QUÉ FICHAJE AQUEL el de... julien faubert
El peor fichaje del Real Madrid: jugó dos ratitos y se quedó dormido en el banquillo
1'5 millones por la cesión, solo jugó 54 minutos, 53 aficionados fueron a su presentación y se echó una siesta en un Villarreal-Real Madrid
Los fichajes de Gaspart: una millonada dilapidada
![Faubert, en el momento en el que Di Stéfano le entrega su camiseta con el 18](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/deportes/2024/08/06/faubertjulien-RcsKKlQIXJ3A8SE165zWBxN-1200x840@diario_abc.jpg)
Su cesión, de seis meses, le costó al Madrid 1'5 millones de euros e incluía una opción de compra no obligatoria de seis kilos, a su presentación acudieron 53 aficionados, jugó solo 54 minutos (30 ante el Racing y 24 frente al Athletic), se ... quedó dormido en el banquillo de El Madrigal durante el partido contra el Villarreal, fue multado por olvidarse de ir a entrenar un domingo y el director deportivo de entonces, Miguel Ángel Portugal, le definió como un futbolista al que le «costaba con el balón». Si Julien Faubert no es el peor fichaje de la historia del Madrid, como mínimo sale en la foto finish.
De la corta, pero intensa y nefasta etapa de Boluda como presidente del Real Madrid (enero-junio 2009), el aficionado blanco no olvida el 2-6 del Barça en el Bernabéu y el 4-0 del Liverpool en Anfield, aderezado previamente por aquella bravuconada del mandatario en la que aseguró que iban a infligir un «chorreo» a los reds, pero no se recuerda tanto una de sus primeras decisiones: aceptar la petición de Juande Ramos de fichar a un extremo derecho francés que no había empatado ni en un partido de chapas en el salón de su casa.
Faubert jugaba en el West Ham. Bueno, pertenecía al West Ham y de higos a brevas salía al campo a intentar no tropezarse con sus propios tacos: «Es verdad que al principio pensaba que era una broma porque en el mercado siempre se dicen muchas cosas», dijo el propio Julien el día de su presentación. Autorretrato.
Juande Ramos, que en su etapa en el Tottenham quedó fascinado con el rendimiento de Faubert en el West Ham, pidió a Boluda un jugador por banda derecha que supliera las continuadas ausencias de Robben, cuyas lesiones eran su pan de cada día, y le convenció de que Julien era el adecuado. Bueno, bonito y barato. Ni siquiera el informe de Portugal echó para atrás la operación: «Es potente y va bien al espacio, pero le cuesta con el balón y le faltan recursos. Me preocupa su adaptación y su respuesta a tanta exigencia. Prefiero a otros antes que a él».
![Faubert, dormido en El Madrigal](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/deportes/2024/08/06/flaubert-1-U14318661385krO-760x427@diario_abc.jpg)
Faubert vistió el número 18, pero si hubiera llevado el 0 nadie se hubiera dado cuenta. Nunca un futbolista de tan poca calidad había logrado llegar al Real Madrid y recibir la camiseta de las manos de Di Stéfano. Herejía: «No tuve la oportunidad de demostrar lo que podía hacer en el campo. Trabajaba mucho, pero en mi posición jugaba Robben. Un jugador que hacía goles en todos los partidos», explicó meses después de su paso fantasma por el Madrid.
El mundo irreal de Faubert en el Madrid tuvo tres momentos irrepetibles. El primero, el día de su debut, calificado de «gris» por Juande Ramos y le costó la etiqueta de gordo: «Nunca he sido un jugador fino o esbelto. Yo estaba en forma, será el color de la camiseta blanca que engorda», se defendió Julien. A su exceso de peso se le unió un domingo libre por la cara. Faubert no acudió al entrenamiento tras el Recreativo-Real Madrid jugado en el Colombino. El francés no estuvo ni convocado, pero ni se interesó en saber si al día siguiente había sesión de trabajo o día libre. Salió cruz.
Su última imagen la dejó en el banquillo de El Madrigal, que es como así se denominaba el estadio del Villarreal hasta su cambio de nomenclatura en 2017 (La Cerámica). Allí se quedó dormido mientras el partido estaba en juego. Él lo negó años después: «Estaba enfadado porque otra vez no iba a jugar. En las imágenes no se ve, pero tenía los ojos abiertos. Da la sensación de que los tengo cerrados, pero no. A veces hay que inventar historias. Que afecte a mis hijos es lo que más me molesta. Que ellos sepan que esa imagen es falsa. Sí estaba mirando el partido».
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