Fútbol
El pozo del que no logró salir Eden Hazard
Real Madrid
El belga tiene una mentalidad brasileña del fútbol: ocio y disfrute. En el Chelsea estaba protegido por Lampard y Terry, entrenaba lo mínimo y luego daba recitales. En Madrid las lesiones le minaron y no soportó la presión
La contundente respuesta de Florentino Pérez a un hincha que le preguntó por el fichaje de Mbappé
Hazard, tras la patada de Meunier en noviembre de 2019
Mayo de 2022. Día 29. Plaza de la Cibeles. 400.000 seguidores celebran la Decimocuarta Copa de Europa, con mucha diferencia la más épica de todas. Desde la pasarela que rodea a la mítica fuente de la capital, los jugadores blancos se dirigen a los ... aficionados con cánticos, gritos y discursos, aunque no todos toman la palabra. Inesperadamente, sí Eden Hazard. Son las 21.51 horas. Vaso en su mano izquierda, micrófono en la derecha y un castellano algo trabado: «Buenas noches a todos. Llevo tres años aquí, con lesiones y muchas cosas, pero prometo que el próximo año voy a darlo todo para vosotros».
Son solo 25 palabras, suficientes para provocar el estallido de la afición y el abrazo de todos sus compañeros que, eufóricos tras escucharle, empiezan a corear su nombre.
La intención era esa, darlo todo, pero la realidad es que doce meses después y tras cuatro años para olvidar, Hazard ya es historia del Madrid y, quizás, del fútbol: «Le conozco desde que en el Lille ya apuntaba a estrella, y hasta el día de su presentación con el Real nunca le había visto nervioso. Aquel momento mostró el lado frágil de Hazard, aunque nadie se diera cuenta entonces», explica una persona que conoce bien a Eden. «A sus 28 años era la primera vez que sintió la presión de ser futbolista, y ya nunca se la quitó», añade.
La promesa incumplida de la Cibeles
Para darle contexto a esto hay que viajar al pasado y ubicarse en Londres. Entre 2012 y 2019, Hazard juega 352 partidos con el Chelsea, en los que marca 110 goles y reparte 85 asistencias, además de ganar dos Premier y dos Europa League, entre otros títulos. Números y actuaciones impactantes en un equipo en el que cuando venían curvas, los palos se los llevaban Terry, Lampard y Drogba. Allí, Hazard era el mago y, además, vivía a la sombra de los capitanes y mitos del club 'blue'. Escenario ideal para el jovial concepto que tiene de su profesión: «Para Eden, el fútbol no es una profesión, sino un divertimento, una manera de expresarse. Siempre se fijó en el modo en el que los brasileños vivían el fútbol como, por ejemplo, Ronaldinho. Le encantaba hacer jugadas espectaculares, goles bonitos, pero no le gustaba entrenar. Hacía lo mínimo, y en el Chelsea se lo permitían», cuenta una exempleada del club inglés.
De pasarlo bien a ganar
Hazard coleccionaba exhibiciones en la Premier y eso hacía que su pereza en el día a día pasara por alto. Mientras jugara así, se le admitía esa mínima exigencia en los entrenamientos. Además, el Chelsea competía por todo, pero no dejaba de ser un nuevo rico. La dureza mediática en Inglaterra estaba, y está, en el United y el Liverpool, los dos únicos clubes británicos que históricamente siempre han estado obligados a ganar, algo que no sucedía con el Chelsea. El peso de esa camiseta nada tenía que ver con la del Madrid: «Allí sintió que el fútbol ya no podía ser su 'hobby'. Era la estrella, el futbolista franquicia. Televisión, radio y prensa hablaban de él todo el día y su mentalidad no estaba preparada para eso. Él jugaba para divertirse antes que para ganar. Y en el Madrid solo vale ganar», cuenta un futbolista que ha compartido vestuario con él.
A Hazard le tocaba ser el líder, tirar del carro, y sus costumbres no eran esas. Tampoco sus vacaciones de verano eran las propias de un deportista de élite. Él mismo lo reconocía, privada y públicamente. Las exprimía al máximo y solía llegar con cuatro o cinco kilos de más que perdía rápidamente, pero no fue así en el Madrid. En su primera pretemporada, en la Audi Cup de 2019, tras un par de semanas de entrenamientos, se rompió el recto anterior del muslo izquierdo, lo que trastocó sus planes habituales. Fue la primera de sus 16 lesiones con el Madrid, que le tuvieron de baja un total de 550 días durante estas cuatro temporadas. Números opuestos a sus siete años en el Chelsea, en el que apenas se lesionó cuatro veces y jugó más de 50 partidos por campaña. En el Madrid nunca participó en más de veinte por curso. De hecho, jamás tuvo un solo minuto en un clásico y su triste hoja de servicios fue de siete goles y nueve asistencias en 76 partidos: «Sufrimiento es la palabra que mejor define su paso por aquí», cuentan desde el club.
«Seguro que el primer sorprendido era él, pero Hazard no ha triunfado en el Madrid por culpa de las lesiones. No fue solo eso. Tuvo a los mejores médicos a su disposición, y también recuperadores. Le faltó coraje mental. Huir de los demonios interiores, del miedo a competir, de la inseguridad en el campo. A Cristiano lo operó un doctor de mi equipo cuando Diawara le mandó al quirófano a los pocos meses de estar en el Madrid. Y luego mira lo que fue», analiza el doctor Ripoll. «No salió de ese pozo por problemas de inadaptación y de debilidad mental», añade el prestigioso galeno.
El embrión de su odisea se fecha el 26 de noviembre de 2019. El PSG visita el Bernabéu en la quinta jornada de la fase de grupos de Champions. Cuatro meses después de su aterrizaje, Hazard por fin se parece a sí mismo, pero una salvaje patada de su compatriota Meunier le rompe el tobillo, el mismo que ya se fracturó con Bélgica en junio de 2017: «Esa es la llave, pero no la única», explica su entorno. Tardaron diez días en detectar que le habían roto la placa de la anterior cirugía, tiempo perdido que agravó la lesión. Tras tres meses de baja, forzó para regresar y recayó contra el Levante en el Ciudad de Valencia, a las puertas del coronarivus, la otra llave.
Hazard se operó y las primeras tres semanas de rehabilitación las hizo solo en su casa, con un readaptador del club ayudándole por Zoom: «El confinamiento fue muy estricto en España. Yo no tenía la maquinaria ni las instalaciones adecuadas para recuperarme correctamente y, a partir de esa lesión, fue un calvario. Estaba dos días bien y quince mal», confesó a L'Èquipe en una entrevista antes del Mundial de Qatar, en noviembre del pasado año.
Ahí, Hazard estaba ya también tirando la toalla. Personas que estuvieron presentes en ese cara a cara de Eden con el diario francés cuentan que en su frente llevaba ya escrita la palabra retirada. Aquella promesa hecha en Cibeles seis meses antes había pasado a mejor vida. Ni siquiera el primer verano de su carrera que se tomó en serio le sirvió de algo. No hubo excesos durante sus vacaciones y diez días antes de comenzar la pretemporada hizo trabajo individual con Davide Violati, fisio del Madrid que también ejerce a nivel privado con algunos jugadores belgas, como Courtois. El problema era que el cuerpo de Hazard ya no era el mismo. Ya no cogía la forma con facilidad. O, directamente, no la cogía. Demasiado tiempo lesionado.
Secuelas físicas
Eden había perdido masa muscular, potencia, agilidad y explosividad. Su cabeza era un pandemónium de dudas con una doble pregunta en bucle: «¿Por qué a mí? ¿Qué he hecho yo para merecerme esto?». Cuestiones sin respuesta, que decidió asumir con deportividad. Delante tenía compañeros, como Vinicius o Rodrygo, que eran como el Hazard de hace diez años. Así que, a pesar de su deseo y su esfuerzo, desde principio de esta temporada ya se concienció definitivamente que jamás volvería a ser el Eden del Chelsea, ni el del Lille, ni de la mejor Bélgica. Ni siquiera se le acercaría. Y se rindió: «Mi estilo es encarar, regatear, el uno contra uno. Y yo ya tenía miedo de que me dieran otra patada que me volviera a romper. Tenía que asumir que mi paso por el Madrid es un fracaso».
Tanto que, tampoco, consideraba que la Decimocuarta fuera suya. Así se lo dijo a L'Èquipe: «No me siento campeón de la Champions con el Madrid. No tuve impacto en ese título». Confesión que le honra y demuestra su bonhomía. Hazard ha sido un tipo muy querido en el vestuario y en el club. Nadie nunca le reprochó nada. Ni Ancelotti, con el que solo habló este curso cinco minutos en pretemporada, y ahí se quedó su interacción. Había distanciamiento, pero también respeto. Era compatible. Eden nunca fue ese perfil de jugador que abría el despacho del entrenador para llorarle. No era su estilo.
Manteado por los compañeros en su adiós
De hecho, en Valdebebas hablan de una persona encantadora y bromista. También buen compañero, de esos que nunca da un problema. Como no lo ha hecho para rescindir su contrato. Desde Zidane, en 2006, nadie había perdonado dinero de su contrato. Hazard se va sin 15 de los 30 millones brutos que ganaba por temporada, y no tenía por qué. Así fue su odisea en el Madrid.