El baúl de los deportes
La Liga nació hace 94 años con polémica, dudas, suspicacia y visión de futuro
El 10 de febrero de 1929 se jugó la primera jornada del campeonato por puntos español
El febrero que alumbró el mito de Butragueño
![Imagen de un partido de la época](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/deportes/2023/02/09/futbl-RRsbcs3tiwTE913LTlU53VI-1200x840@abc.jpg)
«En teoría, el campeonato que comenzó el domingo debe resultar más interesante que el propio campeonato de España. En la práctica, el tiempo dirá; nosotros somos un poco escépticos». Así arranca en ABC la crónica deportiva del martes 12 de febrero de 1929, ... dos días después (los lunes no se publicaba el periódico) de la celebración de la jornada inicial de Primera División en la recién creada Liga española.
Antes de abordar el puro análisis futbolístico de cada partido, los primeros párrafos de dicha crónica abundaban en el nacimiento del nuevo formato: «La incredulidad, sin embargo, no depende del prestigio del torneo, sino de Ios detalles de organización. Estos podrán perjudicarle, pero hay que tener presente que es muy difícil realizar una obra perfecta sin una preparación previa. El campeonato de Liga debería haber tenido su origen en una clasificación de valores regionales y no en un automatismo cómodo, pero tal vez injusto… Hubiera sido preferible partir de una ordenación por razones de méritos, que imponer la voluntad de una asamblea para acordar los nombres de los clasificados en cada división. Probablemente, además, el resultado habría sido el mismo, puesto que, salvo las consabidas sorpresas, nadie discutirá cierta superioridad, mayores prestigios y unos méritos históricos indudables en los Clubs que forman la jerarquía superior. Ha habido también otro error: el de hacer concluir prematuramente el campeonato de España».
La Liga fue un parto complicado. Porque fue muy difícil poner de acuerdo a los numerosos clubes que hasta entonces disputaban el ya citado Campeonato de España –antecesor de la Copa- y los torneos regionales organizados por las diferentes federaciones zonales existentes. En 1913 se creó la Federación Española de Fútbol, que en 1926 aceptó oficialmente el desempeño profesional –económicamente remunerado- de los jugadores y en 1927 hizo el primer intento firme de organizar una Liga unificada.
No fue posible por las profundas discrepancias habidas entre los equipos, alineados y enfrentados en dos bandos: campeones nacionales y campeones regionales. Los primeros –seis clubes- solo querían jugar entre ellos y montaron la denominada «Liga Mínima»; los segundos comenzaron a disputar la «Liga Máxima». Una vez más, las dos Españas, en este caso en vertiente futbolística: «minimalistas» y «maximalistas».
La guerra deportiva duró poco. Y la paz provocó el cierre prematuro de los dos citados torneos sin que se hubieran disputado todos los partidos previstos. Por fin se había llegado a un acuerdo y tocaba organizar cuanto antes el comienzo del nuevo campeonato de Liga. Para no dejar fuera a ningún club se diseñaron dos categorías o divisiones: Primera y Segunda.
Diez equipos
La Federación había decidido que fueran diez los participantes en la temporada inicial de Primera. Invitó a los seis campeones nacionales -Athletic de Bilbao, Arenas de Guecho, Real Madrid, Real Sociedad, Fútbol Club Barcelona y Real Unión de Irún- y a tres subcampeones: Athletic de Madrid, Real Club Deportivo Español y Club Deportivo Europa de Barcelona. Completó la nómina el Racing de Santander, vencedor de una fase eliminatoria en la que participaron los principales equipos de los torneos regionales.
Un mes antes del comienzo de la Liga, precisamente con motivo del enfrentamiento decisivo (celebrado en Madrid) entre Racing y Valencia por la última plaza en Primera, los más escépticos ante el inminente y nuevo campeonato seguían mostrando sus dudas e incluso cierto menosprecio hacia los clubes modestos. «Decididamente no interesa la competición de Liga», se lee el 10 de enero de 1929 en 'El Heraldo de Madrid'. Y al día siguiente, 'La Libertad' publica: «Sigue el desfile de equipos provincianos por los campos madrileños, y sus exhibiciones denotan el grado de potencialidad de las huestes que se cobijan en cada uno de estos bandos que aspiran a figurar entre los diez de la primera división de la Liga... A ninguno de los que hemos visto lo consideramos en condiciones de codearse con los ases. Entre ellos hay algunas individualidades muy buenas, líneas completas que demuestran una gran potencialidad; pero les falta el engranaje colectivo que tan necesario es para conquistar victorias. Y no es que tengamos deseos de mortificar ni molestar a los jugadores que han desfilado por Madrid. Creemos que es cuestión de que se enfrenten muchas veces con conjuntos de Ios que puedan sacar provechosas enseñanzas. De esta forma se consiguen perfeccionar los equipos, e irremisiblemente llega un momento en que se encuentran en condiciones de poder dar la batalla al más pintiparado».
También hubo voces suspicaces. El mismo domingo 10 de febrero de 1929 en el que comenzaba la Liga, 'El Mundo Deportivo' ponía el foco sobre una de las reglas de la misma, la del coeficiente goleador empleado ante posible empate a puntos entre los equipos participantes. El diario catalán deja entrever que dicha norma española pretendía evitar posibles amaños o ayudas poco deportivas entre clubes. Así lo explicaba:
«La jornada del Torneo de Liga equitativa como la que más -o, acaso la más equitativa- no puede dejar duda alguna acerca de la legitimidad de las clasificaciones que se obtengan. Juegan todos los participantes entre sí en matchs a doble vuelta estableciéndose la clasificación final por puntuación. Los empates de puntuación se resuelven por 'goal average'. La fórmula es análoga a la que rige en el Campeonato de la Liga Inglesa, pero no la aplicación del 'goal average', ya que aquí, para resolver un empate se toman en consideración tan sólo los goals marcados en los dos partidos jugados, entre sí, por los clubs empatados, mientras en Inglaterra, se establece el 'goal average' contando el total de goals a favor y en contra obtenidos durante la totalidad de los partidos… A algunos puede parecer una cuestión de detalle; a nuestro juicio es mucho más equitativa la 'verdadera' aplicación del «goal average», o sea la que se practica en Inglaterra, que resume toda la actuación de los equipos en el torneo y, además, todas las apariencias de ser mucho más elegante, ya que la Federación y los mismos equipos demuestran así mutuamente una confianza absoluta en la deportividad y nobleza de sus procedimientos. Porque es indudable que la aplicación del 'goal average español' no queda justificada de otra manera que en la previsión contra posibles inteligencias para 'ceder' resultados copiosos en un momento determinado…»
Barça, primer campeón
Con todo, la Liga y el balón echaron a rodar a las tres y media de la tarde de aquel domingo 10 de febrero de 1929 en el estadio barcelonés de Sarriá. El Español recibía al Real Unión y tan solo habrían de transcurrir cinco minutos para que José Prat Ripollés, delantero local apodado 'Pitus', marcara un gol histórico, el primero en 94 años de campeonato liguero. Como curiosidad, el portero que encajó ese tanto fue Antonio Emery Arocena, abuelo paterno de Unai Emery, exfutbolista y entrenador español que actualmente ocupa el banquillo del Aston Villa inglés.
Los resultados de aquella jornada inaugural fueron: Español, 3 (Prat, min. 5 y Oramas, 60 y 76)-Real Unión, 2 (Regueiro, 52 y 57); Arenas, 2 (Olaso, propia meta, 77 y Suárez, 89)-Athletic de Madrid, 3 (Palacios, 14; Marín, 44 y Cosme, 56); Real Sociedad,1 (Bienzobas, 30)-Athletic, 1 (Bergareche, 43); Real Madrid, 5 (Lazcano, 50, 59, 75 y 83 y Morera, 63)-Europa, 0; y Racing, 0-Barcelona, 2 (Parera, 53 y 87).
Las reticencias no se apagaron tras la primera jornada de «la competición del campeonato por puntos, o Copa de España, o como ustedes quieran llamarlo», se escribía en 'La Nación' el 11 de febrero de 1929. Y el día 12, 'El Imparcial' publicaba: «En Madrid la afición no respondió en la medida que se esperaba, ya que apenas se registró media entrada en Chamartín. Lo mismo, según las referencias, aconteció en Ibaiondo, siendo San Sebastián y Barcelona -donde se jugaban los encuentros de mayor interés- las capitales que hicieron honor al torneo oficial; sin que pueda explicarse el retraimiento señalado, ya que, además de carácter oficial, la nueva competición entraña un interés indudable. Pero es que los aficionados españoles son rutinarios y creen que únicamente campeonato supone emoción y buen juego. Habrá que esperar, pues, a que el público reaccione. Del empeño que los Clubs pongan en las jornadas iniciales depende el éxito del torneo. Sin duda, el espectador, además de por rutina, se retrae ahora recordando la desdichada organización que en la pasada temporada dieran a sus luchas 'ligueros' e 'históricos'».
Efectiva y afortunadamente, el tiempo dio la razón a los que apostaron por la Liga. A quienes, con prudente escepticismo ante la novedad, dejaron una ventana abierta a la esperanza. El indudable éxito del campeonato español, por el cual han pasado los mejores futbolistas del mundo, resuena con más intensidad desde la perspectiva de quienes lo anticiparon hace casi un siglo. Por ejemplo, en este párrafo escrito hace 94 años en ABC: «El campeonato de Liga es un torneo de Clubs seleccionados, y por ello ofrece ya un interés extraordinario, del que es lógico que el público se dé perfecta cuenta. Los partidos de la competición tendrán siempre un alto valor deportivo, y en el porvenir los errores serán rectificados para llegar a la más perfecta organización».
El primer campeón de la Liga española fue el Barça, que en la última jornada de la temporada 1928-29 se aupó a la primera posición que había ocupado durante la mayoría de semanas el Real Madrid. Los azulgrana acabaron con 25 puntos, dos más que el equipo blanco. El máximo goleador del campeonato inicial fue Paco Bienzobas, delantero de la Real Sociedad, con 17 goles en 18 partidos; y el portero menos goleado, Ricardo Zamora, del Español, encajó 24 goles en 15 partidos.
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