Elena Postigo: «No todo lo que es posible con la ciencia es éticamente lícito»
retos para un nuevo mundo
La asimetría entre la velocidad de la tecnología y la de la reflexión ética lleva a la profesora de Filosofía y Bioética a pedir que «al menos discurran en paralelo», para que los avances no sólo beneficien a los poderosos
Juan F. Jimeno: «Los jóvenes son menos productivos en los países envejecidos»

Elena Postigo Solana (Segovia, 1968) es una de las voces más importantes de la bioética en España y Europa. Licenciada en Filosofía se especializó en Ciencia y Ética y más tarde se doctoró en Bioética con una tesis que dirigió el cardenal y ... catedrático de Bioética, Elio Sgreccia, presidente de la Academia Pontificia para la Vida. Autora de numerosas obras de referencia, Postigo es profesora de la Universidad Francisco de Vitoria de Madrid y es directora académica de la Fundación Jerôme Lejeune, que lleva el nombre del genetista francés que descubrió la trisomía 21 o síndrome de Down.
—¿Qué es el transhumanismo?
—El transhumanismo es un movimiento que promueve la mejora de las capacidades físicas y cognitivas mediante la aplicación de la ciencia y las nuevas tecnologías al cuerpo humano con la finalidad de eliminar aspectos indeseables e innecesarios de la condición humana como el sufrimiento, la enfermedad, el envejecimiento, e incluso la muerte. Así la define Nick Bostrom, director para el Instituto para el Futuro de la Humanidad de Oxford. El transhumanismo pretende alterar la naturaleza humana con el objetivo de potenciar nuestras capacidades, vivir indefinidamente e incluso no morir.
—Usted es crítica de este movimiento, ¿por qué?
—Soy crítica desde una doble perspectiva, la de sus fundamentos teóricos no demostrados; y desde la perspectiva de las implicaciones bioéticas. Desde la perspectiva antropológica, el transhumanismo niega la vulnerabilidad y la finitud humanas; posee una visión materialista, mecanicista y determinista del cuerpo humano; reduce los conceptos de persona y dignidad a meras cualidades materiales y cambiantes; considera al ser humano como un ser reducido a sus funciones superiores, el pensar y el decidir libremente. Niegan la existencia de una dimensión trascendente de la persona y del espíritu humano y a la postre contradicen sus propios principios empiristas en cuanto que afirman o creen en cosas no demostradas.
Por otra parte, soy crítica con los medios que utilizan y las implicaciones bioéticas que tienen. En el transhumanismo se mezcla lo que ya se puede hacer: la edición genética, la selección embrionaria, el alargamiento de telómeros para ralentizar el envejecimiento (en animales); con intervenciones que no sabemos si se podrán realizar o que, incluso, al menos a día de hoy, son ciencia ficción. No todo aquello que es científicamente posible es éticamente lícito. Y la crítica más relevante desde el punto de vista ético es el carácter marcadamente eugenésico de la corriente, por sus raíces, sus fines y sus medios.
—Sin embargo, usted considera que ese transhumanismo es inexorable.
—El desarrollo de la ciencia y la tecnología, grandes aliados del transhumanismo, es imparable y no lo niego ni soy catrastrofista necesariamente. Se está siguiendo un crecimiento cada vez más acelerado, hay quien habla ya de crecimiento exponencial de las denominadas tecnologías convergentes o emergentes (NBIC) como la nanotecnología, la biotecnología, la inteligencia artificial (IA) y las ciencias cognitivas. Ya se está produciendo un cruce entre estas tecnologías: pensemos por ejemplo en la Genética y la IA o en la nanotecnología y la Neurociencia con los implantes neurales. Es un hecho. El transhumanismo se servirá de ellas para alcanzar sus fines.
—¿Por qué la eugenesia es reprochable?
—Etimológicamente, eugenesia significa seleccionar los genes buenos. Los griegos la practicaban en Esparta.
—La Humanidad la ha practicado en animales desde hace mucho…
—Por supuesto, en animales no está mal vista. El problema es en humanos porque atenta contra el principio de no discriminación. Seleccionando a personas con determinados genes estás diciendo que son mejores que las que no los tienen o que tienen más derechos. Si tú dices: yo elimino al portador de este gen, pensemos, por ejemplo, en el síndrome de Down, que es un claro ejemplo de eugenesia de nuestros días, ya que solamente nacen un 10% de los niños con síndrome de Down, esto quiere decir que hay una eugenesia prenatal, por lo tanto, están siendo eliminados. También atenta contra el principio de igualdad, en principio todos tenemos el derecho a vivir, aunque tengas un defecto congénito o no.
Transhumanismo
«Lo que plantea es un mundo de humanos nacidos con mejoras y sin ellas»
—¿El envejecimiento es una enfermedad?
—Aunque hoy en día hay una corriente que sostiene que es una enfermedad, yo personalmente considero que no lo es, porque no es un proceso patológico en sí mismo, aunque como consecuencia de ese envejecimiento se produzca una mayor prevalencia de enfermedades. En sí es un proceso natural.
—No siento necesidad de vivir más allá de mi vida natural, ¿soy raro?
—No lo es. Existe un deseo natural de vivir y un instinto de supervivencia que compartimos con el resto de los animales, pero ese deseo, incluso por muchos años, no se expande necesariamente forzando los límites de lo natural. Es decir, no hay un imperativo moral de expandir nuestra vida más allá de lo natural, sí de cuidar de nuestra vida para que ésta sea longeva y de buena calidad. Por otra parte, el deseo de inmortalidad y de perpetuar nuestra existencia da continuidad a ese deseo natural que desde la antigüedad hasta nuestros días se atribuye a la existencia de una dimensión inmaterial e inmortal en nuestro ser, dimensión que algunos llaman alma o principio de vida inmaterial. Lo que de nuevo trae el transhumanismo es el deseo de 'inmortalismo' terrenal, a saber, vivir indefinidamente en la mejor condición material, incluso más allá de los límites naturales, en lo que ellos llaman el transhumano mejorado o el posthumano, que ya no sería un humano.
—¿La nueva desigualdad serán los implantes y técnicas que nos permitan aumentar nuestras capacidades y superar a los demás?
—Con bastante probabilidad, sí. Es decir, durante un tiempo seguirá habiendo otro tipo de desigualdades, pero probablemente a esto se añadirán las desigualdades que generemos, pensemos en la mejora genética o neuronal mediante potenciamiento genético de capacidades físicas o cognitivas. Este es el escenario que plantea el transhumanismo: seres humanos nacidos sin mejoras y seres humanos mejorados.
—¿Cuál es su opinión del choque entre el sistema judicial británico y el italiano por el caso de Indi Gregory? A su juicio, ¿quién tiene razón aquí? ¿Por qué la Justicia ha llegado a sostener la desconexión vital?
—Considero que la decisión judicial británica de extubar a la niña fue un error. Indi Gregory, bebé de ocho meses que padecía una enfermedad mitocondrial grave e incurable, fue el centro de una batalla judicial entre el sistema legal británico y sus padres. El juez falló a favor de los médicos. Se le retiró el soporte vital y falleció. Italia se ofreció, incluso dio la ciudadanía italiana a la niña para facilitar su traslado al Hospital del Bambino Gesù de Roma, pero la corte británica no lo permitió. Creo que el tribunal se extralimitó en sus competencias desoyendo el parecer de los padres y de otros médicos italianos, quienes estudiaron su caso y consideraron que podría morir serenamente en Italia con los cuidados paliativos que son debidos a todo paciente grave.
Ley de eutanasia
«Cuestiono el modo en que se aprobó. Desoyendo el informe del comité de bioética»
—¿Cuál es su opinión sobre la ley de eutanasia?
—Soy contraria a la ley de eutanasia porque el primer principio ético de la medicina es no dañar, no concibo una medicina cuyo fin sea acabar con la vida del paciente, sino curarlo, cuidarlo y acompañarlo con medicina paliativa hasta el final de sus días. Además, por el modo y el momento en que se aprobó, por vía urgente en medio de una pandemia y desoyendo los informes contrarios, como fue el del Comité Nacional de Bioética. Tampoco existía una demanda social urgente. Es más urgente una ley de cuidados integrales para los grandes dependientes, como los enfermos de ELA, o una ley de cuidados paliativos que no existe.
—¿Cuándo un humano con implantes cibernéticos dejará de ser humano?
—Un humano con implantes seguirá siendo humano, la especie se determina por el origen filogenético; dejará de ser humano cuando no sea generado por gametos humanos.
—¿Y qué es una quimera?
—Una quimera es un ser vivo nacido de la mezcla de patrimonio genético de dos especies distintas. Puede realizarse de distintas maneras: mediante la fecundación de un gameto humano y otro de animal, esto no se ha logrado todavía; o introduciendo células pluripotenciales humanas en un embrión de animal ya fecundado, con el fin de producir órganos. Las células humanas que se introducen no están diferenciadas y podrían acabar en el cerebro o en órganos reproductores del animal, por lo que ese nuevo ser o quimera sería una síntesis de los dos patrimonios. Esto ya se hace con finalidad investigadora y para la obtención de órganos útiles para el humano. Algunos consideramos que no es ético la producción de quimeras interespecie humano-animal por preservar la dignidad del ser humano.
—Ha pintado un panorama en el que, a través de la medicina y la tecnología, la Humanidad evoluciona en un sentido que la gente de la calle no somos capaces de percibir, pero se produce gran alarma en los medios de comunicación porque alguien dice que la inteligencia artificial puede destruir el mundo.
—No me gusta la expresión inteligencia artificial. Soy crítica de ella. Es una máquina. No tiene nada que ver con la inteligencia humana.
—Pero el Parlamento Europeo y la UE van a regular la IA. ¿Tenemos una regulación europea para la edición genética?
—No tenemos expresamente una ley para la edición génica, tenemos otras leyes en las que esta práctica en cierto modo está regulada, pero hay una moratoria internacional para su uso en la línea germinal y embrionaria por los efectos 'off target' desconocidos que podrían causar algún daño a la salud e integridad. Sí está permitido su uso en la línea somática.
—¿Por la forma en la que habla parece que la ética teme a la ciencia?
—Estoy a favor de la ciencia, la tecnología y el progreso. Los avances médicos son algo deseable, pero estamos en un momento que es distinto radicalmente respecto a otras épocas, porque nunca habíamos podido alterar el patrimonio genético humano. El problema es que en ese devenir hay acciones que han de ser valoradas prudentemente para ver aquello que conculca derechos fundamentales o perjudica a las personas más vulnerables, que va en contra de la vida, la integridad física, la salud, la libertad, la justicia, la intimidad, etc. Es ahí cuando se empiezan a plantear las grandes cuestiones de bioética.
—¿Debemos hacer todo aquello que podemos hacer?
—Considero fundamental que se desarrolle junto a la razón técnico-instrumental la sabiduría ética que sepa cuidar y salvaguardar a la persona, en particular a la más vulnerable. Entiendo la bioética como reflexión de fondo, ética y filosófica, sobre hacia dónde queremos ir, los límites que ponemos, que los fines sean buenos, que sean justos, que sean en aras del bien de los más vulnerables, de los discapacitados y no solamente de los mejores o que tienen más medios económicos.
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