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El segundo palo

Rocha y la maldición de las moquetas

«¿Qué irresistible perfume desprenderán para atrapar de ese modo a un hombre que, como don Pedro, carecía de afán de protagonismo y no quería otra cosa que retirarse a su Santa Elena?»

Más duro que la cara de un culé

Pedro Rocha, con el trofeo de la Eurocopa REUTERS
Juanma Rodríguez

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Pedro Rocha pasará a la historia como el hombre menos apegado al cargo más apegado al cargo de la historia. Eso oí de él cuando era un desconocido y acababa de ser elegido por Luis Rubiales para que le calentara la poltrona y no se ... convirtiera en un escollo para su regreso triunfal, «es un buen hombre y no le tiene apego al cargo». De su bonhomía no voy a hablar porque no conozco a este señor, pero a fe mía que lo del desapego lo ha disimulado muy bien resistiéndose de mil formas distintas a convocar elecciones, recurriendo la inhabilitación del Tribunal Administrativo del Deporte, colocando a una amiga al frente de la Gestora y pidiendo varias cautelares. Me recordó mucho al patoso actor indio Hrundi V. Bakshi de El guateque; en la escena inicial de la película, Bakshi, interpretado por Peter Sellers, sólo tiene que caer muerto víctima de las balas enemigas pero él, inasequible al desaliento, se niega a hacerlo y resucita después de cada balacera tocando machaconamente su trompeta. Digamos que Rocha ha tocado la trompeta hasta el pistoletazo final.

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