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Alemania plantea reinventar las viejas centrales de carbón como red de almacenamiento

Algunas de estas instalaciones han vuelto a entrar en funcionamiento ante la escasez de gas, pero su papel de futuro podría enfocarse a este vector clave en el despegue renovable

La revisión del Plan de Energía y Clima mantiene el cierre progresivo de las nucleares

Una imagen de la central eléctrica de Neurath de RWE, en la zona minera de Renania RWE AG
Rosalía Sánchez

Rosalía Sánchez

Corresponsal en Berlín

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Con la llegada del invierno, el gobierno alemán vuelve a temer la escasez de gas y ha decidido volver a poner en funcionamiento las centrales eléctricas alimentadas con lignito suspendidas y en la reserva, que debieron ser cerradas en 2020 pero que ya estuvieron en funcionamiento el invierno pasado y con licencia hasta marzo de 2024, según ha anunciado el Ministerio de Economía. El objetivo es que estos sistemas sustituyan a las centrales eléctricas de gas y ahorren así el escaso combustible.

La participación de estas centrales en el mercado eléctrico, con una potencia total de 1,9 gigavatios, está ligada a la vigencia del nivel de alerta de gas. Sin embargo, las centrales eléctricas de lignito emiten significativamente más CO2 que las centrales de gas y la decisión está suponiendo un duro trago para el ministro de Economía y Energía, el verde Robert Habeck. «La reserva de suministro se reactivará para ahorrar gas en la generación de electricidad y así evitar cuellos de botella en el suministro de gas en la temporada de calefacción», ha explicado, sin olvidar garantizar que «el objetivo de completar la eliminación gradual del carbón, idealmente en 2030, no se ve afectado, al igual que los objetivos climáticos», por esta decisión.

Lo cierto es que hace estas aseveraciones sin basarse en datos. Sólo después de que expire esta reactivación de las centrales eléctricas el 31 de marzo de 2024, el Ministerio de Economía comprobará posibles emisiones adicionales de gases de efecto invernadero y presentará propuestas antes del 30 de junio de 2024 sobre qué medidas se pueden utilizar para compensar estas emisiones adicionales.

A la espera de los datos, algunos expertos adelantan una reflexión sobre el papel que pueden jugar estas centrales en el futuro como forma de almacenamiento. El analista de tecnologías limpias Antoine Koen, del grupo de expertos Future Cleantech Architects, señala por ejemplo que «cuanto más nos acercamos al objetivo de producir el 100% de nuestra electricidad a partir de energías renovables, más importante se vuelve la capacidad de almacenamiento».

Se basa en la idea de que las viejas centrales eléctricas de carbón pueden ser utilizadas para el almacenamiento térmico de forma mucho más solvente que las baterías, lo que permitirá tirar de reservas en los días en los que haya menos viento o esté más nublado. Propone el almacenamiento de electricidad verde en la central por medio del calentamiento de inmersión, por ejemplo en sal fundida. RWE ha llevado a cabo ya proyectos piloto en colaboración con el Centro Aeroespacial Alemán (DLR) y FH Aachen en 2021. A tal efecto, fue adaptada una fábrica de lignito y convertida en una instalación de almacenamiento térmico.

La sal fundida, que debía calentarse hasta 560 grados centígrados en tiempos de excedente, se almacenaba en un tanque hasta el momento en el que la red requería electricidad adicional. Entonces la sal fundida caliente se utilizaba para calentar el agua del circuito de la central eléctrica de carbón hasta su evaporación. El vapor impulsaba una turbina que generaba electricidad, de la misma manera que el vapor de la combustión.

En Alemania hay docenas de centrales eléctricas de carbón que ya han sido cerradas o cuyo cierre está programado para los próximos años que, según Koen, pueden componer en el futuro una red de almacenamiento de 50 centrales térmicas con una capacidad de almacenamiento de 500 gigavatios hora. A modo de comparación, una batería de un Volkswagen ID.32 tiene una capacidad de almacenamiento de 58 kilovatios hora. El cálculo arroja el saldo de ocho millones de baterías de coches eléctricos.

Las baterías son rentables, por otra parte, para proporcionar grandes rendimientos a corto plazo, pero ineficaces para almacenar grandes cantidades de energía. La desventaja del almacenamiento térmico, en comparación con las baterías, es que estas son menos eficientes. Gerrit Koll, de DLR, calcula que entre las centrales devuelve a la red solamente entre el 40% y el 45% de la electicidad almacenada, mientras que las baterías retornan el 75%. A cambio, la sal fundida calentada no sólo genera electricidad, sino también calor que se puede reutilizxar, canalizado hacia los sistemas de calefacción urbana, y así completar el retorno de la potencia recibida hasta el 100%.

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