Tradición
La historia de Córdoba a través de sus mercados
Reportaje
Varios edificios, que viven en Navidad sus semanas más intensas, conservan un modelo de venta que procede de la antigua Grecia y que perfeccionaron los romanos y los musulmanes
Los mercados municipales, exentos de cumplir el nuevo límite de temperatura
![Vista lateral del mercado de la Corredera que estuvo en el centro de la plaza hasta la década de 1950](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2023/01/01/mercados-corredera-cordoba-R75hjzztydQ19mY1F8USyLI-1200x840@abc.jpg)
Pocas cosas hay más típicas en estas fechas de comidas especiales y recetas laboriosas que coger el carrito de la compra e irse al mercado de abastos. Hasta los años 70 del siglo XX era la fórmula casi exclusiva de adquirir productos frescos, aunque la expansión de las grandes cadenas de supermercados haya ido arrinconando este hábito. El número de mercados y puestos se ha ido reduciendo por este motivo, pero aún persiste en las miles de personas que en estos días navideños hacen cola para adquirír carnes, verduras o mariscos y pescados en los mercados municipales.
Pese a tener la mayoría de ellos varias décadas de historia, tampoco han dejado de modernizarse ni de adaptarse a las necesidades tecnológicas del presente y a los requisitos de salubridad e higiene. Los mercados son hoy una evocación del ayer, que guardan el encanto del pasado y que también ofrecen atractivos para muchos turistas que siguen esa máxima de que no hay mejor forma de conocer la economía de una ciudad que visitar un mercado y observar el género y los precios.
Los mercados en Córdoba capital proceden de su misma fundación. Los romanos construían 'macella', que eran edificios cubiertos en los que se vendían carnes, especias, verduras y pescados. En el yacimiento de Torreparedones, en Baena, apareció en la campaña de excavación de 2009 uno de los ejemplos más interesantes de 'macellum' de toda la Hispania romana y situado, como era lo habitual, en las inmediaciones del foro y de la basílica. Tenían forma cuadrada, con un patio central alrededor del cual se situaban las diferentes tiendas o 'tabernae'.
Como explica el arqueólogo Jose Antonio Morena en su estudio sobre el mercado de Torreparedones, estos edificios tenían su antecedente «en las ágoras comerciales de la antigua Grecia» y nacieron una vez que en el último tramo del periodo republicano se fueron especializando los foros y se sacaron de allí las actividades comerciales privadas. Una de las curiosidades del 'macellum' de Torreparedones es que aparecieron restos de pescado, muy valorado por los romanos como dejasen escrito Plauto y Séneca, y de diversas especies animales terrestres hoy muy consumidas como el ovino o el vacuno.
![El mercado del Alcázar, cerrado fefinitivamente en 2006, tras una de sus reaperturas](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2023/01/01/mercados-primera-cordoba-U06228872436KNg-624x350@abc.jpg)
En las épocas posteriores de dominación visigoda y árabe se extendieron los mercados que fusionaban espacios construidos con tenderetes callejeros. Especial importancia tuvieron los zocos andalusíes, que se situaban en los aledaños de las mezquitas y de los baños. Córdoba tuvo varios, entre ellos el más importante de todos, el Zoco Grande, que se situaba en la zona Oeste del Alcázar Califal. Sufrió un gran incendio en el siglo X y fue destruido durante las guerras civiles del siglo XI. Allí no sólo se vendían productos frescos, sino también artesanía y objetos de lujo. La red de mercados de la Córdoba califal se extendía además con numerosos zocos especializados de artesanos y con mercados situados fuera de la muralla y en los que se vendían animales vivos. Los mercaderes que llegaban a Córdoba descansaban en las diversas alhóndigas que se han documentado en variados espacios de la ciudad. Los mercados se mantuvieron tras la Reconquista con ese mismo espíritu callejero y no sería hasta el siglo XIX cuando comenzaría a invertirse en ellos con el fin de convertirlos en plazas cerradas con mayor comodidad e higiene.
Bajo ese espíritu se construyó en la plaza de la Corredera un peculiar mercado de abastos, que se inauguró a inicios de agosto de 1896. Alzado en medio de la plaza con estructuras de hierro según el modelo que llegaba de Francia y se extendía por las grandes ciudades españolas como Madrid o Barcelona, estuvo en pie hasta los 50, cuando se decidió derribarlo para recuperar el aspecto original de la plaza. Se mantendría hasta los 80 en un mercado construido en el subsuelo, en cuyas obras aparecieron grandes mosaicos romanos, y posteriormente se ubicaría en su emplazamiento actual, en un edificio del siglo XVI que en las centurias anteriores había sido presidio o Ayuntamiento. Es el mercado más emblemático de la ciudad y durante décadas lo complementaba el mercadillo que se instalaba en La Corredera y en la plaza de las Cañas.
![Un puesto del mercado del Marrubial en el día de su inauguración, en 1963](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2023/01/01/mercados-segunda-cordoba-U51134185378Vph-624x350@abc.jpg)
La red de mercados de abastos municipales de Córdoba vivió un último avance durante el franquismo, en los 50 y 60 y fruto del crecimiento poblacional y urbano. En Córdoba quedan de ese periodo testimonios tan señeros como el célebre Mercado del Marrubial o de La Mosca, que es el que tiene más puestos de toda la red municipal y que fue inaugurado en 1963 sobre lo que era un mercado callejero heredero del antiguo Mercado de San Agustín. De la respuesta a esas necesidades poblacionales son también el Mercado del Sector Sur de la Plaza del Mediodía, el de la Huerta de la Reina (aunque trasladado de emplazamiento en 2010), el del Naranjo o el de Ciudad Jardín. En el camino se quedaron otros como el Mercado del Alcázar, que cerró sus puertas en 2006 y que ahora se va a convertir en centro cívico.
![Otra vista del mercado de la Corredera con las estructuras portantes de hierro](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2023/01/01/mercados-tercera-cordoba-U73200180074fhD-624x350@abc.jpg)
Todos ellos conforman el testimonio de una forma de venta -y de vida- que aún pervive como recuerdo de las épocas en las que no existían refrigeradores en casa e ir a la plaza era la misión cotidiana de miles de amas de casa y empleadas domésticas.
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