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Alimentación

Córdoba es la provincia andaluza donde más se compra comida en tiendas de barrio

Casi la mitad de los ciudadanos, el 46,5 por ciento, opta por establecimientos de cercanía de forma habitual, aunque sin dejar de lado los supermercados

Los precios siguen subiendo en Córdoba arrastrados por la alimentación, que crece un 10,4 %

Pescadería en Santa Rosa, en un espacio compartido con frutería y carnicería RAfael Carmona
Luis Miranda

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La influencia de las grandes superficies y grandes cadenas de supermercados es grande, pero no determinante, al menos en Córdoba. Según un estudio realizado por la Junta de Andalucía, la provincia es el territorio de Andalucía en que un mayor porcentaje de habitantes se mantiene fiel a las pequeñas de tiendas de barrio para las adquisiciones de alimentación.

La Encuesta Social sobre Consumo y Sostenibilidad que realiza el Instituto de Estadística y Cartografía de Andalucía (IECA) muestra que en Córdoba el 46,5 por ciento de los ciudadanos sigue haciendo la compra habitual de alimentos para el hogar en las pequeñas tiendas de barrio.

Es el porcentaje más alto de Andalucía, ya que la media es de un 39,2, y la siguiente provincia es Sevilla, con un 43,3. En Jaén se llega al 41,2 y en Granada al 40,8.

Esto no quiere decir que no se opte por los supermercados, ya que una buena parte de los consumidores alterna acudir a unos sitios y a otros. Se preguntaba dónde se realiza la compra más habitual de alimentos, con la posibilidad de dar dos respuestas.

En Córdoba van a ellos el 72,5 por ciento, por debajo de la media de Andalucía, que es del 73,9. Entre los que menos acuden a este tipo de establecimientos están los habitantes de Jaén (un 69%) y Almería (71,2), ambos por debajo de lo que sucede en Córdoba. La presencia de cadenas cada vez mayores, tanto locales como de fuera, ha condicionado el mercado.

Las grandes superficies, a pesar de su crecimiento en los últimos años y a que las tiendas de barrio las puedan entender como una amenaza en ciertas ocasiones, son una opción muy minoritaria para los andaluces, y en concreto para los cordobeses. Sólo hacen sus compras en ellas el 18,7 por ciento de los ciudadanos, lo que significa la cifra más baja de toda la comunidad, y muy por debajo del 22,4 de media entre todas las provincias.

En Córdoba es donde menos personas compran comida en las grandes superficies

También figuran en la lista quienes acuden a comprar alimentos a los mercados de abastos, que se mantienen en muchos lugares como una alternativa tradicional y con clientela.

En Córdoba, frente a lo que sucede con las pequeñas tiendas de barrio y pese a la presencia de mercados muy tradicionales en la capital, la cifra es bastante baja, ya que la encuesta dice que sólo el 7,5 por ciento de los ciudadanos acude a ellos para surtir la despensa o la cocina. La media de Andalucía es del 12 por ciento y a la cabeza están Jaén (20%) y Málaga (19,7).

Ultramarinos Anita: «Intentamos renovarnos dentro del margen que tenemos»

Bajo el rótulo de Ultramarinos Anita, como en las tiendas de toda la vida, hay una fecha que habla de una larga trayectoria de servicio: 1981. En la calle Murcia, a pocos metros de la avenida de Barcelona y del colegio de los Salesianos, la tienda ofrece frutería, conservas, embutidos y productos alimenticios de calidad. Rafael Rodríguez, hijo de la fundadora, cuenta que tienen que hacer frente a mucha competencia, no sólo de las grandes superficies, sino también de quienes «cogen un negocio y quieren hacerlo con cuatro estanterías».

Ultramarinos Anita, junto a la avenida de Barcelona Rafael Carmona

Y también lo que llama la «competencia desleal, porque como suele decirse, hay un A y un B». ¿Quizá con las tiendas más pequeñas, de olvidos? Resistir con una tienda así es difícil, y en los últimos tiempos se nota que es «cada vez con menos calidad de vida y con menor poder de adquisición, porque todo sube y es mucho más complicado».

Ultramarinos Anita tiene la filosofía de especializarse: «Una serie de productos, calidad y buen servicio, y desde 1981 podemos contar que seguimos aquí». No es fácil, pero tienen a clientes fijos que saben lo que buscan y que conocen productos que aprecian y que no pueden encontrar en las grandes superficies cercanas. Que no son pocas en una zona con tanto comercio y población. Pero allí están los embutidos de buena calidad y los productos que no llegan a las grandes estanterías y que sus clientes saben dónde tienen que buscar.

Como en todas partes la inflación ha obligado a actuar, y no para su bien, porque han tenido que bajar su propio beneficio, realizar ofertas o buscar nuevos públicos. «Tienes que intentar renovarte dentro del poco margen que tienes, pero los clientes sí parece que se mantienen, y gracias a Dios seguimos», cuenta mientras va preparando pedidos.

Miguel Torres: «Aguantamos sufriendo y trabajando todos los días»

El trabajo y el sacrificio son las recetas de Miguel Torres para mantener desde hace veinte años su tienda de alimentación en la calle Tesoro, a pocos metros de la iglesia de la Trinidad y del corazón monumental de la ciudad. «Aguantaremos hasta donde podamos, sufriendo mucho», cuenta. Y no es retórica: abre todos los días, domingos y festivos incluidos, durante 18 horas, para ofrecer fruta y verdura de calidad en pleno Centro de Córdoba.

Miguel Torres, en su tienda de la calle Tesoro Rafael Carmona

Cuando habla de su clientela, explica que muchos son turistas, que recorren la ciudad a no mucha distancia de la Judería. Y lo hacen de una forma muy especial: con la adquisición de fruta por piezas, y no por kilos. Son generalmente visitantes que disfrutan de unos días y que encuentran allí un alimento básico para muchos en unos días, los del viaje, en que no es tan fácil mantener los hábitos de una alimentación sana.

El Centro de Córdoba se va vaciando de sus habitantes de siempre, «porque no hay grandes bloques y la gente se está haciendo mayor», y su lugar lo van ocupando los apartamentos turísticos, las pensiones y los hoteles, y quienes se hospedan allí también figuran entre los que compran fruta, verdura y agua, que se pide bastante en muchas épocas del año.

Risques: «La forma de subsistir es traer lo que los grandes no traen»

Si Risques ha permanecido como una de las grandes tiendas de alimentación de Córdoba desde el año 1936 y ha resistido a todos los cambios sociales de casi noventa años alguna receta habrá tenido. Su actual responsable, Francisco Castro, lo gestiona desde 2014, cuando se quedó con la tienda de la avenida de los Almogávares y con la de Antonio Maura, en Ciudad Jardín, que ahora está en Poniente, en la calle José María Martorell.

Tienda de Risques en Poniente Rafael Carmona

Su clave es la especialización y la oferta de un producto de muy alto nivel a precios competitivos para su calidad. Ahí están jamones, quesos, vinos, embutidos, conservas, legumbres y especialmente regalos de empresa, donde tienen más de un centenar de clientes.

«La única forma de subsistir ante los grandes es traer lo que ellos no traen. Por eso intentamos ofrecer los mejores jamones y vinos, además de aceites de la categoría premium, como Peña de Baena. Los quesos son de denominación de origen y las conservas también de las mejores marcas», dice. Su escaparate es prueba de ello, listo para seducir a los mejores paladares y con sacos de legumbres para los que saben que un buen guiso sólo se puede conseguir con los mejores ingredientes.

En su trabajo es fundamental la atención personalizada y la sensación de que el cliente sepa que le están ofreciendo algo de su gusto, y para eso es imprescindible «personal especializado», con un conocimiento muy alto de los productos que vende, de su origen y de sus características.

Por eso habla bien de los empleados que atienden en sus dos establecimientos: «Tienen conocimiento, dan el sitio al cliente y le ofrecen lo que necesita». Muchos lo buscan para ocasiones especiales y otros para regalo a alguien que sabe apreciar un buen queso y un vino distinto.

Su producto es bueno, pero, ¿es caro? No para él. «La diferencia es que me busco marcas que tienen calidad y no son las que tienen grandes cadenas, sobre todo en conservas y en jamones, más baratos que las grandes cadenas», explica.

Es decir, la relación entre calidad y precio es mejor, porque un producto de muy buen nivel se puede adquirir a un precio asequible que no se encuentra en cualquier lugar. Es la clave que tienen las tiendas pequeñas para mantenerse en un mercado en que la alimentación sigue dominada por las grandes superficies: «Nosotros tenemos una clientela fija y fiel que nos busca porque sabe que tenemos calidad, y que prefiere la calidad a la cantidad».

Frutería Calzado: «Los clientes de siempre ya faltan y los jóvenes van donde pillan»

Desde hace un cuarto de siglo, mucho antes de que se difundiera el anglicismo 'coworking', un espacio de Santa Rosa funciona con tres negocios de alimentación distintos: la carnicería Elena y Alfonso, la pescadería Pablo y la frutería Calzado. Cada uno trabaja para sí y comparten un mismo espacio en la avenida de la Cruz de Juárez en que los clientes pueden llevarse almuerzos y cenas para varios días.

Su historia, como en tantos otros lugares, es de resistencia. «Se sobrevive echando muchas horas al negocio, sin cansarse. Desde las cinco de la mañana hasta las tres de la tarde, y desde las cinco y media hasta las nueve», cuenta Rafael Calzado, responsable de la frutería.

Rafael Calzado, en su frutería RAfael Carmona

No es muy optimista, porque ha visto la evolución de la situación y cómo no hay tanta clientela como en otras ocasiones: «La gente compra donde pilla y punto». No es sólo los cambios de hábitos y las grandes superficies lo que perjudica, sino también la propia situación del barrio de Santa Rosa, con pocos aparcamientos, lo que limita la clientela a la gente de la zona.

A los que pueden ir caminando. Acuden muchos clientes de siempre, pero «ya muchos han fallecido» y los jóvenes, con otros hábitos, empiezan a preferir las grandes superficies donde pueden hacerse con muchas cosas cómodamente. Para él, el número de clientes ha caído por debajo de la mitad en los últimos años y la situación no invita al optimismo.

Los impuestos tampoco ayudan, asegura, aunque la subida de precios se ha notado mucho en todos los productos, para ellos y para los clientes: la gente compra ahora por piezas, en lugar de por kilos, porque pueden hacer frente con más facilidad a lo que supone el precio de alimentos básicos como esos.

El formato con el que trabajan, en que en el mismo establecimiento conviven los tres negocios, les ayuda, porque comparten los gastos de alquiler y de suministros del espacio y quienes acuden a por pescado pueden llevarse también fruta y carne, desde la que se acaba de cortar hasta los preparados que se llevan a casa. «Así conseguimos sobrevivir».

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