El quinto en discordia
Estados Unidos cambia el tranco
Los tipos van a terminar bajando menos de lo que pensábamos hace unos meses pero algo más de lo que pensábamos hace unas semanas
Los 'pigs' otra vez protagonistas (7/7/24)
Las cosas van muy deprisa. En cosa de pocos días hemos pasado de pensar que la Reserva Federal no iba a bajar los tipos, a descontar con prácticamente certeza que bajarán tipos ya en septiembre. Unos datos un poco peor de actividad económica sumados ... a un dato de inflación algo mejor han dado la vuelta a la percepción del mercado.
Los tipos van a terminar bajando menos de lo que pensábamos hace unos meses pero algo más de lo que pensábamos hace unas semanas. Y, evidentemente, lo que finalmente pase no es inocuo para los mercados. El precio del activo libre de riesgo es determinante a la hora de valorar todos los activos. Además, a la ecuación hay que añadir si la bajada se produce porque la economía se resiente más de lo esperado o porque los precios se están finalmente embridando.
Más allá de que la discusión sobre los tipos es una discusión que no tiene fin, probablemente lo más destacable es que, tras un periodo en que nos hemos movido en la zona de peligro, hemos vuelto a la relativa normalidad y eso también tiene consecuencias tras muchos años de haber vivido fuera de ella. Primero por tipos anormalmente bajos como respuesta a los desafíos a los que nos hemos enfrentado en los últimos años y que se haría muy largo enumerar. Y segundo, un entorno de inflaciones disparadas tras el Covid y la guerra de Putin.
Toca ahora volver a tirar del manual y estar más pendiente de lo que pueda pasar con el cuadro macroeconómico. Si la economía se desacelera algo más de la cuenta, los tipos bajaran algo más sin que vayan a volver nunca a los niveles aberrantemente bajos que hemos visitado estos últimos años. Y si a los precios les cuesta algo más volver a los niveles objetivo, los tipos estarán algo más arriba durante más tiempo.
Nada que no hayamos vivido antes. Y eso es precisamente la noticia: los tipos dejan realmente de importar porque se van a mover dentro de lo que consideramos normal. Probablemente eso no va a evitar que sigamos prestando mucha atención a cualquier cambio que introduzcan los hacedores de política monetaria pero la noticia, la mejor noticia, es que ya no importa tanto porque hemos superado con nota los años de heterodoxia económica y ahora la pelota ha vuelto al terreno de juego.
Escupir al cielo
Con lo que hemos vivido últimamente, nuestra capacidad de sorpresa se ha reducido notablemente. Sin embargo, uno no puede dejar de sorprenderse con que en un país en el que el turismo es su principal industria últimamente se haya emprendido una campaña en contra del mismo. El turismo representa prácticamente el 14% del PIB. Cifra que para ponerla en perspectiva conviene, por ejemplo, compararla con lo que representaba la promoción residencial en el momento álgido de la burbuja anterior, cuando en España se construían y vendían más de 600.000 casas al año y había síntomas claros de haber perdido contacto con la realidad, que no llegó al 12% del PIB. Hoy, a lo que podemos considerar velocidad de crucero del turismo, su peso es dos puntos superior a lo que representaba el ladrillo en una burbuja de proporciones bíblicas y que con toda seguridad no se volverá a repetir. Esta comparación probablemente sea la mejor muestra de lo importante que es el turismo para nuestra economía. Y una parte de la población española le ha dado por criticarlo en una muestra más de cainismo incomprensible. Es como si los países del golfo pérsico se pusieran a cuestionar al petróleo o los franceses hablaran mal de la mantequilla.
El turismo en España es una bendición que nos viene dado por lo que vienen dadas las cosas en la economía que es la demografía, la geografía y la historia. Que ahora nos pongamos a hacer crítica destructiva como si fuéramos un tabloide británico en temporada alta hablando de los riesgo de la ensaladilla solo puede hablar mal de nosotros mismos.
Es una industria que hay que cuidar y potenciar. También hay que tratar de mejorar. Pero esas mejoras no pasan por manifestarse delante de los turistas insultándoles, dando titulares fáciles a la prensa sensacionalista. Los problemas hay que tratar de atajarlos sin consignas y con altura de miras. Es algo muy preciado que nos ha tocado en suerte y que en la coyuntura económica actual tiene mucho recorrido si se le trata con algo de cabeza y no con las vísceras. Somos de las pocas economías del mundo que pueden recibir al año cien millones de visitantes. Esto es un activo que bien tratado tiene una potencialidad enorme. Y esto pasa por no solo indignarse.
El brazo más suelto
Aunque esté feo recordarlo, hace unos días, cuando se anunció la opa sobre la socimi Arima, apuntábamos a la posibilidad de que esta operación fuera la primera de muchas porque el descuento con el que cotizan estas compañías inmobiliarias en Bolsa era terreno abonado para que se dieran más. Dicho y hecho. El viernes pasado, Lar, la socimi española especializada en centros comerciales, era la protagonista del día. El grupo Lar, uno de los principales accionistas de la compañía y a la sazón gestora de la socimi, y Hines lanzaron una opa sobre Lar.
La naturaleza de la operación es completamente distinta a la que protagonizó Arima. Con este movimiento, grupo Lar trata de evitar que algún otro se haga con el control del grupo. La preocupación está fundada porque actualmente el principal accionista de Lar es el fondo sudafricano Vukile, especializado en centros comerciales y dueño de la socimi Castellana Properties. Los sudafricanos, sin prisa pero sin pausa, llevan tiempo construyendo su posición y el grupo español, tras un largo periodo de calma tensa, ha movido ficha tratando de recuperar la iniciativa.
En los próximo días los sudafricanos tendrán que pronunciarse. Resulta bastante probable que no se dejen amedrentar y opten por dar la batalla porque todavía hay margen para mejorar la oferta y los activos que se están disputando merecen mucho la pena. No han llegado hasta aquí para amedrentarse a las primeras de cambio.
Con independencia de cual sea el desenlace que hoy es imposible de anticipar, lo único que sorprende es que esta operación haya podido sorprender a alguien. Si acaso llega más tarde de lo que algunos esperábamos. En un mercado más o menos eficiente no abundan los duros a cuatro pesetas. Y aunque la espera ha sido larga y ha llevado a algunos a pensar que esta vez esto iba a ser distinto, la cosa ha echado a rodar y ya discurre por la senda razonable. Puede que el mercado permanezca más tiempo ineficiente que solvente como dicen algunos, pero actuar en contra de lo que dicta el sentido común no puede pagar nunca.
Es probable que veamos más operaciones en el inmobiliario. Dinero llama a más dinero y cuando las cosas echan a rodar resulta difícil pararlas. Los descuentos a los que siguen cotizando estas compañías, la enorme cantidad de dinero que hay en las orillas y, por fin, los 'animal spirits' apuntan en la misma dirección. No se pongan enfrente de esta ola.
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