Los presidentes españoles y la falta de liderazgo
Del impulso transformador de Suárez a la visión cortoplacista de Zapatero, los jefes del Ejecutivo han dejado su sello particular en la toma de decisiones

De la visión cortoplacista de Zapatero a la voluntad atlantista de Aznar. Del impulso transformador de Suárez a la energía de González. De la soledad de Calvo-Sotelo al tacticismo de Rajoy. Los distintos presidentes de la democracia han apuntalado la etapa política más estable de la historia de España sobre la base de un liderazgo insuficiente. Porque, como sostiene el investigador José Luis Álvarez, «posiblemente ningún presidente español merecerá el adjetivo de líder en su acepción más exigente».
Ninguno de los jefes del Ejecutivo españoles responden al calificativo de «maquiavélico». Estos son los más «autónomos, fríos, calculadores, ambiguos, dúctiles, resistentes y escépticos». Si acaso Felipe González puede acercarse a ese perfil. Es una de las conclusiones de Álvarez, que en «Los presidentes españoles. Personalidad y oportunidad, las claves del liderazgo político» (Lid) desgrana la personalidad y estilo en la toma de decisiones de los distintos mandatarios. Porque, según explica Álvarez, «la presidencia del Gobierno ha sido la plataforma más importante para ejercer el liderazgo político en nuestra sociedad».
Adolfo Suárez
Fue «solitario e individualista» en la toma de decisiones, entre otras cosas, por la descomposición de su partido, UCD. Y porque su labor consistió en «desmontar el legalmente el franquismo desde dentro». Para conseguir sus objetivos, Suárez ganaba en el cara a cara, «incluso con adversarios políticos como Santiago Carrillo o Felipe González». Fue también un gran comunicador, y parte de su capital político se debe a su uso de la televisión. Aunque, según Álvarez, Suárez «no era tan excelente en los mítines o en el Parlamento». En el dominio del «tempo político», el primer presidente de la democracia hizo gala de una gran creatividad táctica «sin perder de vista la dirección global de avance».
Leopoldo Calvo-Sotelo
«El más intelectual y orientado a las artes y humanidades de todos los presidentes del Gobierno» tuvo poco tiempo para forjar un estilo propio. Fue un presidente de transición y tampoco pudo formular una «visión distintiva y personal para España».
Felipe González
Los socialistas Felipe González y su «número dos» Alfonso Guerra fueron los que mejor interpretaron el binomio «policía bueno-policía malo». El expresidente, durante sus trece años de gobierno , se enfrentó de cara a los desafíos que se le plantearon. Detrás tenía a Guerra, conocido por el «control férreo» de las reuniones de subsecretarios previas al Consejo de Ministros, se dedicaba a «la gestión y control de la burocracia del partido y del propio gobierno». González pasó de una etapa «más participativa» en la toma de decisiones a otra más individualista, ya en sus últimos años al frente del Ejecutivo. Fue, estima el autor de «Los presidentes españoles», el «mejor comunicador de la democracia española», ya fuera en mítines, en televisión o sede parlamentaria. González fue capaz de sacar adelante decisiones -permanencia en la OTAN o renuncia al marxismo- en contra de la opinión de la opinión pública y de su partido.
José María Aznar
Dos legislaturas y dos formas de encarar el liderazgo. «Aznar evoluciona su estilo de la toma de decisiones en relación directa con su poder» y, con mayoría absoluta, el expresidente «popular» tomó decisiones como la participación en la guerra de Irak de forma individual, «incluso en contra de la opinión de colaboradores tan cercanos e importantes como Rato». En cuanto a sus dotes comunicativas, Aznar reconoció sentirse más cómodo en privado, si bien su descaro a la hora de ofrecer discursos en inglés, no siempre dominándolo a la perfección, revela una «notable fuerza de voluntad, autoconfianza, capacidad de aprendizaje y desparpajo». Con el tiempo consiguió mayor soltura en los debates parlamentarios. Aznar es también «un buen ejemplo de preferencia por políticas mantenidas en el tiempo».
José Luis Rodríguez Zapatero
A juicio de José Luis Álvarez, el expresidente socialista es «seguramente el más individualista de todos los presidentes españoles», comparable con Suárez. Su equipo de confianza no pasó de un puñado de personas, lo que le llevó a recibir críticas entre sus propios miembros de partido. «Individualista», «vengativo» y «enclaustrado» son algunos de los calificativos que le dedicaron a Zapatero . Fue «astuto, hábil y ágil», características necesarias para el juego político a corto plazo, y durante su primera legislatura le sirvió para mantener movilizado a su electorado. «Pero tal era su perfil cortoplacista que cuando la crisis y la opinión pública ansía un liderazgo fuerte, cuando no autoritario, su estilo queda desalineado con la situación».
Mariano Rajoy
Rajoy juega con el tiempo y la ambigüedad en la toma de decisiones, adoptadas siguiendo un estilo individualista: escucha a su equipo de confianza -al que se mantiene fiel- y después resuelve atendiendo al momento político. Poco amigo de las ruedas de prensa, el estilo de Rajoy consiste en mantener el máximo dominio de sus acciones: «No verse obligado a responder a los demás, escapar de la incesante cadena acción-reacción-contra-reacción en que consiste la actividad política». Es así como consigue optimizar su capital político. Rajoy, concluye José Luis Álvarez, «es el presidente con el entendimiento más lúcido de las dinámicas y tempos de poder. Y es incluso mejor táctico que Rodríguez Zapatero».
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