'Agroinfluencers', el escaparate de futuro del campo español
Aunque el relevo generacional es lento, cada vez más jóvenes agricultores y ganaderos entienden la importancia de sembrar semillas de comunicación para poner en valor sus negocios y la vida rural
Cuando la vocación emprendedora no tiene edad

influencers rurales, 'agroinfluencers', 'agroyoutubers', 'ruralinfluencer'... No importa su denominación, el caso es que un nuevo fenómeno se labra en las redes sociales cosechando el interés de cientos de miles de seguidores. Entre imágenes y videos de bellos paisajes, de cultivos, de frutas y hortalizas, animales, ... maquinaria, productos autóctonos, ferias... cada vez mayor número de personas del mundo rural aprovechan este gran altavoz de internet para compartir su día a día, sus actividades, experiencias e historias dando visibilidad a los valores de la España vaciada. Innovadoras narrativas que dan aliento al emprendimiento en los pueblos y que desmontan el estigma de que en estos entornos no es posible montar un negocio.
Aunque el sector primario sufre un alto grado de envejecimiento (según el INE el 75% de estas explotaciones están dirigidos por jefes mayores de 45 años) y el relevo generacional es lento y complicado, en los últimos años hay jóvenes que se están incorporando a negocios agrícolas y ganaderos. Una generación «que tiene más formación no solo en la actividad productiva sino en marketing y comercialización. Cuentan con una nueva concepción al utilizar las redes sociales para dar a conocer la actividad agrícola y ganadera, para llegar de forma más directa a los consumidores y a los propios agricultores y ganaderos», explican desde UPA, Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos.
No es la única asociación que está percibiendo esta nueva corriente. «Afloran cada vez más emprendimientos que tienen ese perfil de comunicar y vender el valor del territorio. Y ponen de manifiesto la importancia de un producto porque es de un entorno rural. A la vez las empresas de estos lugares se dan cuenta de que tienen más éxito si comunican su valor por estar ubicadas en un medio rural. Y hay jóvenes que visualizan sus productos y ensalzan ese valor», cuenta también Sara Cortés, coordinadora del proyecto Jóvenes Dinamizadores Rurales.
Un 'influencer' rural no lo tiene más fácil a la hora de generar contenido. Sin embargo sí que cuenta con recursos que no se encuentran en otros entornos, como reflexiona Francisco Torreblanca, profesor de Estrategia e Innovación de ESIC. «No se encuentran en un océano rojo -afirma- lleno de competidores sino en un océano azul donde hay pocos. Por ejemplo una granja para la cría de gallinas en libertad o una explotación agrícola para recuperar una variedad de espárragos producen notoriedad porque están recuperando una actividad que estaba abandonada. Si saben transmitir en redes con naturalidad, con un leguaje propio y transparencia esos valores de originalidad, autenticidad, dedicación y esfuerzo del mundo rural despiertan la admiración de los seguidores. Además estos 'influencers' tienen un gran abanico de recursos tangibles que hace única esta categoría: hablan de maquinaria, de las características de un trabajo, del beneficio que aporta al territorio, de otras formas de vida a las que no estamos acostumbrados y que llaman poderosamente la atención. Un trabajo en el medio rural aporta una solidez económica que puede hacerse exponencial en el altavoz de la comunicación de redes», cree Torreblanca.
Sirvan como ejemplo el testimonio de cuatro 'influenciers' rurales que siembran las redes sociales.
Laura Vallejo, la inspiración del sector forestal
Con su motosierra en mano y manejando grandes vehículos pesados, Laura Vallejo (29 años) triunfa en las redes sociales dando visibilidad al sector forestal desde los bosques gallegos. Tiene 129.000 seguidores en Tiktok, 91.000 en Instagram y 11.000 en Facebook.
En su día a día esta motoserrista y operaria forestal hace visible todo el trabajo que hay detrás de la madera que, por ejemplo, tenemos en casa y de productos derivados que utilizamos a diario como el papel. Así que tala árboles, los selecciona, clasifica... realiza las tareas necesarias hasta que esa madera es transportada a los aserraderos. «Las empresas nos contratan para explotar el monte -relata-. Somos un equipo de tres personas que pasamos muchas horas en el monte y días y días sin ver a nadie. Por eso, tenemos que ser autosuficientes. Nuestro trabajo no es solo cortar madera sino también reparar la maquinaria y saber solucionar cualquier problema que pueda surgir. Estas máquinas se averían, y es muy difícil trasladarlas hasta un taller porque requieren transportes especiales, que son carísimos, y los mecánicos para repararlas son escasos».
Como puede verse en sus redes, Laura maneja grandes vehículos forestales pesados, muestra equipos de protección, prueba tensores hidráulicos, tractores, taladores... Se ha convertido en una fuente de inspiración para marcas que fabrican este tipo de equipamiento técnico. «Las marcas estaban deseando que se vieran sus productos en internet para venderlos y hacerlos más asequibles. Recibo y pruebo motosierras y máquinas para rodarlas en el mercado y que también lo vean mis compañeros». Lo que se ha convertido en un trabajo adicional para ella y en una fuente de ingresos. «A veces para un video de un minuto estoy grabando y editando toda la maña. Son videos más pensados. Pero sigo contando mi día a día como va surgiendo. Es lo más bonito».
Sus mensajes, videos, fotografías... también atraen al público en general. «Mucha gente quiere tener acceso a cómo se produce la madera y sus productos derivados, quieren saber de dónde viene, les gusta aprender y agradecen verlo en redes sociales y de forma gratuita», considera.
Implícito hay otro mensaje: «Fue muy duro empezar en este sector. Cuando presentaba mi curriculum se reían. Ahora me conocen de punta a punta de España. Eso me facilita mi trabajo y mi día a día. Se suele pensar que para dedicarte a esto tienes que ser gente ruda, fuerte, hombre y que hayan vivido toda la vida en el campo. Al dar mi perspectiva como mujer también ofrezco la imagen de que todo el mundo puede hacerlo». Su trabajo ha sido reconocido este año con un premio especial a la mejor labor de divulgación del sector forestal por el Colegio Oficial de Ingeniero de Montes.
Lucía Velasco, la vaqueira de Asturias
El éxito de Lucía Velasco (40 años) en sus redes sociales le han llevado desde una aldea asturiana, donde cuida de sus vacas, a dar una ponencia en Bruselas, donde ha participado en el Grass Ceiling, una iniciativa del Programa Horizonte Europa que impulsa el liderazgo femenino en el medio rural. Allí ha reivindicado la ganadería y agricultura españolas. Su mensaje: «Que vean que somos muy necesarios e importantes -afirma- para cuidar de los paisajes, dar vida a los pueblos, manteniendo culturas, razas autóctonas y sobre todo lo que producimos para dar de comer a la sociedad. La sociedad necesita saber de dónde sale lo que come».

Desde que hace unos tres años Velasco subió a sus redes sociales una imagen del parto de una de sus vacas, sus seguidores no dejan de crecer. Cuenta con más de 37.000 en Instagram y 13.000 en Facebook. Un escaparate digital donde muestra al mundo su día a día como ganadera. «Me gusta transmitir cómo manejamos a las vacas, su cuidado, el cariño que las tenemos, nos desvivimos por nuestros animales. En contra de muchos bulos que nos desacreditan». Y eso tiene un impacto. «Ven la realidad de las ganaderías: son empresas que han evolucionado mucho y han sido creadas por personas que han decidido emprender en el medio rural», considera.
Lucía está recuperando la cultura vaqueira. Así lo define ella misma: «Me muevo de un sitio a otro buscando la mejor comida y el confort para los animales. Practico la trashumancia». Por eso, desde mayo hasta noviembre, cuida de sus vacas en Perlunes, una pequeña aldea asturiana de Pola de Somiedo. Durante esos meses sus reses pastan en las zonas altas de montaña, en las Brañas de Cerreo. Y, antes de que llegue el invierno, regresa con sus animales a los valles bajos de Quexo, en el concejo de Las Regueras. «Llevo a las vacas a lugares más cálidos. Antes esto se hacía en septiembre, pero ahora con el cambio climático lo hacemos más tarde».
Entre todo ese trabajo de cuidar a sus vacas, alimentarlas, vacunarlas, desparasitarlas, mimarlas... Lucía también lanza sus píldoras sobre los efectos del calentamiento, o del despoblamiento, o la problemática de los incendios forestales e incluso valora decisiones políticas. Y muestra desde productos autóctonos, ferias, fiestas de pueblos, hasta tradicionales recetas de cocina.
Detrás de toda esa cotidianidad hay un hilo conductor durante todo su relato: la reivindicación del papel de la mujer en el medio rural. «Siempre hemos estado ahí, ahora poco a poco somos más visibles, pero en la época de mi abuela ni se nos sentía ni veía».
Tom Rohde, con lógica y sin tapujos
Tom Rohde (pseudónimo digital de Fernando Giraldo), un joven agricultor cordobés de 36 años, lleva toda esta semana pendiente de que las rachas de viento no arranquen las aceitunas de sus 50 hectáreas de olivos. Y espera las lluvias para empezar la campaña. «En el campo tenemos dos tiempos: el de las agujas del reloj y el del cielo», se ríe. Mientras tanto el trabajo no decae: «Arreglo maquinaria, sueldo, construyo una nave para mis máquinas, siembro, aro, abono... y resuelvo mucho papeleo».
Eso es lo que día a día refleja en sus redes sociales: todo el trabajo y esfuerzo que conlleva preparar la tierra para extraer el aceite que luego envasa y vende a través de las redes sociales. Ha creado su propia marca en este gran escaparate de internet. «En la primera campaña de 2019 no sabía si envasar 10 o 100 litros. Al final vendí 35.000 litros de aceite por correo electrónico».

Este agricultor, que abandonó sus estudios de Derecho y Administración y Dirección de Empresas, cuenta con más de 51.000 seguidores en X (la antigua Twitter ) y casi 10.00 en Instagram. «Las redes han conseguido que rentabilice mi trabajo, que resulte más efectivo. Me facilitan un contacto más estrecho con los consumidores a los que puedo mostrar mi producto e incluso entregar analíticas de la composición y propiedades organolépticas de mi aceite. Es un contacto más estrecho, directo y de confianza. Y eso es muy positivo».
Tom amplía sus horizontes con comentarios sobre asuntos de actualidad en el sector del olivar: la subida de los costes energéticos, la falta de mano de obra especializada, los efectos de la sequía, la dificultad de encontrar inversión para comenzar con una explotación o para conseguir subvenciones, la aplicación de técnicas innovadoras como el olivar en seto de secano, los abonos... «No engaño a nadie. Cuento con lógica y de manera fácil de entender lo que veo en la realidad que yo vivo. A 50 kilómetros la realidad será otra. Creemos que el campo es un jardín caro y no lo vemos como una empresa. Mi trabajo no es ser 'influencer', sino agricultor y quiero vender mi producto porque me lo pide la gente».
Rodrigo Carrillo, el tractorista de Castilla
Rodrigo Carrillo también es un joven agricultor de 34 años que estudió Sociología, pero ante la falta de salidas laborales decidió aprovechar el negocio familiar. Cultiva lavanda y lavandín en los campos de Cuenca. De esas plantas extrae su aceite esencial para elaborar diversos productos (por ejemplo, para cuidar la piel) bajo su propia marca 'Vallejondo esencial'. «La lavanda y el lavandín tienen una recolección complicada. Hay que destilar y envasar en el momento para que no pierda propiedades. Contamos con una cosechadora y una destiladora para hacer este proceso», comenta. La explotación se encuentra en Villares del Saz (Cuenca), pero él vive a 8 kilómetros, en Villar de Cañas, «un pueblo de poco más de cien habitantes en invierno. El mundo rural no es tan romántico porque también tiene problemas», reconoce.

Rodrigo ha convertido sus redes sociales en un rico mosaico de bellos paisajes modelados por «muchos agricultores y siglos de trabajo. Es un paisaje agrícola que no ha salido de la nada y es una reivindicación que tenemos presente -explica-. Es el campo que me rodea. Siempre llevo la cámara en el tractor y a cualquier lugar».
En X le siguen más de 57.000 personas bajo el pseudónimo digital 'tractorista de Castilla' y más de 6.000 en Instagram. «Las redes me han reconocido lo que hago y mi trabajo en mostrar el día a día de mi actividad y del paisaje», cuenta. ¿Y el secreto de su éxito? «El campo -responde sin dudar-. No es dañino para nadie, muchos seguidores son del propio sector, a mucha gente le gusta y hacer fotografías de los campos de tu pueblo es algo que respetan. El protagonista es el campo».
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