El Baúl de los deportes
Cuando el muñeco ahorcado fue el de José María García
En noviembre de 1994, los Ultras Sur exhibieron y quemaron en el Bernabéu un monigote del periodista (sobre cuya vida hoy lunes se estrena un documental) ante la carcajada general y la pasividad del Madrid
El partido que era una guerra: mecherazos, petardos, tornillos y un cochinillo
![El muñeco ahorcado simbolizando la figura de José María García colgado del Bernabéu en noviembre de 1994](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/deportes/2023/05/28/garcia-muneco-RvnRdPsQYCogolLIejxRNPK-1200x840@abc.jpg)
Desde hace muchos lustros el odio prende en el fútbol con idéntica facilidad que el fuego lo hace en un bosque. Antes y ahora los odiadores no necesitan excusas para encender y expandir sus llamaradas de bilis, pero ellos –y quienes los justifican o comprenden– ... se aferran a los más variopintos pretextos para intentar enmascarar deplorables exhibiciones públicas de xenofobia, racismo, homofobia, vejación (insultos)… En definitiva, odio puro y duro. El monigote de Vinicius colgado de un puente por el que acaban de ser castigados cuatro hinchas del Atlético tuvo otro desagradable precedente.
En 1994 se escenificó en el estadio Santiago Bernabéu un acto tan singular como reprobable. La víctima fue un periodista, José María García; la excusa, sus informaciones y opiniones sobre el Real Madrid; y la raíz del mismo, una cruenta guerra entre medios de comunicación.
Lo sucedido el 27 de noviembre de hace 29 años se relata en el libro 'Buenas noches y saludos cordiales' de Vicente Ferrer: «en un partido en el Bernabéu entre el equipo que entrena Jorge Valdano y el Tenerife (Real Madrid 4 - Tenerife 2), los Ultra Sur simulan el ahorcamiento de un muñeco de García al que posteriormente prenden fuego. A Gaspar Rosety (otro periodista) los ultras le agreden en las inmediaciones del estadio. García recuerda que su hijo mayor estaba en el campo: 'Salió llorando. Luego descubro que el presidente del Madrid ha pagado más de un millón de pesetas (6.000 euros) para montar eso'».
El presidente tan directamente señalado era Ramón Mendoza. Y el contexto en el que se desarrollaron los hechos tenía dos aspectos interrelacionados: el deportivo y el periodístico. García había sido uno de los pilares fundamentales en el nacimiento (1982) y desarrollo triunfal de Antena 3 Radio. En diez años, la nueva cadena se convirtió en la más escuchada de España. Cuando en 1992 superó a la Cadena SER, el Grupo Prisa, propietario de esta emisora, compró A3.
La guerra de la radio
José María García llevaba años criticando cada noche en su programa, 'Supergarcía', a lo que él denominaba «imperio del monopolio (Prisa)» y su influencia y conexiones con algunos clubes de fútbol, fundamentalmente el Real Madrid. En cuanto Prisa entró por la puerta de A3, García salió por la ventana rumbo a la Cadena COPE. Y allí siguió idéntica línea editorial, más dura si cabe al calor de la feroz batalla diaria con 'El Larguero', programa deportivo dirigido por José Ramón de la Morena en la Cadena SER a la misma hora (medianoche) que el de García en la COPE.
Como García era muy crítico con la directiva del Real Madrid y con la 'Quinta del Buitre' (grupo de jóvenes futbolistas del Real Madrid criados en la cantera blanca), De la Morena les defendía y ensalzaba. Si García apoyaba con vehemencia a Javier Clemente, seleccionador español, De la Morena le atizaba cada noche. El enfrentamiento era tal que en febrero de 1994 la SER elaboró una campaña publicitaria en la que implícitamente aparecía García simbolizado en una foto de Chaplin caracterizado como Hitler sobre la palabra «fanatismo». En contraposición los sonrientes De la Morena y Michael Robinson (exjugador y posteriormente comentarista y reportero) sobre el lema «o espectáculo»
Era una guerra diaria que, entre otras heridas, provocó que directivos y jugadores del Real Madrid se negaran a hablar en la COPE. En los años 90, sin Internet ni redes sociales, la radio deportiva nocturna era más que viral. Millones de aficionados la escuchaban, y el tenso caldo de cultivo de aquel enfrentamiento caló en no pocos socios y seguidores madridistas. García era el 'enemigo' y el sector más radical, los Ultra Sur, decidió escenificar un llamativo castigo público.
El domingo 27 de noviembre de 1994, antes del comienzo del Real Madrid-Tenerife, ningún empleado del club impidió que alguien montara un largo cable del que colgaba un burdo muñeco ahorcado de color naranja (en alusión al Butano, apodo del periodista) con la cabeza caída y casi desgajada del cuello. Le habían pegado una etiqueta bien visible de «COPE» y, por si las dudas, un cartel aún más grande con «GARCÍA» en mayúsculas. Tras golpearlo y exhibirlo colgado durante varios minutos, le prendieron fuego. Muchos espectadores presentes en el estadio aplaudieron, rieron e incluso vitorearon la 'ejecución' ante la total pasividad de los responsables del Real Madrid.
«Golpearon el muñeco y celebraron el ahorcamiento con la intolerancia que caracteriza a los criminales»
Santiago Segurola
1994
La atmósfera mediática estaba tan cargada y enrarecida que la inmensa mayoría de la prensa pasó de puntillas sobre un incidente tan grave. Hubo una sorprendente y muy meritoria excepción. Santiago Segurola, que colaboraba en El Larguero, publicó al día siguiente un duro y brillante artículo de opinión en 'El País', buque insignia de Prisa. Titulado «La salvajada impune», dice: «En un acto aberrante, lleno de brutalidad y miseria moral, el grupo Ultra Sur convirtió el Bernabeú en un patíbulo. El ahorcado era un muñeco vestido de color naranja. Simbolizaba al periodista José María García. Los fanáticos rieron. Golpearon el muñeco y celebraron el ahorcamiento con la intolerancia que caracteriza a los criminales... La escalada de violencia ha comenzado. Primero fueron los gritos, luego las consignas fascistas, más tarde las agresiones y ahora se ha llegado al penúltimo peldaño. El ahorcamiento simbólico de García es una invitación a la locura del crimen…».
En 'Buenas noches y saludos cordiales' abundan en aquel episodio: «Casi dos décadas después, al recordar aquellos incidentes, Segurola, escribe: 'De ese tiempo quedan recuerdos atroces, como la soga que ahorcó a un muñeco que representaba al periodista José María García. Un cable de hierro cruzó de parte a parte la anchura del campo, frente a cien mil espectadores que asistieron a aquella terrible y simbólica ejecución pública, uno de los actos más despreciables que ha visto el fútbol español. Por supuesto, el club colaboró. Cuando menos miró hacia otra parte, que es una manera igual de indigna de colaboración'. Pero ya a la mañana siguiente de los hechos, Segurola dejó constancia de su rechazo en las páginas de El País, lo cual no fue bien recibido por algunos compañeros. 'García me llamó a primera hora —recuerda—. Fue muy escueto, pero cálido: 'Solo darte las gracias'. Se le notaba afectado'».
«Quien siembra vientos, recoge tempestades»
«La Comisión Nacional Antiviolencia interviene. La Asociación de la Prensa de Madrid hace público un comunicado en el que condena la acción. Daniel Gavela, director de la Ser, justifica el incidente. Asegura que García es el único responsable, el que ha 'introducido la violencia en el mundo del deporte' y quien ha dicho que a los jugadores del Madrid habría que recibirlos 'a pedradas' en el Bernabéu. Y sentencia: 'Quien siembra vientos recoge tempestades'», añade Vicente Ferrer en su libro.
Dos días después, el 29 de noviembre, ABC también condena con rotundidad lo sucedido en 'Actualidad Gráfica': «En medios profesionales se ha juzgado como inadmisible que un grupo de hinchas ultras del Real Madrid exhibiera el domingo en el Santiago Bernabéu un muñeco ahorcado que simbolizaba al periodista José María García. El muñeco fue golpeado y los fanáticos rieron la fechoría, en una clara expresión de intolerancia. Ante el furibundo ataque a José María García, un periodista que no hace más que ejercer su legítimo derecho a informar y emitir opiniones, por el cual ha sido reconocido en reiteradas ocasiones, los responsables del Real Madrid mostraron una pasividad intolerable. García recibió ayer desde medios profesionales incontables muestras de apoyo ante el atropello del que fue víctima».
Y en la sección de 'Deportes' publica el siguiente editorial: «Inadmisible. El escarnio que los grupos ultra del Real Madrid hicieron del periodista José María García el pasado domingo en el estadio Santiago Bernabéu es un hecho inadmisible, que acentúa la bajeza moral de quienes lo llevaron a cabo y desvela la indignidad de quienes lo consintieron. La grotesca manipulación de ese monigote anaranjado, objeto de un vil simulacro de ahorcamiento, muestra una vez más los extremos a los que conduce la inhibición –o la connivencia– de los directivos respecto a las actitudes violentas. Ramón Mendoza tiene la palabra. Algo deberá decir ante tamaño atropello. Ninguna crítica al club o al equipo blanco justifica un exceso semejante. Los responsables del Real Madrid consintieron el aberrante crecimiento de un germen que puede degenerar en actos aún peores. Se trata de una ligereza muy peligrosa. De la bellaquería anónima de la masa podría surgir algún desalmado que cayera en la tentación de ir más allá del insulto, y en el origen de ese peligro están, además del salvajismo de los ultras, la mezquindad y la cobardía de todos cuantos cobijan a esa maleza de! fútbol».
Diez días después, el 7 de diciembre, «la Subcomisión Operativa de Informes de la Comisión Nacional Antiviolencia decidió proponer al delegado del Gobierno en Madrid que inicie un expediente sancionador al Real Madrid y le multe con dos millones de pesetas (12.000€) por los incidentes ocurridos en la grada del estadio Santiago Bernabéu, con ocasión del encuentro entre el Tenerife y el conjunto madrileño. Durante el citado encuentro se simuló el ahorcamiento de un muñeco que quería representar al periodista José María García. La subcomisión estima que el Real Madrid fue negligente en la observancia de varios artículos de la Ley del Deporte, al no evitar que se introdujeran objetos en el campo».
La Comisión Antiviolencia impuso 12.000 euros de multa al Real Madrid «por no evitar que se introdujeran objetos en el campo»
Llegó la Navidad, la batalla mediática siguió su cruento curso y la violenta pantomima contra García quedó (a duras penas) en las hemerotecas. Mucho después, en 2009 , «en un concierto de Pimpinela, un hombre se acercó a José María García y le dijo: '¿No sabes quién es aquel vigilante de seguridad? Es José Luis Ochaíta'. García clavó sus ojos de pajarillo en la figura de Ochaíta, histórico líder de Ultra Sur. El grupo que, en el fondo del Bernabéu, había paseado y ahorcado delante de las cámaras, en medio de un partido, un muñeco del periodista, el modo que tenía la Inquisición de ejecutar alegóricamente a los huidos. Habían pasado 15 años. García estaba retirado y Ochaíta protegía a Pimpinela. La mujer del locutor se dirigió a él: '¡Las noches que le has hecho pasar a mi marido!'. Mientras, la estrella de la radio y el ultra, que no se conocían, se pegaban un abrazo». Lo contó Manuel Jabois en una entrevista al citado Ochaíta publicada en 2014 en 'El Mundo'.
«Se agita, y lo hace varias veces a lo largo de la entrevista, cuando se le habla de racismo, una palabra que siempre ha acompañado su nombre en los periódicos. 'Por más que me lo digas no me vas a convencer: yo no he sido racista en mi vida. Nadie que me conozca te lo puede decir –escribe Jabois–… 'Yo tenía un amigo negro que quería ir (al fondo sur del Bernabéu). Le decía que no podía, que así estaban las cosas allí, que era una putada, ¿pero qué podía hacer?'».
Lo dicho: el odio.
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