ENTREVISTA
Alejandro Fernández (PP): «El candidato de Sánchez en Cataluña no será Illa, será Aragonès»
El presidente del PP catalán advierte de la deriva de España y expone en ABC cómo enfrentarse al nacionalismo
-¿Cree que la ley de amnistía mejorará la vida de los catalanes, como afirma el presidente del Gobierno?
-No y, además, no solo el presidente del Gobierno, hay muchos opinadores en Cataluña y algún medio de comunicación que intentan vendernos la mercancía averiada ... de que la amnistía acaba con el 'procés'. Esto es falso. Es el inicio de un nuevo proceso hacia la autodeterminación.
-¿El de la amnistía es un debate legal, político o moral?
-Es todo a la vez. Hay una cuestión legal, en el PP estamos convencidos de que es inconstitucional. También es una cuestión moral, pues afecta a la idea de que por formar parte de unos determinados partidos políticos y tener unos escaños se puede lograr la impunidad y que te aministíen unos delitos. Y hay una transacción corrupta. Esto afecta a lo ético y lo moral.
-Comparte la tesis de Juan Milián, que defiende que España está en una derivada del 'procés'. ¿En qué punto estamos?
-Estamos abordando el octavo y último paso de la hoja de ruta que marcó el separatismo y que empezó con los indultos y siguió con la reforma de la malversación, la eliminación de la sedición, la expulsión del Centro Nacional de Inteligencia de Cataluña, la inhibición del Gobierno de España en el cumplimiento de las sentencias en materia lingüística, la expulsión de la Guardia Civil y la Policía Nacional de Cataluña, que es algo que intentarán en breve, estoy convencido, y la amnistía, que es el séptimo paso. Queda el último: la autodeterminación.
-¿Cree que habrá un referéndum?
-Cuando en el año 2021 expliqué los ocho pasos del separatismo me llamaron pájaro de mal agüero y me decían que el 'procés' se había acabado. Siempre que pensamos que no se van a atrever, lo acaban haciendo. Este autoengaño lo vivimos durante el 'procés'. En los cenáculos del poder de Madrid se nos decía: 'Tranquilos, no se atreverán'. ¡Pues menos mal!
-Ahora hay predisposición del Gobierno hacia los independentistas...
-Sí. Al Gobierno de Rajoy se le podrán achacar errores o retrasos en la acción, pero es evidente que frenó aquel golpe. El Gobierno de Sánchez es cómplice del proceso español. Participa directamente de él. Es la gran diferencia con 2017. Ahora, la izquierda es copartícipe de este proceso hacia la España plurinacional.
-¿Qué propone para revertir la situación en Cataluña?
-Comparto la expresión de Cayetana Álvarez de Toledo de que, a corto plazo, hay que frenar y revertir la situación con los tribunales de Justicia, la Unión Europea, nuestra mayoría absoluta en el Senado, los gobiernos municipales y los autonómicos y la movilización social. No nos podemos rendir. Y, a medio y largo plazos, hay que darle la vuelta a una cuestión: históricamente se ha apostado por el apaciguamiento con el nacionalismo que por el fortalecimiento del constitucionalismo catalán. Esto es un grave error. El nacionalismo es insaciable. Falta una estrategia nacional para que el constitucionalismo sea fuerte, tenga recursos y sea sólido electoralmente.
-La mitad de los catalanes son independentistas y no desaparecerán.
-Cualquier persona que tenga un proyecto independentista en la cabeza tiene que cumplir la ley para poderlo llevar a cabo. Lo que no puede ser es adaptar el mundo a los deseos de ciertas personas. La Constitución solo se puede cambiar, en asuntos fundamentales, de una manera: con una mayoría cualificada; pero no con el 51% de los escaños. Es inmoral. La Constitución recoge que somos una democracia no militante, por lo que tienen derecho a ser independentistas. Pero no tienen derecho a imponer sus ideas incumplimiento la ley.
-¿El PP tiene que buscar el voto de la antigua CiU y de Junts?
-Este tipo de operaciones están destinadas al fracaso. A lo que tiene que aspirar el PP es a que nuestros valores, que en muchos casos son mayoritarios en la sociedad, se acaben convirtiendo en mayoritarios también en los plenos parlamentarios. Esto no significa asumir el ideario de los demás. Los giros históricos que ha dado el partido en Cataluña han desorientado a nuestro electorado. Lo que funcionó en CS fue el combate ideológico contra el nacionalismo por tierra, mar y aire; y hecho desde Cataluña. Sin tutelas. Dejó de funcionar cuando fue tutelado desde Madrid.
-¿Será el candidato a las elecciones autonómicas de 2025?
-Cuando se convoquen las elecciones, activaremos los mecanismos del partido, a través de nuestros comités electorales. No voy a avanzar un escenario que no se ha producido.
-Si Illa depende de usted para ser presidente catalán, ¿lo votará?
-Este escenario de unidad constitucionalista ya no existe porque lo ha roto el PSOE. El candidato de Sánchez en Cataluña no va a ser Illa, va a ser Aragonès. Y no es una 'boutade' que me saco de la manga. Estamos ante una especie de nuevo frente popular, en el que los candidatos de Sánchez no necesariamente son los del PSOE. En Galicia, su candidata, sin disimulo, fue la del BNG. Ahora, en el País Vasco, los candidatos van a ser el de Bildu y el del PNV. Este nuevo frente popular, en el que participa el PSOE, hace inviable, por desgracia, el escenario que me plantea de un pacto constitucionalista porque el PSOE ha abandonado el constitucionalismo.
-¿Y si sucede como en Barcelona tras las elecciones municipales?
-Hay una diferencia sustancial, entonces no había amnistía, ni pactos para la investidura de Sánchez, ni aceleración del proyecto hacia una España plurinacional… Ahora mismo, el PSOE está fuera de cualquier tipo de alianza constitucional. Y, en cualquier caso, el PSC va a hacer todo lo posible para llegar a un acuerdo con ERC y no con el PP. Ojalá fuera distinto.
-¿Cree que Illa tiene algún tipo de responsabilidad en el caso Koldo?
-A diferencia del PSOE, en el PP respetamos la presunción de inocencia. Pero Illa no ha dado las explicaciones oportunas. La sensación es de que, en el caso Koldo, solo ha aparecido la punta del iceberg. Cada día que pasa sin que Illa dé explicaciones aumenta la sensación de que está escondiendo algo o se está autoinculpando.
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