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Caso Cerro Muriano: un año en las profundidades de un lago
Mientras las familias de los dos militares muertos en una maniobra piden penas máximas para los seis procesados, las defensas preparan ya un juicio próximo para depurar un suceso que marcará un antes y un después en el Ejército
La familia del soldado muerto en Cerro Muriano: «Que no se produzcan más hechos como éste y que Defensa ponga más presupuesto en seguridad»
![La ministra de Defensa, Margarita Robles, días después de la muerte de los dos militares en el lago](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2024/12/21/lago-cerro-muriano-RsbMdixToypW013A6egk3WP-1200x840@diario_abc.jpg)
En una llamada de teléfono de ABC esta semana a la viuda del cabo Miguel Ángel Jiménez la respuesta al otro lado, con un tono seco entre rabia y dolor es: «no tengo nada que decir, hable con mi abogado». Este 21 de diciembre se ... cumple un año del fatídico y gélido día en que su marido y el soldado Carlos León perdieron la vida en el fondo del lago que debían cruzar durante una maniobra de formación en la base militar de Cerro Muriano (Córdoba).
En este punto, la instrucción del caso está en manos del Juzgado Togado 2 de Madrid -después de inhibirse el Juzgado Militar Territorial de Sevilla al imputar a mandos aforados- y acaba de dictar un auto en el que viene a afirmar que «hasta aquí hemos llegado con la investigación» desestimando así la petición de una prórroga a la Fiscalía Militar ya que las partes no habían solicitado más pruebas y el relato de los hechos considera que están suficientemente claros.
El juez recuerda que el caso cuenta con un extenso sumario plagado de casi medio centenar de periciales, declaraciones de testigos, de familiares y mandos militares además de los informes del Instituto de Medicina Legal (IML), por lo que concluye que ya todo está listo para que se abra juicio y se sienten en el banquillo los presuntos responsables de la tragedia.
De momento, el auto de procesamiento del caso Cerro Muriano dictado el pasado 29 de julio encausa a seis mandos militares (cinco de ellos por un presunto delito contra la eficacia del servicio equiparable al homicidio imprudente), incluye una extensa descripción de los hechos acreditados, «con carácter provisional», específica el juez togado militar, que intenta a su vez establecer un relato de lo sucedido en base a la instrucción. En este relato intenta explicar quién decidió el cruce del lago, qué medidas de seguridad se tomaron, si la cuerda instalada cumplía con la función de línea de vida, cuáles faltaron y quién fue el responsable de la tragedia de un modo u otro en la cadena de mando.
Los hechos según el auto de procesamiento
La maniobra se inició a las 5.00 horas con unos ejercicios en el suelo y una marcha hasta el lago, al que llegan a las 8.30 horas con 4,3 grados de temperatura exterior, según ese auto. Allí se concentran las secciones que forman la compañía, se despojan de material y ropa de abrigo pero la que dirige el teniente encasuado mantiene una mina de instrucción de 3 kilos en su interior «debido a que se habían retrasado al hacer las mochilas», dice el juez. El teniente se introduce en el agua y explica el ejercicio con el capitán: las mochilas por delante como elemento de flotabilidad apoyando el fusil y así progresarían «por sus medios» sólo usando la cuerda «en caso de extrema necesidad».
«Todos notaron rápidamente los efectos del agua muy fría en una temperatura inferior a 8 grados y la dificultad de realizar ejercicios de flotabilidad con esas condiciones y con todo el equipo puesto, incluidas botas y casco», prosigue el togado. La organización del cruce en unos minutos se había vuelto anárquica «intentando superar el obstáculo», dice.
Los solados que se encontraban haciendo la práctica, en cuanto llevan unos minutos en el agua, se sienten superados por la situación; las mochilas, que se suponía iban a dar flotabilidad, únicamente se mantienen a flote, pero no sirven como tal elemento, ya que al subirse a las mismas se hunden; unido esto a las dificultades que les presenta la movilidad corporal y los efectos del frío extremo, que les dificultaba incluso la respiración, «entran en un estado pánico al temer seriamente por su vida», apostilla. El juez llega a definir la situación creada de «auténtico caos».
«En el lugar planteado y a lo largo de todo el trayecto de 110 metros no había ningún medio de flotabilidad auxiliar». Los soldados de la compañía en la instrucción desconocían las características del mismo, únicamente se les había advertido de que iban a necesitar una muda seca, pero no sabían qué tipo de ejercicio era ni la profundidad de la zona de cruce. El resultado es el conocido: la muerte del cabo Jiménez y el soldado León.
Las acusaciones particulares de los familiares del cabo cordobés Miguel Ángel Jiménez van por separado. De un lado, la ejercida por los padres de este militar natural de Adamuz a través del letrado Francisco Pérez Romero y de otro su viuda, representada por Antonio Granados.
Han pasado doce meses y el duelo continúa abierto en esta familia, hoy rota, en busca de justicia. El abogado de los padres del cabo Francisco Pérez era amigo íntimo de Miguel Ángel, quien ha recordado en una carta remitida a ABC en la que se dirige a su amigo de la juventud cómo vivieron la noticia en las primeras horas de la mañana. «Hoy hace un año de aquel terrible 21 de diciembre de 2023. Cuando nos enteramos de la noticia, te puedo prometer que no dábamos crédito«.
«Mi amigo, mi compañero, mi confidente de tantos años, que si por algo destacaba era por su valentía y lealtad, se nos iba en el sitio en el que más feliz era, en el Ejército de Tierra al que tanto admiraba y sirviendo a su Patria, nuestra España. A partir de de instante, nada fue igual», explica en esta misiva Pérez Romero, quien ha pasado muchas tardes con la madre de su amigo intentando quedarse con los mejores recuerdos.
El sentir de las familias un año después
«Desde ese 21 de diciembre ha comenzado uno de los años más difíciles de mi vida, defendiendo una causa que nunca se tenía que haber producido y que tanto daño y sufrimiento nos ha causado a todos los que tanto te queríamos», añade en la carta.
«Atrás quedan declaraciones, periciales, múltiples escritos, en los que siempre te me representas, y me das fuerzas para que tanto tu familia, como todos los profesionales que estamos en primera línea de batalla, sigamos luchando por una causa que nunca vamos a ganar, porque no vas a volver, amigo, pero queremos que se haga justicia para que tal negligencia nunca vuelva a repetirse», reza en la misiva en la que se dirige a su amigo.
Durante el tiempo que ha durado la instrucción del caso, este letrado que representa a los padres del cabo, asegura que muchas tardes la pasa conversando con la madre de Miguel Ángel intentando transmitirle todos los buenos recuerdos que coleccionó a su lado. «Nuestros veranos en Adamuz, los cursos en Montoro o nuestras aventuras en Villafranca. Con las confidencias que se quedarán en nuestro corazón, tardes en casa de tus padres o días de piscina en Algallarín», apostilla Pérez.
En esta carta a su amigo, este abogado habla de cómo se sienten sus padres y su hermano. «No te imaginas la serenidad y entereza de tus padres dentro de su gran sufrimiento. Viven con la esperanza de volver a abrazarte. Amigo, sigue cuidándonos, porque en honor a tu nombre, tenemos un Ángel en el cielo, pero los que estamos aquí, te echamos mucho de menos», añade. Y por último este letrado le hace una promesa: «vamos a dejar hasta el último aliento para que tu nombre nunca se olvide y tu honor brille y reluzca para siempre. Para que en nuestro Adamuz, seas el héroe, al que todos los niños quieran parecerse. Un gran abrazo al cielo».
La viuda del cabo Jiménez
Los padres se encuentran «rotos de dolor», asegura este letrado, pero con fuerzas para que la memoria de su hijo no se pierda y se convierta en un héroe para los niños del pueblo en el convencimiento de que lucharán hasta el final para que se haga justicia pidiendo la máxima pena posible para los responsables de la muerte de su hijo, de esta vida rota», explica Pérez.
Por su parte, en declaraciones de la viuda del cabo, Antonio Granados, a través de su letrado a ABC señala: «mi único consuelo es la Justicia, a mi marido ya no me lo van a devolver». Granados explica que desde la mañana del 21 de diciembre en que la viuda del cabo se fue a trabajar y escuchó en la radio que dos militares habían desaparecido «su mundo cambió para siempre». Mi representada escuchó por la emisora esta noticia y en unos minutos recibió una llamada de la Base Militar de Cerro Muriano alertando de que uno de los desaparecidos era su marido, Miguel Ángel.
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«Mi único consuelo es la Justicia, a mi marido ya no me lo van a devolver»
Viuda del cabo Miguel Ángel
«Para la viuda sus días no son de 24 horas sino que duran 72 horas; porque no solo piensa en que ya nunca más va a ver a su marido sino que tiene que hacer frente al procedimiento judicial», explica su letrado. «Mi representada está conforme con cómo se está siguiendo el procedimiento judicial y pide que los responsables de la muerte de su marido cumplan con lo que marca la ley», ha asegurado. Ella sabe, añade Granados, que «esa justicia no calmara su dolor pero si es un consuelo».
En cuanto a la familia del soldado sevillano Carlos León, fallecido junto al cabo Jiménez, un portavoz de la misma, Sergio Pérez, criticaba este jueves en Sevilla «se haya permitido por Defensa y sus jefes que el teniente Tato y el capitán Zúñiga siguieran muchos meses destinados en Cerro Muriano dando órdenes a los soldados que son testigos de la tragedia, y que ahora siga en otro puesto el teniente en Cerro Muriano, y el capitán en Madrid en los servicios centrales».
![Entrada de los servicios sanitarios a la zona de maniobras en el lago](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2024/12/21/ambulancia-cordoba-lago-U25062320358FgQ-760x427@diario_abc.jpg)
En este sentido subrayaba que dado que no pueden recuperar a Carlos León y «tenerlo entre nosotros, al menos queremos evitar que se produzcan más hechos como éste y que el Ministerio de Defensa cumpla con su obligación de dotar de los presupuestos necesarios para cumplir con las medidas de seguridad a todos los cuarteles y no reducir dichos presupuestos, como así ha ocurrido en los últimos años».
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