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Imponer 'cláusulas espejo' a las importaciones: la reclamación de los agricultores que preocupa en Bruselas

La denuncia de «competencia desleal» ha sido común estos días en las tractoradas en España y Francia

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Nerea San Esteban

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Es visible en una visita a cualquier supermercado. En la zona de frutas y verduras las procedentes de nuestro país se mezclan con las venidas de otros como Perú y Costa Rica, que en muchas ocasiones se venden a un precio más bajo. Es una realidad que enfada a los agricultores europeos, que consideran que a estas importaciones no se les exigen los mismos requisitos y que, por eso, lo que ocurre con productos de terceros países puede tildarse de «competencia desleal».

En esto, la discusión sobre las 'cláusulas espejo', que apelan a que lo que se importa de fuera del continente cumpla con las mismas condiciones que lo que se produce dentro de él, resuena estos días en los despachos de Bruselas. No en vano, la palabra se oye y repite en las protestas francesas y españolas.

Son estos dos países, de hecho, los que en los últimos años han abanderado en la Comisión Europea la necesidad de imponer 'cláusulas espejo' a las importaciones. El ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación, Luis Planas, protagonizó ya en el verano de 2022 una intervención en la que hizo un llamamiento «al consenso europeo», insistiendo en que el «principio de reciprocidad debe presidir la negociación y la revisión de los acuerdos comerciales de la UE, cuya implementación no debe ser impuesta sino negociada de manera multilateral», dijo, insistiendo en que «no se trata de proteger nuestro mercado sino de que los productos que se importen tengan las mismas exigencias medioambientales, sanitarias, de bienestar animal y fitosanitarias establecidas en la UE», «dentro del respeto» a las normas de la Organización Mundial del Comercio (OMC).

El problema reside en que, pese a que países como España y Francia empujan en esta dirección –junto con Portugal, Italia y Grecia–, no hay un consenso claro en la UE. «Existe una regulación centrada en determinadas condiciones de fitosanitarios y seguridad alimentaria, pero esto trata de ir más allá; hablamos de condiciones de producción, de cultivos, de poder usar o no determinados productos que encarecen la producción...», cuentan fuentes de Agricultura, que insisten que es un debate que se pone sobre la mesa en todos los Consejos de Agricultura de la UE.

Naranjas de Sudáfrica

«El último paso fue conseguir que se aprobara el tratamiento en frío de las naranjas de Sudáfrica», apuntan estas fuentes; una aprobación que tuvo lugar en mayo de 2022 tras la fuerte presión de los productores valencianos y pese a la presión de Holanda, Alemania y Bélgica, que consideraban que esta restricción incrementaría los costes. «Somos líderes en exportación de productos frescos a la UE y presenta una vulnerabilidad a plagas procedentes del exterior que, como en este caso, intentamos evitar», dijo entonces el ministro.

El responsable estatal de frutas y hortalizas de COAG, Andrés Góngora, es crítico con la regulación que existe. «Un producto que viene de fuera no puede contener residuos de plaguicidas que no estén autorizados aquí, pero no se entra en los métodos de producción. La gran mentira son las condiciones laborales, que son determinantes en cuanto a competitividad», critica el portavoz de una de las organizaciones protagonistas de las tractoradas de estos días, en las que junto con UPA y Asaja ha reclamado la paralización de las negociaciones de acuerdos como el del Mercosur (que afecta sobre todo a la ganadería), la no ratificación del acuerdo con Nueva Zelanda y que se paralicen las negociaciones con Chile, Kenia, México, India y Australia.

«Veremos si se va a ir más allá, incluso entran ahí las reglas de la OMC, con varias rondas de negociaciones sin avances. Todo emana de esa legislación y la Política Agraria Común (PAC) tira hacia allí para facilitar la globalización que otros países no han asumido», dice Góngora, haciendo referencia a EE.UU. y la imposición de aranceles a productos como la aceituna negra española.

¿Imposición unilateral?

Con la presión de las protestas en esta dirección, la Comisión Europea trata de situarse en una posición de balanza e insistir en que el consenso es la única forma de aprobar 'cláusulas espejo', que son innegociables en el tema de la seguridad alimentaria pero debatibles en lo que a métodos de producción respecta.

Imponer las cláusulas de forma unilateral tendría un efecto directo negativo sobre la economía en una negociación con países que son socios comerciales de la UE, pero Bruselas trabaja en aumentar los criterios que sí pueden exigirse, como los medioambientales o éticos. En criterios de competitividad, la Comisión Europea mira hacia la OMC, cuyo cometido es que las corrientes comerciales con la mayor fluidez, previsibilidad y libertad posibles. Los agricultores defienden: hay margen.

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