La agresividad de Óscar Puente deteriora aún más la relación España-Francia

Y en este contexto, el ministro de Transportes, Óscar Puente, nombrado en noviembre del 2023, viene dirigiendo ataques cada vez más fuertes a París, en una escalada verbal que tensiona las relaciones bilaterales, pues el lenguaje de la diplomacia no entiende de ataques públicos entre aliados. Primero fueron las acusaciones de ayudas de Estado a Ouigo y, más recientemente, los señalamientos a la inestabilidad política de Francia por el retraso en las conexiones transfronterizas.

El resultado es un deterioro de la relación bilateral que coincide con que el país vecino lleva cuatro meses sin embajador en Madrid, después de que el anterior responsable de la legación, Jean-Michel Casa, se jubilara en agosto. Esta tardanza en encontrarle sustituto es vista como «extraña» por fuentes diplomáticas al tratarse de un país limítrofe y de una retirada por jubilación y, por tanto, prevista. «En un caso así, el plácet del sustituto se solicita con antelación», señalan. Habrá que esperar probablemente hasta febrero para que desembarque en España Kareen Rispal, hasta ahora inspectora general del Ministerio de Exteriores, para hacerse cargo de la legación gala en Madrid.

Hace casi dos años, el 19 de enero de 2023, Sánchez y Macron celebraron en Barcelona la XXVII cumbre bilateral hispano-francesa, de la que surgió el tratado de amistad entre ambos países, cuyas bases se establecieron en la cumbre bilateral de Montauban, en 2021. Ese documento, de 24 páginas y 36 artículos, establece una serie de compromisos concretos para consolidar «una estrecha relación bilateral y proteger el vínculo entre ambos países con un marco político y jurídico acorde a los retos del siglo XXI». Francia lo ratificó en 2023, pero España no lo ha hecho todavía.

Fuentes diplomáticas señalan que Sánchez quería firmar el tratado «a toda costa» y no analizó la dificultad legal del artículo 2, punto 4, que establece: «Un miembro del Gobierno de una de las partes será invitado al Consejo de Ministros de la otra parte, al menos una vez cada tres meses y por rotación».

Según ha podido saber ABC, este punto exigía una reforma de la Ley del Gobierno, de 1997, porque como afirman fuentes parlamentarias es «absolutamente inconstitucional». «El Consejo de Ministros es el núcleo de poder del Gobierno y sólo pueden asistir españoles», añaden estas mismas fuentes. No obstante, los catedráticos de Derecho Constitucional consultados no tienen clara esa supuesta inconstitucionalidad, ya que la presencia de un ministro de Francia «se puede resolver por la vía de la interpretación». «Considerarlo inconstitucional es demasiado burdo. Se entiende que se trataría de asistentes como oyentes, sin capacidad de voto, y que pueden participar de una parte del Consejo de Ministros, y no del conjunto», añaden.

Para solventar este problema, casi dos años después, el Ejecutivo ha reformado la Ley del Gobierno mediante una enmienda en la Ley de eficiencia de la Justicia, que el Congreso aprobó este jueves. Previamente, La Moncloa había intentado hacer esta misma jugada a través de la Ley de Paridad. El texto resultante es el que sigue: «A las reuniones del Consejo de Ministros podrán asistir los Secretarios de Estado y excepcionalmente otros altos cargos, cuando sean convocados para ello, sin perjuicio de lo dispuesto en los tratados internacionales válidamente celebrados por España».

El problema de la maniobra legal del Ejecutivo es que la Ley del Gobierno no tiene nada que ver con la Ley de eficiencia de la Justicia y, por tanto, la enmienda es lo que se denomina «intrusa», y podría ser considerada inconstitucional por el Tribunal Constitucional si fuera recurrida. «Se estimó oportuno tramitar paralelamente la modificación de la Ley del Gobierno que facilitara la participación de un miembro del Ejecutivo francés en el Consejo de Ministros periódicamente y viceversa, de acuerdo con lo previsto en el tratado», señalan desde Exteriores a ABC.

El segundo asunto que está tensando las relaciones es esa escalada en los ataques de Puente al Gobierno francés. El pasado 11 de diciembre en el Congreso, el ministro español de Transportes se refirió a la conexión de alta velocidad y sacó a relucir la inestabilidad política francesa para descargarse de culpas por el retraso. «Es muy difícil la interlocución, porque yo he conocido ya cuatro ministros de transporte franceses en lo que llevo de ministro en un año. Hay quien quiere eso para España, fíjese. Hay quien quiere darle a España la inestabilidad que tienen países como Francia. Ojalá no. Repito, cuatro ministros. No es posible alcanzar acuerdos ni implementar mejoras ni irnos de la mano a la UE y conseguir una 'implementing decision' y que la UE sobrefinancie la parte francesa que los franceses no tienen interés en desarrollar», se revolvió.

Además, Puente continuó comparando para mal al Ejecutivo galo con el luso. «Con el Gobierno portugués hay sintonía y ambición de llegar a las fechas comprometidas y de conectar los dos países. No encontramos esa misma respuesta en el caso de Francia, y tengo que ser claro con ello. Por tanto, ¿tendremos la Y vasca en funcionamiento antes de 2030? Estoy por asegurar que sí. ¿Tendremos conexión de alta velocidad con Francia a través de Hendaya? Estoy seguro de que no, y eso dificulta las cosas. No es un problema de nuestro país», añadió.

No es la primera vez que Puente ataca al Gobierno francés, al que viene acusando sin pruebas de dar ayudas de Estado a la compañía Ouigo por estar participada por capital público. Pero ese 11 de diciembre, sólo cuatro días después de la reapertura de Notre Dame sin representación española, fue más lejos que nunca. Y ello, con el agravante de que ese ataque se produjo tan solo unos días después de que Puente mantuviera una conversación telefónica con su homólogo francés, a iniciativa gala, para tratar de reconducir la relación y poner fin a las críticas públicas. Según diversas fuentes, la conversación discurrió en un tono constructivo y aparentemente se encontraron puntos de entendimiento en las cuestiones técnicas que estaban causando fricciones en el avance de las interconexiones ferroviarias.

Además, esas duras declaraciones se produjeron con el equipo de Transportes desplazado a suelo francés, para abordar los problemas técnicos que generan el retraso. El 10 de diciembre, la delegación española se reunió con sus homólogos en la dirección general de Infraestructuras francesa; el mismo día 11 hubo una segunda reunión en Burdeos; y al día siguiente, en Toulouse. El Ministerio de Transportes español no ha querido realizar ningún comentario a ABC.

Desde una perspectiva diplomática, ese ataque desde la tribuna de oradores del Congreso es inexplicable porque supone airear el problema más grave que atraviesa Francia, su inestabilidad política, una situación inédita que la población gala está viviendo con un elevado grado de incertidumbre y preocupación. En un modelo centralista como el francés, la ciudadanía es especialmente sensible a los problemas que puedan afectar al correcto funcionamiento del Estado y al efecto que puedan tener en los servicios públicos. Por ello, esos ataques suponen un inexplicable agravio a un aliado.

«Esa intervención sería merecedora de una queja por parte del Gobierno francés. Alguien debería explicarle a Puente cómo son las relaciones y el trato entre vecinos y socios. Igual que no quieres que los políticos de otros países señalen tus problemas, tú no señalas los suyos. Y de ninguna manera si son aliados», apuntan fuentes diplomáticas. La protesta de Francia no se producirá, al menos de momento, porque el Ejecutivo galo se encuentra en funciones y el ministro del ramo no tiene esa competencia, pero podría ser una de las cuestiones que valore su sustituto.

En cuanto a la reinauguración de Notre Dame, para Macron fue un éxito contar con la presencia de Donald Trump y 40 jefes de Estado y de Gobierno. Ello ha permitido que la falta de representación española fuera pasada por alto en París. No obstante, las explicaciones dadas por el Ministerio español de Asuntos Exteriores no acaban de encajar. El argumento esgrimido por el equipo de José Manuel Albares sobre el carácter personal e intransferible de las invitaciones, dirigidas en concreto a los Reyes y al ministro de Cultura, Ernest Urtasun, demostraron ese descuido hacia la relación diplomática, ya que otros países sí buscaron sustitutos. Fue el caso de Reino Unido, que envió al Príncipe Guillermo, o el de Italia, con Georgia Meloni. España, en cambio, ni siquiera hizo el intento de intentar sustituir a los Reyes o a Urtasun, a pesar de conocer que la fórmula de invitación personal e intransferible es la que se usa por defecto para eventos de alto rango, pero que permite excepciones que el país anfitrión valora a petición del interesado.

Es de prever que, una vez publicada en el BOE la modificación de la Ley del Gobierno, España se disponga a ratificar el Tratado. Lo que no está tan claro es si Puente asumirá la importancia de la diplomacia en las relaciones bilaterales. Todo a la espera de la llegada de la nueva embajadora francesa. Son tiempos difíciles para la relación con nuestro vecino más importante.