CON PERMISO
Calviño, y su caramelito y el PSC con el '¿qué hay de lo mío, Pedro?'
El ala catalán del PSOE está que trina, a punto de pedir un verificador por los feos que recibe de Sánchez. El ministro Hereu es la única cuota de un partido cuyo éxito en las pasadas elecciones dio la vida al sanchismo. El PSC quiere competencias en economía y controlar, cómo no, la cotizada SEPI. Ahora que logrado su objetivo -veremos a cambio de «qués»- el sillón de la vice primera está libre, y lo mismo... Veremos.
Nadia Calviño, una tecnócrata reconvertida en política que dirigirá el brazo inversor de Bruselas
![Nadia Calviño presidirá el Banco Europeo de Inversiones (BEI)](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/economia/2023/12/09/EFE-RVrq3TkSAVfx9zekPlg9sVP-1200x840@abc.jpg)
El nombramiento del exministro de Cultura Miquel Iceta como embajador ante la Unesco se antoja poca cosa para que el exministro 'relámpago' de Sanidad, Salvador Illa, pueda seguir tapando sus vergüenzas ante los socialistas catalanes. El Partido de los Socialistas en Cataluña ( ... PSC) ha sido excluido de las pomposas mesas de negociación con los independentistas a petición de los propios independentistas y casi borrado del Gobierno por los cálculos de Pedro Sánchez. El PSC sabe que el 'gap' entre las capacidades entregadas y las recompensas recibidas es enorme. Que sin haber cedido a Sánchez su excelente resultado electoral el pasado julio, el habitante de La Moncloa estaría hoy pisando tierras menos firmes y, con él, otros personajes venidos a más como Santos Cerdán, de profesión sus labores.
La ausencia del socialismo catalán en puestos de visibilidad es tan notoria como el déficit en posiciones menos reconocibles, y aquí como el que no llora no mama -que le pregunten si no a la flamante presidenta del Banco Europeo de Inversiones- se han apuntado a la corriente de vuelta de tuerca para sacarle los higadillos al Gobierno central, que es sacárnoslos a todos pero poniendo cara de boda ante sus electores. El PSC quiere tocar chicha. Sabe que el área económica está en deconstrucción y han mandado su carta a los Reyes Magos, que en esto de la pela no hay regímenes excluyentes que valgan.
De momento, sobre el tapete la sucesión al 'sillón Calviño', por si pudiera valer. Y para ocuparlo, no de inmediato -así lo ha deslizado Sánchez-, suena algún que otro nombre muy digno para la causa. A saber, David Vegara, el que fuera secretario de Estado de Economía con Pedro Solbes en la era Zapatero, cuyas raíces están muy próximas al PSC y mantiene buena sintonía con Sánchez. Su experiencia en instituciones como el FMI o el Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (el Fondo de Rescate de la crisis financiera) le convierten en un candidato idóneo para afrontar desde Economía los retos ineludibles en un área que deja Calviño sola ante el peligro fiscal europeo. Aunque personalmente no le viene nada bien, y que el sueldo que recibiría no es que seduzca mucho. Vegara es consejero ejecutivo de Banco Sabadell y la pérdida económica sería considerable. Además, si estuviera interesado, que lo dudo, en su contra jugaría que la propia vicepresidenta 'a la fuga' no ceja en su empeño de postular (tanto, por cierto, como a su exjefa de gabinete, Judith Arnal, como gobernadora, ¡como se entere Escrivá¡) a su buen amigo José Manuel Campa, exsecretario de Estado de Economía con Elena Salgado, economista de prestigio internacional y presidente de la Autoridad Bancaria Europea, cuyo mandato vence en abril de 2024, si bien en la EBA quieren que siga.
El caso es que a la nueva presidenta del BEI vuela hacia el infinito y más allá. De 'viceazafata' a comandanta-pilota, con un salario anual de algo más de 375.000 euros (27.000 euros al mes, ¡ahí es nada!). Multiplica por tres su sueldo y que el marrón de tirar de la economía española se lo quede el siguiente. Y si en el camino se ha tenido que sacrificar para lograr el favor de alemanes y franceses un puesto de mucha mayor relevancia para el país como era la presidencia del MUS -el Mecanismo Único de Supervisión-, que estaba más que decantado que era para la subgobernadora del BCE, Margarita Delgado (que recayó en la germana Claudia Buch), o la sede de la EMLA -la futura Agencia Europea de Blanqueo de Capitales, por sus siglas en inglés- también pedida por los teutones (en detrimento de Madrid, la favorita), pues se sacrifica. Todo por la causa calviñista, «porque yo lo valgo». Que ella ahora -y el jefe 'regalador'- quiere que 'su' nueva institución comunitaria (por cierto, donde mandan los técnicos querida Nadia) se convierta en el brazo financiador de inversiones en transición climática. ¡Vaya curiosa causalidad! (que no casualidad), así se comprende tanto el giro discursivo de Sánchez respecto de las renovables -ahora dice que sí «incentivará» el hidrógeno verde-, como el de Calviño sobre la necesidad de financiar desde el BEI las nucleares: «Cumpliremos lo que diga el reglamento». Bueno, no seamos malpensados, son simples «cambios de opinión», ya saben.
En cualquier caso, y volviendo al principio, el PSC considera que la cuota de un ministro de Industria -Jordi Hereu, la minicuota catalana pues- en un Gabinete hipertrofiado es bien poca cosa y quiere más. Mucho más. De hecho, le han puesto los ojos -la mano es solo cuestión de tiempo- a la SEPI, que se ha convertido de la noche a la mañana en el objeto oscuro de deseo de unos y otros en el entendimiento de que es la puerta de entrada a compañías mucho mayores, y con la credencial institucional y los recursos que otorga la gestión de los fondos europeos. La SEPI es el primo de zumosol en el mundo de los negocios, y el socialismo catalán quiere llevarlo de la mano para sortear una legislatura de apreturas y odiosas comparaciones con los partidos separatistas.
El PSC quiere trazar una geometría económica variable con la escuadra y el cartabón de todos los españoles y aprieta a Sánchez con un balance de comienzo de curso en números rojos: adiós a Meritxell Batet, adiós a Raquel Sánchez y adiós a Eva Granados. Illa va tieso de reencuentros y concordias, justito de ententes del PSC con las sillas de poder y le entona a Sánchez el «¿qué hay de lo mío?». El presidente se hace el sueco y aprieta el paso, acostumbrado como está a pasar por los escándalos como si fueran brasas, pero esta vez ha dado en hueso porque no hay peor cuña que la de la misma madera. Cero preocupación, dirá Félix Bolaños. Pues eso. Cría cuervos.
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