Pau Ribes, de bailar en el agua a la peluquería

Pero Ribes se encontró con todas las trabas posibles. Empecinado en triunfar en un deporte entonces exclusivamente de mujeres, logró que en 2015 se cambiara la normativa para poder competir a nivel nacional e internacional, siguiendo los pasos de Bill May, nadador estadounidense considerado el pionero mundial de la natación masculina sincronizada. Se convirtió en el primer español en competir en un Mundial y se colgó ocho medallas europeas (cuatro de plata y cuatro de bronce en dúo técnico mixto y dúo libre mixto repartidas entre Londres 2016, Glasgow 2018, Budapest 2021 y Roma 2022), formando pareja con Gemma Mengual. «Gemma era y es mi referente. Ahora tenemos una relación de madre e hijo», recuerda.

No obstante, la sincro no le daba para vivir, al contrario, le costaba dinero, lo que le obligó a una retirada prematura, con 27 años. «La principal razón fue económica. Cuando estás tirando del carro, no tienes ayudas ni subvenciones y te lo pagas todo tú... Empiezas a comparar y ves que estás perdiendo dinero. No me salía rentable. Yo no tenía una beca, solo una cantidad por las medallas conquistadas que te la pagaban al final de la temporada, pero hacías números con todo lo que te gastabas en transporte y otras cosas y salías perdiendo. Yo pagaba para ir a entrenar o ir a trabajar. Además, mi cuerpo tampoco podía progresar».

Y decidió ganarse la vida haciendo lo que más le gusta. Dedicándose al cuidado de la imagen masculina. Estudió un año peluquería y barbería, de los que tiene un grado superior. Tras un periodo de formación en C&C Academia Casanova Mataró, ahora trabaja en una barbería de Santa María de Palautordera, población barcelonesa a los pies de la sierra del Montseny. «Soy barbero y me encanta», explica Ribes, que ha heredado la pasión de uno de sus bisabuelos. «Es uno de los oficios más antiguos del mundo, el cual también es artístico y me ha dado el cambio que necesitaba en mi vida. Estoy haciendo lo que me sigue gustando y estoy disfrutando mucho».

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El exnadador se lo pasa muy bien realizando afeitados: «Disfruto mucho con la navaja: afeitados, rituales de barba… Mi instagram de barbero es 'Pau da Razor' (Pau el Navajas). Un auténtico barbero afeita con navaja y no es lo mismo que con cuchilla… es un ritual. Hay que probarlo al menos una vez en la vida», asegura. Ribes sonríe cuando se le recuerda que un pequeño fallo en su trabajo puede ser letal: «No me da miedo pasar la navaja por el cuello del cliente, es más, me gusta porque creas un ambiente de tensión. El cliente te está dejando su cara para que tú le pases una navaja… Notas si está relajado, si está más tenso, cuándo respira… eso me mola. Lo disfruto. Creas un vínculo».

Y con la navaja en la mano rememora todas las trabas y vejaciones que ha tenido que superar porque «en este deporte te hacen sentir como un bicho raro». «Me ha tocado romper barreras, las he afrontado como he podido y las he superado», añade orgulloso.