Hinchas / Javier Urra
«A Lamine le insistiría en que sea inteligente; podrían aprovecharse de él y acabar muy mal»
Ni dos infartos han frenado la arrolladora vitalidad del primer Defensor del Menor que tuvo España. Hoy, a los 68 años, este psicólogo natural de Estella sigue ayudando a los jóvenes a superar problemas.
«El Madrid ha ganado Champions sin merecerlas»
—Tiene aspecto de deportista ¿dónde empieza esa historia?
—Siempre se me ha dado bien la natación. Con 67 años, tuve lumbalgia. El fisio me envió al gimnasio y descubrí que me gusta mucho. Cotilleo con la gente que está por allí. Y soy ... muy del Real Madrid.
—Aún no le he preguntado por el Real Madrid y ya me ha marcado territorio. ¿No se fía?
—De quien no me fiaría es de alguien que cambie de equipo. Mi padre era del Atleti, pero yo soy muy del Madrid. Puedes cambiar de todo, pero no del equipo. Porque el fútbol es emoción pura. La gran tontería del mundo de hoy es hablar de inteligencia artificial. No existe. La inteligencia es emocional.
—El deporte es un gran motor motivacional ¿existe alguno ideal para chavales con problemas?
—Depende. Hay a quien recomiendo deportes individuales, perfiles que lo necesitan para no violentar. Para los que tienen características autísticas, en cambio, busco que practiquen deportes que les ayuden a relacionarse.
—De todo lo que sacude hoy al fútbol ¿qué le preocupa más?
—Los padres que quieren que su hijo sea un crack con siete años, y le enfrentan a un entrenador porque no lo ha puesto. O con el árbitro, por lo que sea. Lo que un psicólogo debe trasladar es que, normalmente, se pierde más veces de las que ganas.
—Eso convierte a los psicólogos deportivos ¿en necesarios o en imprescindibles?
—A mí no me gusta que la sociedad esté medicalizada, ni psicologizada, pero nuestro papel es muy importante. Un amigo mío del mundo de baloncesto me comentaba que, en muchos equipos, cuando llegan a los últimos minutos, nadie se atreve a tirar. Pero es que, además, en un equipo de fútbol, hay quien se está separando, quien tiene un problema con su hijo, o de identidad sexual, hay quien no sabe ganar o perder. Y hay que actuar.
—Y luego está Vinicius, que a ver cómo se soluciona eso.
—El temperamento no se cambia nunca. Su carácter es muy difícil, complejo. Más allá del psicólogo, que me consta que está haciendo una gran labor, hay otras personas, como Ancelotti, que también están sumando. Debería aprender, pero no es tan joven para hacerlo. Le es muy complicado. Cuando entra en conflicto, no se centra en el fútbol. En su caso, además, se junta el elemento del racismo que, en lugar de soslayarlo, le produce un gran dolor.
—¿Tiene solución?
—Mi pronóstico no es bueno. Difícil solución.
—¿Cómo se gestiona un caso como el de Lamine Yamal, un niño convertido en crack de la noche a la mañana?
—La sociedad quiere a los mejores. Y para que alguien triunfe, tiene que empezar muy joven. La infancia se ha acortado mucho y la adolescencia se alarga. Hemos visto muchos juguetes rotos por la fama. Hay que ser muy claro con ellos: eres buenísimo y tienes todo lo que quieres, pero esto tiene un desgaste o igual te lesionas y tienes que prepararte para todo.
—Creo que a Lamine no le interesaría seguir hablando con usted.
—Mi labor como psicólogo es hacerles reflexionar sobre eso. Le diría cosas como: tu padre viene de otro entorno y vive en un barrio determinado de Barcelona ¿es bueno que sea tan famoso? ¿va a haber situaciones conflictivas?. Le llevaría a un hospital, a un centro de parapléjicos y le insistiría en que no pretendo deprimirle. Sólo, que sea inteligente, capaz, que podrían aprovecharse de él y puede acabar mal.
—¿Todo deportista necesita un psicólogo?
—Planteémonos lo siguiente: Zidane ¿cómo es que, siendo tan razonable le dio un cabezazo a Materazzi o por qué hay tenistas muy grandes que rompen raquetas?
—Es imposible ser perfecto siempre, a 200 pulsaciones.
—Guardiola lleva una temporada que no le está siendo propicia y nadie va a poner en duda su capacidad. Luego hay personajes como Mourinho o Luis Enrique, que pueden ser agradables en entornos reducidos, pero, con una cámara delante, les encanta generar discordia. A veces, la persona y el personaje se confunden. O Miguel Induraín, al que le cuesta hablar. Se dejaba ganar muchas etapas porque lo que le interesaba era la general. Es muy inteligente pero no hace uso de la palabra.
—¡Qué cantidad de perfiles ofrece el deporte!
—Así es. Un caso: un muchacho al que conocí. La última vez que cené con él me habló de su mujer, de sus hijos. Tenía un restaurante estupendo, aquí en Madrid. Una vida, en definitiva. Practicaba deporte extremo. Le dije que estaba poniendo su vida en riesgo y que tenía muchas cosas a las que asirse. Se mató practicándolo. Hay quien necesita retarse a sí mismo. Es un suicidio por fascículos.
—Vamos a por otros casos más agradables. ¿Cuál es el equipo de fútbol más fuerte en lo psicológico?
—El Real Madrid. El año pasado, me senté en el estadio al lado de un niño de diez años. Partido Champions y, a ocho minutos del final, el Madrid iba perdiendo ante el Bayern Munich. En cuanto marcaron los alemanes, le dije al crío: «No saben lo que han hecho. Acaban de perder el partido». Se produjo algo que se llama profecía autocumplida: los jugadores del Madrid sabían que iban a ganar. En cambio, los alemanes empezaron a mirarse unos a otros. Al portero alemán se le escapó el balón y…
—¿El futbolista con la mentalidad más fuerte?
—Bellingham. Lee muy bien los partidos, es inteligente, se lleva bien con los compañeros y luego se va a saludar al público. Tiene una gran empatía.
—¿Un equipo con personalidad propia?
—El Atlético de Madrid. Se han mentalizado de que son sufridores. Y sufren. Pero adoran a su equipo, su escudo. Creen en Simeone. Pero en momentos cruciales, tienen miedo a ganar.
—No más que a los arbitrajes, Javier. Prosigamos. Defíname a Mbappé.
—Necesita ser el rey.
—¿Simeone?
—Un luchador con mucha filosofía.
—¿Florentino Pérez?
—Un gran presidente.
—¿Joan Laporta?
—Un espectáculo.
—¿Hansi Flick?
—Alguien que sabe lo que tiene que hacer, en un entorno muy difícil.
—¿Lamine Yamal?
—Un chico que promete mucho y que nos viene muy bien para integrar.
—¿Quién va a ganar la Liga?
—El Atlético de Madrid.
—Usted no puede ser tan equilibrado. Desmóntese a sí mismo, por favor
—Soy una buena persona, pero me entristece darme cuenta de que me alegra que pierda el Barcelona. Y me pregunto ¿por qué me alegro?.
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—¿Se puede criticar sin ser anti o en España es imposible?
—Se puede. Yo tengo capacidad de criticar lo que más quiero y si el Madrid juega mal, lo admito, aunque gane. Soy muy valiente: he elaborado estudios que me han enemistado con la Iglesia o con los taurinos. No soy anti nada. Y si el Madrid está quebrado desde que se fue Kross y el centro del campo del Barcelona es mejor, lo digo. Es más, me es más fácil criticar lo que quiero que lo que no quiero.
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