DESPUÉS DE... LA NATACIÓN
Patricia Castro: De campeona en la piscina a maquinista de Renfe
Medalla de oro en los 200 libres de los campeonatos de Europa júnior, plusmarquista nacional en su día, olímpica, lidiando como muchas de sus compañeras con problemas de salud mental, giró a ferroviaria tras probar suerte en los seguros y las consultorías
LOLA FERNÁNDEZ OCHOA: DE LOS ESQUÍES A LA SALUD MENTAL
![Patricia Castro, en su época de nadadora y ahora, junto a un AVE](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/deportes/2024/04/01/maqui3-RZUZduKhYI91cX2MH7rXZLP-1200x840@diario_abc.jpg)
«A mí me daba mucho miedo el agua», confiesa Patricia Castro (Madrid, 1992). «Había una piscina grande en la urbanización de casa, cerca de la zona de Arturo Soria, pero yo me negaba a meterme, no había manera y mi madre estaba desesperada. ... De repente, un día me lancé yo sola y unos días más tarde, Tomás, el socorrista, le dijo a mi madre: 'Pues esta niña se mueve muy bien en el agua...' Y ahí comenzó todo».
Años después, ya con 15 años, Patricia se proclama campeona de Europa júnior, en Belgrado. Era el año 2008. «Tengo un recuerdo maravilloso, porque al acabar la carrera y tocar la pared, todo el equipo español estalló con una ovación impresionante, con muchísima euforia, todo el grupo volcado conmigo. Nunca lo olvidaré». Eran años de compañerismo, de juventud, de compartir la alegría del deporte. «En realidad aquella etapa la recuerdo como una época muy bonita. Porque íbamos al colegio todos juntos, nos entrenábamos en grupo en las piscinas Madrid'86, comíamos juntos siempre..., teníamos un gran ambiente».
La mejor prueba de Patricia Castro era los 200 libre. «Sí, pero a veces te cansas de hacer siempre lo mismo, por eso me gustaba probar los 400 estilos de vez en cuando. Era un respiro, para variar, para airearme». Después de su medalla de oro junior, Patricia dejó el domicilio de sus padres para vivir en la Residencia Blume, junto a jóvenes de todos los deportes. «Eso supuso un salto de calidad. Yo ya no era júnior. Mejoré mucho y además nos lo pasábamos muy bien en el grupo que entrenaba Jordi Murrio. Entrenaba junto a Sergio García, Leiro, Hernando... Fue cuando rompí el muro de los dos minutos y batí el récord de España. Estuve allí tres años. Los dos primeros fueron muy buenos. El tercero, no, porque yo me ponía mucha presión, me afectó psicológicamente, con ansiedad, me bloqueé y decidí salir de allí: no estaba bien mentalmente, no supe gestionar aquello, necesitaba un cambio».
Aquel bajón mental, «que realmente me duró dos años», lo supo combatir Patricia con dos decisiones trascendentales: su movimiento al club Canoe y posteriormente su experiencia americana. «Ese período fue muy malo desde el punto de vista mental y lo superé gracias a la gente del Canoe, a mi novio Marco Rivera, también nadador, y al cambio a Estados Unidos.
Con 20 años, Patricia se decide a cruzar el charco y probar suerte en una universidad estadounidense. «Me fui a la Universidad Queens, en Carolina del Norte. Fue un tremendo cambio de vida y ahí me entró una morriña total, porque llegué con un nivel de inglés muy bajo». La nadadora madrileña completó en tierras americanas sus cuatro años de universidad estudiando ADE y Marketing.
«Aquellos fueron mis mejores años. Pude comenzar de cero, comencé a querer de nuevo a la natación, e hice mis mejores marcas. Aquel cambio salvó mi carrera como nadadora. Eran días muy intensos, nos levantábamos a las cinco de la mañana y a la media hora ya estábamos en el agua, para una sesión de un par de horas de entrenamiento, luego ya venían las clases. Después, la comida, trabajo en el gimnasio y vuelta a la piscina sobre las tres de la tarde, otras dos horas. En las clases yo al principio no me enteraba de nada, y además, en el primer curso lo único que se da allí es filosofía, lengua y literatura, o sea que... ¡tela! Lo que realmente me ayudó a mejorar mi inglés fue que en el piso del campus me metí con cuatro americanas. En dos meses ya hablaba bien».
Los Juegos de Londres 2012 son el mejor recuerdo deportivo de Castro. «Aquello era como un parque de atracciones, vivíamos todos en el mismo edificio y allí Pau Gasol y Patricia Castro eran lo mismo, todos iguales«. Cuatro años después, los Juegos de Río ya no están tan llenos de buenos recuerdos. »Aquello marcó ya el inicio de mi despedida de la natación. Tenía 24 años, había entrenado bien pero no me salió bien la competición. Sin embargo, una semana más tarde, en los Campeonatos de España, ¡pues volaba! La forma me salió una semana después».
En 2017 tomó la decisión de abandonar la natación. «También contribuyó que tuve muchas amigdalitis, algo del sistema inmune, no sé. Mentalmente tampoco me encontraba bien. Recuerdo que fui a los Nacionales, competí y me dije: '¡se acabó!'». Entonces Patricia y su novio toman la decisión de trasladarse a Valencia a vivir: «No sabía muy bien qué hacer y me puse a trabajar en una empresa de seguros. Luego pasé a la consultoría y trabajé durante dos años en Deloitte, pero decidí que aquello tampoco era lo que quería hacer».
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El siguiente cambio en la vida profesional de Patricia Castro iba a ser radical. «Mi marido es ferroviario y me empezó a atraer mucho lo de ser maquinista de tren. Hice un curso de un año, que es lo que te exigen para poder opositar. En 2021 logré la licencia de maquinista y un año después entré a trabajar en Renfe, en Cercanías Valencia. Estoy muy contenta. Es un trabajo que cada día es diferente, tú eres tu jefe y mandas en el tren... ¡es que me gusta mucho!». Y Patricia, actualmente embarazada por vez primera, de ocho meses, vuelve la vista atrás y al hacer balance se siente una privilegiada. «Tuve suerte como nadadora. En España y en Estados Unidos».
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