ESPECIAL HIDRÓGENO VERDE
El hidrógeno verde pide paso como pieza estratégica del gran puzle de la descarbonización
El impulso regulatorio y de los fondos europeos permitirá dar un salto adelante a una tecnología con mucho camino pendiente aún para alcanzar su madurez
España parte con ventaja en la carrera de fondo de la revolución renovable
A día de hoy es indudable el papel fundamental que va a jugar el hidrógeno verde en la descarbonización. Y lo es por muchos motivos, entre ellos su transversalidad, aplicable a todos los sectores (energético, transporte, residencial e industrial). Además, contribuye a la seguridad energética, a la creación de riqueza y puestos de trabajo locales y no conlleva emisiones. Es una pieza clave en el ambicioso compromiso de conseguir cero emisiones. Cada año se van dando nuevos pasos para que este vector de energía cumpla su función, aunque siguen existiendo importantes barreras que derribar.
Durante 2023 se vieron dos grandes avances en el ámbito del hidrógeno: el principio de una regulación europea que define lo que es el hidrógeno renovable y el inicio de la llegada de fondos europeos para impulsar esta tecnología «En este año que empieza, esos dos aspectos han de consolidarse, dando lugar al arranque de grandes proyectos de hidrógeno. Aún así, queda mucho por avanzar; estos grandes proyectos han de ser capaces de reducir el coste del hidrógeno renovable; hay que avanzar en transporte y distribución; queda mucho por hacer en regulación y normativa…», comienza por señalar Javier Brey, presidente de la Asociación Española del Hidrógeno (AeH2). «El hidrógeno renovable supone el cambio de un paradigma energético, el paso de la economía basada en los combustibles fósiles a la economía del hidrógeno y, necesariamente, eso conlleva tiempo», añade.
España cuenta con proyectos planteados en todos los sectores: producción, transporte, almacenamiento, movilidad… «sin embargo, este año será el de los proyectos valle, «en lo que se aúne la oferta y la demanda de hidrógeno, con varios puntos de producción de hidrógeno y de demanda del mismo», resalta Brey. Este tipo de proyectos permite además el despliegue de una infraestructura inicial, y presenta un importante efecto tractor en las regiones. «Van a incluir a empresas grandes y pequeñas, a pymes y startups tecnológicas, a centros de I+D y universidades… y, por otra parte, contribuyen a la creación, al despliegue, de una infraestructura inicial, que se irá uniendo y conectando luego mediante corredores de hidrógeno», puntualiza.
Las tecnologías asociadas al hidrógeno (electrolizadores, almacenamiento, pilas de combustible, etc.) se conocen desde hace décadas (e incluso, más de un siglo). «Sin embargo, en las últimas dos décadas ha habido grandes avances en industrialización y reducción de costes», indica el presidente de AeH2. Cree que en los próximos años veremos un aumento de la eficiencia, así como una nueva reducción de costes, como ha ocurrido en otros sectores similares (fotovoltaica, eólica o baterías, por ejemplo).
Para Francisco Montalbán, presidente de la Asociación Andaluza del Hidrógeno, el reto más importante del hidrógeno verde es «encontrar clientes que estén dispuestos a pagar un poco más por el uso de hidrógeno o por el cambio de lo que usen a hidrógeno». Además, recuerda que el precio de ese hidrógeno está estrechamente relacionado con el precio de la electricidad. «Aproximadamente el 75% del coste depende del de la electricidad porque en el proceso de la electrólisis se consume mucho», añade.
Objetivo lejano
Otro de los grandes retos se encuentra en la movilidad, donde recuerda que nadie está haciendo ningún proyecto importante. «La UE nos exige redes que dispongan de hidrogeneras cada 200 kilómetros y no vemos en España que haya infraestructura para que esto se produzca», resalta. Y curiosamente es en la movilidad donde el precio del hidrógeno verde puede ser más competitivo. «Pagar más de 10 euros el kilo es un precio razonable para la movilidad porque con seis kilos de hidrógeno puedes hacer 700 u 800 kilómetros y está siendo competitivo con el precio de la gasolina o el diésel», reflexiona Montalbán. Pero falta a su vez incentivar la adquisición de este tipo de vehículo cuando en 2035 no se podrán comprar vehículos de combustión interna y se penalizará mucho a los que produzcan CO2. «Queda poco tiempo, cambiar toda la flota en pocos años es imposible. No sé qué va a pasar», matiza.
España está focalizada en el lado industrial, donde parte de tener unos clientes con un precio «de manera que tenga una justificación para exista rentabilidad y retorno en un tiempo razonable», añade. Pone como ejemplo una fábrica en Suecia de acero verde cuyo único cliente es Volvo. «El automóvil una vez acabado cuesta entre 200 y 300 euros más, y si hablamos de un camión, 600 euros. Es poco incremento en el precio y muchos clientes están dispuestos a pagar ese poco más por una producción con bajas emisiones. Son esas formas donde el hidrógeno va a encontrar su nicho de mercado», apunta Montalbán.
La industria química cuenta con el hidrógeno verde como socio para poder llevar a cabo su descarbonización y se están dando pasos muy importantes. «El hidrógeno renovable ha adquirido un protagonismo evidente, y será una de las tecnologías más relevantes y que va a captar un mayor volumen de inversión en los próximos años como alternativa al gas», asegura Teresa Rasero, presidenta de la Federación Empresarial de la Industria Química Española (Feique). Al igual que otros gases renovables, el hidrógeno verde va a ayudar al sector químico a desfosilizar los procesos de producción en su uso como materia prima, y también como vector energético limpio que sustituirá progresivamente el uso de combustibles fósiles, ya sea para la producción de energía térmica, para ofrecer alternativas de movilidad o para sistemas de almacenamiento. «En realidad, el hidrógeno ya tenía, y seguirá teniendo, múltiples aplicaciones. La industria química lo ha fabricado históricamente para la producción de amoniaco y fertilizantes, alcoholes, fibras sintéticas, o para distintas aplicaciones y sectores como el sector alimentario, el de refino o el metalúrgico», resalta Rasero.
Desde Feique recuerdan que el hidrógeno verde se ha utilizado históricamente en su producción. «Prácticamente todas las compañías que ya producen hidrógeno o lo consumen como materia prima están involucradas en proyectos de hidrógeno renovable. Y a ellas debemos añadir empresas interesadas en su consumo como vector térmico», resalta. Una experiencia que les permite conocer bien cómo se debe manipular y qué medidas de seguridad aplicar.
Lograr una demanda sólida y precios eléctricos competitivos son aspectos claves
«Pero no solo la química guarda estrecha relación con el hidrógeno, sino que también otros sectores industriales tienen un profundo conocimiento sobre él. En cualquier caso, la neutralidad tecnológica es importante para poder acompañarnos a la industria en su conjunto en el recorrido de la descarbonización y en la transición hacia procesos bajos en carbono», asegura su presidenta. De ahí la importancia de los programas de apoyo a las cadenas de valor clave y que se apueste con fondos públicos por proyectos sólidos y viables.
El sector químico se presenta como un sector tractor para todas las industrias que consuman hidrógeno verde y sus derivados o para cualquier industria que consuma gas. «Hay que tener en cuenta, además, que el sector químico es un sector que, por su capilaridad en otras industrias, se encuentra presente en el 98% de las actividades económicas en algún eslabón a lo largo de la cadena de valor», indica Teresa Tasero.
Al igual que las tecnologías de energía renovable, que ya han logrado una óptima madurez, las tecnologías de producción, distribución y uso de hidrógeno deben recorrer aún esta ruta de desarrollo adecuado y competitivo. «España tiene un gran potencial para jugar un papel clave en Europa en la producción de hidrógeno verde, ya que disponemos de una capacidad de producción eléctrica renovable muy importante, lo que nos lleva a ocupar un protagonismo indiscutible», resalta la presidenta de Feique. Muchos países del norte de Europa están ya apostando por España no solo para proyectos de hidrógeno, sino también de otros productos renovables (biometano, amoniaco o metanol verde, por ejemplo). «Sin embargo, las decisiones de estas inversiones están supeditadas a que nuestro país pueda ofrecer condiciones de competitividad suficientes», añade.
En su opinión, una de las ventajas en la producción de hidrógeno es que no está tan sujeto a los efectos de economías de escala y las inversiones pueden plantearse modularmente, lo que ofrece un mejor margen a la hora de configurar y adaptar proyectos, «pero si no hay condiciones competitivas, los proyectos no se escalarán». A día de hoy, todavía no es competitivo, «pues su precio medio prácticamente triplica el coste del hidrógeno obtenido por reformado de gas, que en España y a escala global, continúa siendo el 95% del total», afirma.
Los proyectos empresariales, para convertirse en realidad, necesitan un marco de operación sólido que garantice la viabilidad de las nuevas plantas de producción y de su retorno. «Otro factor relevante es garantizar con una regulación armonizada y los más altos estándares de seguridad», recuerda Tasero. Es decir, en España hacen falta precios eléctricos competitivos, infraestructuras adecuadas y seguras, y una regulación específica y armonizada. «Resolver estas cuestiones es vital para no desperdiciar la oportunidad que tenemos como país y atraer inversiones relacionadas con el hidrógeno para poder producir a gran escala de forma competitiva», subraya.
La competitividad del hidrógeno verde pasa también por resolver los problemas del transporte y del almacenamiento. «Ya hay tecnología consolidada para el transporte, aunque pueden llegar nuevas soluciones. Lo importante es buscar maneras de transportarlo de la manera más eficiente, puede ser por tuberías, pero es algo complicado, costoso y requiere mucho tiempo», explica Montalbán. No obstante, hay soluciones en el mercado más competitivas que pueden abaratar el despliegue. Además, recuerda que «hay que tratar que la producción esté lo más próximo al consumo posible para evitar que sea un coste mayor».
Factor crítico
El almacenamiento es otro tema crítico. «Cuando no haya sol o viento, hay que usar almacenamiento subterráneo, en cavernas de sal… En Andalucía una empresa geológica investiga el subsuelo porque tiene buenas propiedades para almacenar el hidrógeno. Hay que trabajar así, entender como evolucionar para saber como almacenar energía de forma segura», pone como ejemplo el presidente de la Asociación Andaluza del Hidrógeno.
Teresa Rasero resalta igualmente que el desarrollo de infraestructuras de almacenamiento, junto al transporte, son temas claves para lograr un impulso decidido del hidrógeno verde. Y en esta materia recuerda que uno de los principales retos que aún deben solucionarse, «está la seguridad del proceso o los costes derivados de estas infraestructuras y métodos de almacenamiento, que a día de hoy son muy elevados». A su vez, y pese a sus limitaciones aún, las diferentes tecnologías que se están desarrollando para dar respuesta a este punto importante, «arrojan un horizonte positivo ya que se está trabajando intensamente en ello con resultados muy prometedores en algunos casos», explica la presidenta de Feique.
Entre estas tecnologías también se encuentra el denominado almacenamiento químico en el que entran en juego vectores tan destacables como el metanol o el amoniaco de origen renovable. «Por tanto, aunque el almacenamiento supone un reto importante, también significa una oportunidad de crecimiento», puntualiza.
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