El VAR presidencial

Con «prevaricación» no se referían a la condena en suspenso que cuelga como un yugo sobre el nuevo presidente, sino a la velada amenaza que hacen algunos dirigentes al Ejecutivo: si el propio Rodríguez Uribes permitió en su nueva Orden Ministerial de comienzos de año que se presentasen personas como Louzán (sin sentencia firme), ¿cómo enviar al Tribunal Administrativo del Deporte (TAD) ahora una impugnación por una norma de inferior rango? El pacto entre el gallego y Miguel Galán, 'Querelléitor', habría dejado al CSD sin un utilísimo agente externo para denunciar a alguien que, como dejó dicho Uribes en este periódico, no quieren ver al frente de la federación.

Con la alusión a eventuales «injerencias» se busca el respaldo del hermano mayor, la FIFA, que ya exigió en octubre al CSD una presidencia estable antes de acabar este año para, entre otros asuntos, asentar la pata española del trío que organizará el Mundial 2030. Su director jurídico, el español Emilio García Silvero, compareció sin prisa ante las decenas de medios de comunicación acreditados este lunes 16 en Las Rozas para manifestar su alegría por el resultado electoral después de un año tan complicado y confiar en que haya una presidencia «estable a largo plazo».

Se abren ahora mismo dos posibilidades: la primera es que el Gobierno ratifique sus advertencias con una llamada al TAD estas mismas Navidades (en busca de su inhabilitación), arriesgándose a abrir algunos conflictos durmientes; la segunda es que decida esperar al 5 de febrero, fecha en la que el Tribunal Supremo decidirá sobre el recurso de casación de la sentencia de prevaricación en suspenso de Louzán. Si no fuese exonerado del todo por el Supremo, el nuevo presidente cesaría de inmediato y se convocarían nuevas elecciones a presidente, acompañadas de un nuevo tajo a la reputación del deporte español. Pese a la creencia absoluta en su inocencia y a la emoción que mostró el pontevedrés ante el mayor logro (y máxima responsabilidad) de su dilatada carrera, la euforia con sordina del mundo federativo encarna de nuevo esa sensación de permanente revisión que acompaña cualquier decisión importante desde el beso de Luis Rubiales a Jenni Hermoso en agosto de 2023.

Una de las primeras afirmaciones del nuevo presidente fue tender la mano al CSD, que no tuvo representación en la jornada electoral, para trabajar juntos a partir de ahora. A la salida del aperitivo-comida, mientras los camareros le guardaban un último plato de jamón para cuando terminara la chorrera de felicitaciones, algunos periodistas se preparaban con sorna para próximos episodios del serial: «¡Nos vemos dentro de tres meses!», «¡O, quién sabe, esta misma semana!». Otros ejecutivos experimentados reconocían su desconcierto. Todo depende de cómo juegue el Gobierno sus cartas y la batalla que quiera dar para estar a la altura de sus declaraciones públicas y privadas. Su propia Orden Ministerial les ha resultado, a la postre, fallida.