Europa recela de Teresa Ribera como comisaria de Energía por su posición antinuclear

Teóricamente, los Gobiernos designan a sus candidatos para ser miembros de la Comisión y es Von der Leyen quien debe atribuirles la cartera que considere más adecuada a sus capacidades, dentro del equilibrio del colectivo del Colegio de Comisarios. La realidad es que los distintos países tratan de colocar a esa personas en el marco de las competencias que más les puede convenir, siempre sabiendo que no están representando a su Gobierno, sino a los intereses comunes de la Unión, y que, además, las decisiones se toman por consenso.

En ese equilibrio entre el interés nacional y los del conjunto de la UE, Von der Leyen ha pedido también a los Gobiernos que le envíen tantos candidatos varones como mujeres, por hacer caso a las reglas de la paridad, y a pesar de que son mujeres los principales cargos confirmados. Además de la presidenta de la Comisión, está la del Parlamento, Roberta Metsola, y se ha designado también a una mujer (Kaja Kallas) como la próxima Alta Representante de la Política Exterior.

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En todo caso, las razones por las que Sánchez insiste en enviar a Ribera a la Comisión tienen probablemente más que ver con asuntos de política interna que con elementos específicamente europeos. Y su candidatura ha sido impuesta incluso sobre la circunstancia poco decorosa de haber sido la cabeza de lista a las elecciones europeas por el PSOE, pero no querer asumir el escaño para no obligar al presidente del Gobierno a nombrar a su sustituto y generar una crisis política en momentos especialmente movidos.

Aparte de esta circunstancia que los eurodiputados no dejarán de notar, sobre el papel la vicepresidenta cumple todos los requisitos: tiene décadas de experiencia en este campo o numerosos contactos con personalidades de toda Europa, pero por otro lado se ha destacado –sobre todo en el semestre de la presidencia española– por ser abiertamente contraria a la energía nuclear y calificó de «gran error» la decisión de la Comisión de etiquetarla como inversión sostenible en la célebre taxonomía verde que establece la lista y las condiciones de las tecnologías susceptibles de recibir ayudas europeas.

Esta tendencia está generando una grave preocupación entre los países miembros que confían en esta energía y, sobre todo después de la invasión de Ucrania y el corte del suministro del gas ruso, están acelerando los planes de expandir la construcción de nuevas centrales. Francia, donde la industria nuclear es hegemónica y proporciona aproximadamente el 70% de la electricidad del país, podría sentirse muy incómoda en esta situación.

Todo ello se verá cuando Ribera se presente ante el Parlamento Europeo para pasar el examen durísimo al que será sometida y en el que se puede esperar que le preguntarán si tiene planes de frenar esta primavera nuclear o si va a seguir la política de cerrar las centrales como ha hecho en España.

Un miembro del Gobierno francés citado por 'Politico' habría admitido que París «está tratando de garantizar que la energía no vaya a manos de alguien antinuclear».

La energía nuclear proporciona alrededor de una quinta parte de la electricidad de la UE, a pesar de que los reactores sólo están en funcionamiento en 13 de los 27 países. Aprovechando el nuevo interés en la energía atómica, una coalición de países pronucleares respaldada por Francia ha admitido que se propone aumentar la capacidad nuclear de la UE en un 50% para 2050.

La actitud de Ribera como comisaria debería ajustarse a la política que marque la institución, lejos de sus posiciones personales, pero en su caso han sido tan radicales que han puesto a temblar a algunos países de Europa central y oriental, donde los presupuestos gubernamentales son ajustados para lanzar su apuesta por aumentar su capacidad nuclear como garantía de soberanía energética.

El comisario sí tiene la capacidad de dar forma a la agenda nuclear de Bruselas y puede favorecer o no estrategias de financiación de las nuevas instalaciones. Algunos funcionarios europeos han reconocido en privado estar preocupados con actitudes como la de Ribera porque consideran que no es posible «tener descarbonización sin energía nuclear», por lo que la designación de Ribera podría plantear un desafío para el sector atómico.

Para nadie es un secreto que la industria nuclear europea pretende que en la próxima legislatura esta tecnología sea considerada igual que las renovables, dentro de la estrategia de descarbonización que impulsa Von der Leyen.