Otra forma de mirar la ciudad y elevar el turismo
El espacio multidisciplinar del mirador de la torre Glóries en Barcelona es una muestra de las nuevas ventanas que la tecnología abre en estas infraestructuras
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Arte, ciencia y tecnología aparecen unidos en el mirador de la torre Glòries de Barcelona. Observar la ciudad desde lo alto del icónico edificio del skyline barcelonés poco se parece al formato tradicional de los miradores. Desde el pasado mes de mayo, este rascacielos diseñado por el arquitecto Jean Nouvel cuenta con un espacio multidisciplinar que aporta información al visitante con la que cambiará su forma de contemplar la ciudad desde lo alto.
Para entender este pionero proyecto hay que tener en cuenta el entorno en el que se encuentra el edificio que fue inaugurado en 2005 como sede de Aguas de Barcelona, entonces llamada Torre Agbar. Cuenta con 34 plantas sobre superficie, 28 de las cuales son ahora de oficinas y su altura es de 144 metros. Desde 2017 es propiedad de Merlin Properties y fue entonces cuando se empezaron a plantear cómo abrir este mirador a la ciudad. «Estamos en el distrito 22@ de Barcelona, donde se encuentra un ecosistema tecnológico y en donde surgen más startups», explica Aleix Pratdepadua, director del mirador.
De la mano de Mediapro Exhibitions comenzaron a trabajar en la creación de un nuevo modelo de mirador. «Hasta ahora tenía un rol pasivo y se ha querido que esté alineado con los retos de la sociedad, siendo muy disruptivo», resalta el director. Es un mirador sin ventanas donde se puede tomar el pulso de la ciudad gracias a toda la información previa que te comunica el espacio. El recorrido comienza por el piso – 1 de la torre y solo después de asimilar todos los datos, el visitante coge el ascensor para apreciar Barcelona desde las alturas.
La tecnología impregna gran parte de este proyecto logrando, por ejemplo, escuchar la melodía de Barcelona que nunca es la misma porque cambia en base a parámetros como la temperatura, la lluvia o el viento. Atmósferas es una de las grandes instalaciones que se encuentran en el recorrido. Se trata de una proyección envolvente sobre una pantalla de gran formato de 108 m2. «Aporta al visitante mucha información sobre las diferentes atmósferas que envuelven la ciudad: cielo, viento, mar y sonidos», indica Pratdepadua. Gracias a los datos registrados en todo momento por sensores situados en la ciudad y a los procedentes de otras fuentes de información podemos saber los satélites que nos pasan por encima, los aviones, la contaminación lumínica, o incluso ver las constelaciones.
Hay también espacio para el Art Data, es decir, a partir del 'big data' se crea arte. Los datos en tiempo real de la velocidad y dirección del viento, así como lo que transporta, van dando forma y movimiento a una tela que se proyecta en movimiento en la pantalla. El mar, por su parte, ofrece información de los barcos y se dan a conocer los sonidos que envuelven a la ciudad.
Una gran pantalla holográfica muestra los múltiples procesos metabólicos de Barcelona, entendiéndola como un organismo que, a su vez, está compuesto de otros organismos. Por un lado, el flujo muestra la interacción entre los elementos contaminantes que flotan sobre la ciudad y el aire que los absorbe. Por su parte, el pulso traza un recorrido entre la red de personas, el transporte de mercancías, las infraestructuras y el alto consumo de combustible diario. Y en cuanto a las vibraciones, presenta el espacio que habitamos como un lugar repleto de información. Entre ellas la digital, que se mantiene a todas horas.
Con todos estos datos contemplar Barcelona 360 es una experiencia diferente y mucho más enriquecedora.
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