AJUSTE DE CUENTAS
Sanchificación de Nadia
En la polémica sobre la contratación de su esposo exhibió su fibra moral
Calviño, y su caramelito y el PSC con el '¿qué hay de lo mío, Pedro?'
Nadia Calviño Santamaría, que pertenece a la misma generación de 1968 que será jubilada en Telefónica en el ERE, fue reclutada entre los altos cargos de la burocracia europea (era directora general de presupuestos) para cumplir con Pedro Sánchez el papel que Pedro Solbes ... fungió con Zapatero. Sánchez sabía que su doctorado en Economía carecía de credibilidad, que entrevistar a Piketty no lo había hecho más popular entre los empresarios (que entonces estaban obnubilados por Albert Rivera), y recurrió a Calviño para servir de interface con Europa. Desde su llegada en 2018 al primer gobierno de Sánchez, lo que hemos visto ha sido un proceso de sanchificación de Nadia. No está acreditada la calviñización de Pedro, aunque éste ha sabido sacar partido a su inglés, a su paso como becario por Bruselas y, sobre todo, a su buena química con Von der Leyen.
La sanchificación de Nadia quedó de manifiesto en las veces que tuvo que sumarse a los ataques a los empresarios, especialmente en el caso de la fuga de Ferrovial, en la defensa de la tributación a capricho impuesta a eléctricas y banca, y, sobre todo, en la asunción durante la última campaña del tono mitinero que se le da tan bien al presidente y que para los técnicos como ella resulta impostado.
Las hagiografías dedicadas a Calviño por la prensa gubernamental resultan estomagantes, pero, sobre todo, faltan a la verdad. Calviño no fue la ideóloga de la respuesta europea a la pandemia que en realidad lideraron el Banco Central Europeo (BCE), que tan temprano como el 12 de marzo de 2020 adoptó medidas de liquidez, y eurodiputados como Luis Garicano que en la segunda quincena de marzo ya tenían clarísimo que había que salvaguardar las relaciones laborales y crear un fondo europeo capaz de emitir deuda.Personalmente me sorprendió la reacción del BCE aquel mes de marzo porque cuando el 'sálvese quien pueda' mandaba entre los gobiernos, ellos vieron claro desde su atalaya que la salida era colectiva.
Ninguna reforma llevará el nombre de Calviño en España sencillamente porque no las ha hecho. Su mayor acierto ha sido defender la reforma laboral del Partido Popular y hacer que el PSOE de Sánchez se olvidara de un aspecto clave: revertir el abaratamiento del despido. En cambio, ha tenido fracasos sonoros, como el de su agenda digital y es muy probable que en el futuro se la cite frecuentemente cuando se evalúe la forma en que se gestionaron los fondos europeos y el coste que eso ha supuesto.
Calviño actuó de manera sectaria desde el Gobierno con los periodistas que no le fuimos adictos. Su obsesión por detalles absurdos la llevó a llenar un armario con exjefes de prensa. Pero el momento en que su sanchificación se hizo evidente fue cuando exhibió su fibra moral durante la polémica por la contratación de su esposo en Patrimonio Nacional. Recuerdo su enorme sorpresa ante Rafa Latorre en 'La Brújula' de Onda Cero porque se le preguntara por el asunto y sus evasivas posteriores. Nunca más se volvió a poner al teléfono. jmuller@abc.es
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