Canadá se suma a la guerra de aranceles contra los coches eléctricos chinos
Con una tasa del 100%, el Gobierno de Justin Trudeau sigue a EE.UU. y la UE y justifica la medida para proteger su industria nacional de los subsidios con que Pekín beneficia a sus marcas
La UE propone un arancel del 9% a coches de Tesla fabricados en China
![Un coche eléctrico de Tesla se carga en Shanghai, China](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/economia/2024/08/27/cochelectrico-RPSawK9lzSZ8wZ4882n9ENO-1200x840@diario_abc.jpg)
Se extiende la guerra de Occidente contra los coches eléctricos chinos. Después de que Estados Unidos avanzara en mayo su plan de cuadruplicarles los aranceles hasta el 100 por ciento y de que la Unión Europea estudie imponerles hasta el 36 por ... ciento, el siguiente país en unirse ha sido Canadá. A partir del 1 de octubre, sus importaciones de vehículos eléctricos chinos serán gravadas con una tasa del 100 por ciento y, desde el 15 de ese mismo mes, las de aluminio y acero tendrán un arancel del 25 por ciento. Los aranceles de 100% se suman al 6,1% ya existente para el sector automovilístico eléctrico.
«Todos sabemos que China no juega con las mismas reglas», justificó el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, el lunes en Halifax (Nueva Escocia), donde ha celebrado a puerta cerrada con su gobierno su retiro anual del final del verano para preparar los principales asuntos políticos y económicos del curso que empieza en septiembre. Aludiendo a los subsidios estatales con que Pekín riega sus principales empresas, Trudeau criticó que «actores como China han elegido darse una ventaja injusta en el mercado global, comprometiendo la seguridad de nuestras industrias cruciales y desplazando a los dedicados trabajadores automovilísticos y del metal de Canadá».
Además, recordó que «lo importante es que lo estamos haciendo alineados y en paralelo con otras economías del mundo». Buena prueba de ello no son solo los aranceles similares anunciados por Washington y Bruselas, sino que el consejero de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Jake Sullivan, se reunió el domingo con Trudeau y su gabinete antes de viajar a China, adonde llegó este martes.
Dicho encuentro refleja la coordinación entre EE.UU. y Canadá para hacer frente al «desafío» que, a su juicio, entrañan los coches eléctricos chinos, a los que acusó de «beneficiarse de políticas y prácticas desleales y contrarias al mercado» por los subsidios estatales que reciben de Pekín. Debido al capitalismo de Estado que práctica el autoritario régimen del Partido Comunista, las tensiones comerciales con Occidente son constantes tanto en este sector como en otros marcados por la sobrecapacidad china, como la energía eólica, los paneles solares y las baterías para vehículos eléctricos.
En este sentido, la viceprimera ministra canadiense, Chrystia Freeland, anunció otra investigación de 30 días para estudiar posibles aranceles a las baterías chinas y sus componentes, los semiconductores, placas solares y minerales y metales cruciales. «China tiene intencionadamente una política estatal de sobrecapacidad y exceso de suministro diseñada para gripar nuestra industria. Sencillamente, no permitiremos que eso le ocurra a nuestro sector de vehículos eléctricos», advirtió Freeland, una de las voces del Gobierno Trudeau más combativas con Pekín. «No vamos a construir la política canadiense basándonos en los abusos de los trabajadores y en la contaminación de China», recoge Bloomberg.
La decisión de Canadá sobre los vehículos incluye automóviles, camiones, autobuses y camionetas de reparto eléctricas y algunos modelos híbridos.
Los coches eléctricos chinos, que pueden llegar a costar poco más de 10.000 euros, todavía no han entrado en este mercado. Pero Canadá, que está intentando modernizar su industria automovilística y exporta a EE.UU. la mayoría de los 1,5 millones de vehículos ligeros que produce, ya ha empezado a tomar medidas. Los motivos han sido los planes de expansión del gigante chino BYD en este país y el salto de las importaciones del modelo Y de Tesla fabricado en la megafactoría de Shanghái. En gran parte gracias a dicho vehículo, el valor de los coches eléctricos importados desde China ha pasado de apenas 100 millones de dólares canadienses (66 millones de euros) en 2022 a 2.200 millones de dólares canadienses (1.463 millones de euros) el año pasado. Para esquivar los aranceles, que afectarán a todo vehículo fabricado en China, Tesla tendrá que enviarlos desde sus factorías en EE.UU. o Alemania si no quiere perder este mercado.
Informe crítico del FMI
Como era de esperar, tanto la embajada china en Ottawa como su Ministerio de Comercio han protestado enérgicamente contra esta medida. «El Gobierno canadiense asegura que apoya el libre comercio y el sistema multilateral basado en las reglas de la OMC, pero las ha violado flagrantemente, siguiendo ciegamente a ciertos países y adoptando unilateralmente medidas contra los productos chinos», criticó un portavoz del Ministerio, según recoge la agencia estatal de noticias Xinhua. Aunque Pekín mantiene numerosos aranceles y veta a las empresas extranjeras en sus sectores estratégicos, su Ministerio de Comercio definió la medida canadiense como el «típico proteccionismo» y aseguró que «el desarrollo de los coches eléctricos chinos se debe a sus propias ventajas competitivas».
Pero un informe del Fondo Monetario Internacional (FMI) publicado el lunes ha encontrado que los subsidios estatales de China ayudan a disparar sus exportaciones. «China es el país que más subsidios emplea, medidos por el número de intervenciones políticas. En 2022 había aproximadamente 5.400 políticas de subsidios establecidas desde 2009», concluye el estudio, recogido por el periódico de Hong Kong ‘South China Morning Post’. En esos trece años, la mitad de dicha financiación pública se ha centrado en solo el 20 por ciento de las industrias chinas, concretamente en sectores de alta tecnología como los vehículos eléctricos y sus baterías y los paneles solares durante la segunda mitad de dicho periodo. Según los autores del informe, las exportaciones de esos artículos a 20 países subieron un 2,1 por ciento tras los subsidios y, en el caso de la maquinaria eléctrica, se multiplicaron por tres. Unas cifras que dan más munición a Occidente en su guerra contra los coches eléctricos chinos.
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