condiciones; por otro, extraer toda la información posible acerca de su modelado. ¿Hubo un taller en Andalucía destinado a producir este tipo de obras de arte para potentados romanos? ¿O fueron piezas de importación? ¿De qué materiales están hechos y qué técnicas usaron sus creadores?
A esas preguntas -y algunas más- intentarán responder los expertos cuando termine el proceso de restauración, cosa que podría suceder para finales del año que viene, según confirma a ABC el director del IAPH, Juan José Primo Jurado.
Después los efebos de Pedro Abad, que ya están declarados como Bien de Interés Cultural, estarán expuestos de forma permanente en el Museo Arqueológico de Córdoba. Son ejemplos muy valiosos del arte romano, ya que existen muy pocas esculturas de bronce de la Antigüedad de este tamaño (superior al metro).
Arqueología
Patricios coleccionistas
La arqueóloga Reyes Ojeda explica que los grandes bronces de Roma o Grecia «no han llegado hasta nosotros porque se fundieron» para otros menesteres. Sólo se conocen ocho efebos de este tipo en el mundo, aunque la experta cree que debe haber muchos más que aún no han sido caracterizados, pero en cualquier caso los que han sobrevivido proceden de pecios submarinos que han aflorado en la actualidad o de los descubrimientos en Pompeya, que quedó sepultada bajo toneladas de cenizas durante siglos.
Otros efebos de bronce en el mundo
Antequera
Es el más cercano a los de Pedro Aba, se encuentra en perfecto estado y puede visitarse en el museo de la localidad.

Maratón
En la localidad griega que le dio fama a Filípides se halló esta escultura bajo el mar en 1925, que hoy se expone en su museo arqueológico.

Nápoles
Este es uno de los ejemplos de efebos conservados bajo las cenizas de Pompeya tras la erupción del Vesubio.

Toulouse
En el museo Saint-Raymond de Toulouse, al sur de Francia, se conserva este efebo de bronce que se encuentra realizando una libación
De ahí la importancia de estos dos efebos que proceden probablemente de la misma ubicación. Están en un excelente estado de conservación y además no han sufrido ninguna restauración previa, salvo una intervención de urgencia al poco de su hallazgo para eliminar la tierra húmeda, que resulta corrosiva para cualquier metal.
La función de los efebos -adolescentes en griego- era servir como decoración y mobiliario urbano. Pero también, aclara Ortega, eran objetos de coleccionista para los patricios (clases nobles) ya en época romana. Se calcula que datan del siglo I de nuestra era, cuando «en las casas de los grandes propietarios había un proyecto decorativo planificado».
La arqueóloga espera que la intervención, que ha sido financiada en parte por la Fundación Magtel en un ejemplo de colaboración público-privada, arroje más luz sobre la técnica de fabricación. Se sabe que se empleó el método de la cera perdida, por el que se modelaban varias partes que más tarde se unían con soldaduras.
En los trabajos de restauración ha aparecido parte de la tierra del moldeado inicial en el interior de las esculturas; de su análisis se obtendrá más información acerca de la técnica constructiva y tal vez esos restos nos digan también dónde fueron elaborados los efebos hallados en Pedro Abad.
Restauración
Los gustos de los romanos
En su función original, las dos esculturas presentarían un aspecto muy diferente. La restauradora Constanza Rodríguez detalla cómo en la intervención se ha conseguido recuperar la pátina que el tiempo ha ido depositando sobre el bronce, que ya forma parte de la obra de arte y que jamás debe retirarse. Certifica, por ejemplo, su antigüedad real, pero le ha dado a las esculturas unos tonos verdosos, ocres y marrones que no eran del gusto de los romanos.
La especialista describe que probablemente estuvieran coloreadas de negro o doradas con una capa que se ha perdido, y que dispondrían además de elementos de diferentes colores hechos con otros metales. Lo que se pretendía con ello era «resaltar determinadas partes del cuerpo, por ejemplo los ojos que podían estar hechos de pasta vítrea, los pezones, los labios o una diadema. Para eso se usaban metales brillantes».
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Rodríguez ha podido emplear las últimas técnicas en restauración, como las gammagrafía, que permite detectar fisuras o pequeñas imperfecciones que no resultan apreciables a simple vista. La restauradora ha usado también la endoscopia para conocer el interior de las piezas. Ahora está trabajando en la fabricación de una estructura interna que permitirá sujetar los dos efebos a una peana para su exposición en posición vertical. No resulta tarea fácil, ya que «esa estructura hay que hacerla con mucho cuidado, con materiales que deben ser inertes, estables, que no corroan el metal y que no ejerzan tensiones sobre las piezas».
Cuando termine su trabajo, las dos esculturas estarán en pie con un aspecto muy parecido al original (salvo por el color), ya que las esculturas conservan una gran cantidad de detalles. La de mayor tamaño, además, está prácticamente completa, aunque algunas partes han terminado por desprenderse tras permanecer siglos bajo la tierra.
Una vez expuesta se podrá ver entera excepto los genitales, la única porción de la anatomía de este efebo que se ha perdido para siempre. «Lo que falta se queda como está. Lo siento por él, pero no hay más remedio», bromea Rodríguez ante la escultura.
Química
¿Dónde se fundió el bronce?
Auxiliadora Gómez, doctora en Química, es la responsable del análisis más técnico de las piezas. Una vez que termine su informe, se podrá determinar el origen de los materiales. El bronce es una aleación en diferentes proporciones de cobre y estaño, pero también hay en los efebos de Pedro Abad restos de plomo que servirían para las soldaduras.
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La caracterización de estos minerales, para lo que habrá que analizar sus isótopos -variaciones de un mismo átomo con diferente número de neutrones-, permitirá compararlos con la composición conocida en minas de la antigüedad, como las que fueron explotadas hasta bien entrado el siglo XX en el norte de la provincia de Córdoba. Cuando se encuentre una coincidencia se podrá determinar con bastante precisión el origen del metal y por tanto si fueron fundidas en algún taller de la Bética o si, por el contrario, fueron importadas.
Para acceder a esa valiosa información la especialista ha empleado técnicas como la metalografía, que «aporta con más exactitud datos sobre la aleación original». El análisis mediante termoluminiscencia de las tierras de fundición servirá para calibrar con precisión la fecha exacta de la fabricación de los efebos, ya que «funciona como un microrreloj que se queda parado» en el mismo momento de la manipulación original.
El principio y el final
Diez años después del expolio
Los dos efebos de Pedro Abad, como ya les ocurrió a las leonas íberas de Montoro, estuvieron a punto de acabar en manos privadas en el extranjero tras un proceso de expolio. La arqueóloga Reyes Ojada narra cómo la Policía supo de estas piezas en el año 2012, halladas casualmente en una finca de Pdero Abad.
Por medio de un anticuario de Jaén los expoliadores contactaron con un vendedor de obras de arte, que a su vez recurrió a un anticuario italiano y éste quiso darle apariencia de legalidad a las esculturas a través de una universidad británica. Fueron intervenidas justo cuando iban a salir al mercado ilegal. Desde 2012 reposaron en el Museo Arqueológico de Córdoba hasta que en 2020 fueron llevadas al IAPH para su restauración.
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La Junta de Andalucía estimó en su momento que se necesitarían 28 meses para acabar todos los trabajos no sólo de restauración sino para obtener toda la información posible. Aun falta, según Juan José Primo Jurado, en torno a un año para que terminen las labores ya que el plazo no empezó a correr hasta que comenzaron oficialmente las investigaciones.
El siguiente paso será su exposición en el Museo Arqueológico de Córdoba, a cuya colección ya pertenecen oficialmente estas dos piezas exclusivas del arte romano. Mientras tanto permanecerán a buen recaudo en el IAPH, donde se restauran piezas procedentes de todas las provincias andaluzas gracias al trabajo de más de un centenar de personas.
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