COn permiso
Los diez negritos del sanchismo
Una a una han ido cayendo, asaltadas, ocupadas e incrustradas las empresas e instituciones más apetecibles para el Gobierno. El discurso económico ha perdido interés para un Pedro Sánchez 'on fire' que solo busca dejar enchufados amiguetes para que nadie levante alfombras cuando ya no esté. De los autónomos... ni se acuerda
Los autónomos lanzarán un SOS al nuevo Gobierno con 36 medidas
![El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/economia/2023/06/10/1467495871-RAcLwEVYl0vzRgCAp9WCwrK-1200x840@abc.jpg)
Al son de una macabra e imperceptible canción de cuna infantil van cayendo, sin prisa ni pausa, los damnificados del sanchismo. Una a una, fulminadas, se amontonan las víctimas de una forma de hacer de un Gobierno letal para la gestión transparente y el ... buen hacer de empresas e instituciones. Diez negritos se fueron a cenar. El CIS preguntó y el gurú José Félix Tezanos cayó para siempre en las redes de Pedro Sánchez y la demoscopia al gusto del que paga, y quedaron nueve. Nueve empresas trasnocharon y presumieron de estratégicas, innovadoras y competitivas. Indra no pudo despertar del abrazo monclovita y, de Marc Murtra a Miguel Sebastián, quedaron ocho. Ocho compañías públicas viajaron por las vías del PSOE S.A. y Renfe, AENA, Correos y Red Eléctrica (Redeia) sacaron solo billete de ida para el capitalismo de amiguetes gubernamental. Quedaron cuatro instituciones caminando por la cuerda floja del decoro y la vergüenza torera. Y la CNMV, la CNMC y el Tribunal de Cuentas acabaron sin hacer pie y dando de bruces en las redes de los 'agradadores' de La Moncloa, asintiendo a cualquier movimiento peregrino de gobierno corporativo y regulatorio y sirviendo de perfecto eco a las tesis de la vice Nadia Calviño y compañía (de las malas, claro). Un negrito, con cuerpo de autónomo para más señas, se encontraba solo y se durmió confiado en las promesas reiteradas del Ejecutivo, arrullado por las bonitas palabras de lluvia de ayudas y fondos europeos. Y camino va de no quedar ninguno.
El asunto es que la situación de empresas e instituciones, en general, y de los autónomos, en particular, supera ya la categoría de novela negra e incluso deja atrás la imaginación de Agatha Christie. Las cifras de un colectivo sufrido como pocos -el particular, me refiero- entran de lleno en el drama social. Que para acicalarlas ya están otros. Pero son las que son. Por ejemplo, la EPA del cuarto trimestre de 2022 reflejó una pérdida de 111.200 autónomos mientras que, más cercanos, los datos de afiliación de abril reflejan la pérdida de 13.000 efectivos, el peor dato en una década. Cierto es, las cosas como son, que hay más actividad y está aumentando la facturación -lo dicen ellos mismos, pero para el conjunto, y entre los que han podido sobrevivir mal que bien a las puertas ya del verano- pero tan cierto como que soportan más gastos, y eso hace que la mayoría de los autónomos siga teniendo dificultades para cerrar cada mes y acabe con un saldo a final del ídem en el que gana lo mismo o un poco menos.
Pues... habrá que volver a insistir al señor Sánchez y a los que le rodean, que parecen tener entre ceja y ceja a un colectivo que tradicionalmente es responsable del 75% de la ocupación en nuestro país. No en vano, los autónomos pudieron salvar los muebles y que no se haya producido el cataclismo del mercado laboral español en plena pandemia, debido a que se han mantenido en el RETA (el Régimen Especial de Trabajadores Autónomos) a pesar del desplome de la actividad y del cuentagotas con el que han ido llegando las ayudas. Aunque muchos dirán ¿y qué ayudas? Con más razón que un santo.
Vuelven a pedir pues, una vez más, la necesidad de que el Gobierno -casi ya, si me permiten, el siguiente, porque este acelera sí, pero para sus cosas internas e intereses antes del 23J- de 36 medidas de ayudas. Y en el mientras tanto, al menos, que se les adapten los impuestos que pagan a la realidad que viven, con un incremento de costes del 30% en los últimos dos años.
Pero no solo los autónomos esperan como agua de mayo a Alberto Núñez Feijóo, es que todo el Ibex 35 también reza todo lo que se sabe para que el país pase página cuanto antes. De momento, las últimas cifras oficiales aportadas por la propia Hacienda hablan de que las grandes empresas españolas -responsables del 34% de los puestos de trabajo de nuestro país y de un tercio de valor añadido bruto de la economía- registran en lo que va de año un insignificante avance del 0,9% en su facturación, un 90% menos que hace un año. Por ello, los encuentros privados se han incrementado entre el líder del PP con los principales ejecutivos del Ibex y alguno más, claro, y los máximos representantes del colectivo de las pymes. Todos -sector energético, bancario, distribución, ganaderos, agricultores... y los autónomos, claro- han transmitido a Feijóo y los suyos que quieren que la regulación resulte predecible, que se acabe en la medida de lo posible con los asuntos que crean inseguridad, que se de portazo a las retroactividades, y que terminen las injerencias del Gobierno, la intervención sectorial y, si eso, que cesen los insultos. Que se de a los empresarios el valor que realmente tienen como creadores de empleo y riqueza, y que se reconozca que aparte de resultados hay una gran aportación a la sociedad.
El sanchismo ha puesto su propia hoguera en la Plaza de la Señoría monclovita, y de aquí al 23 de julio va a arder la economía entre temperaturas insoportables y el bochorno de un Ejecutivo que ya solo piensa en salvar su pellejo y en dejar clavadas las alfombras con adeptos incrustrados en las listas electorales. La economía no parece importarle ya y para el recuerdo quedan aquellos discursos rimbombantes según los cuáles habíamos salido más fuertes y más preparados que nadie de la pandemia, del volcán, de la guerra y de Putin. Nadie se acuerda.
Ahora, Sánchez ha tocado a rebato y las hordas de estómagos agradecidos solo están en rescatarse a sí mismos de la que se avecina. Ha pulsado el botón de las elecciones y cada cual está a lo suyo, como siempre, pero ahora a la desesperada. Permanezcan atentos a consejos, fundaciones y empresas satélites camufladas y verán el movimiento para enchufar todo lo enchufable antes del diluvio. En esto hasta los sanchistas son autónomos, pues su negocio empieza y acaba en sí mismos. Es el nuevo humanismo sanchista. No se fíen de nadie y corran a la poltrona al grito de sálvese quien pueda.
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