La liga en Ucrania
El fútbol bajo las bombas: «Jugar es una señal de resistencia»
La competición sigue jugándose pese al conflicto bélico, como evasión. El Shakhtar juega en Lviv, entrena en Kiev y tiene que dar la vuelta al mundo para disputar, de local y fuera, la Champions. Mañana visita al Barça. Otra odisea.
Ucrania, a un paso de hacer historia
![El autobús del Shakhtar, entre edificios destruidos, el año pasado](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/deportes/2023/10/23/shakhtar1-RsdSjiZgaiAjbayEgp6rwmJ-1200x840@abc.jpg)
Todos los partidos en la liga ucraniana comienzan igual, con los jugadores enfundados en la bandera nacional y el himno atronando en el estadio vacío. No es raro que se homenajee a soldados o a víctimas antes del pitido inicial. Cada encuentro es un ... pequeño milagro, un intento de que la vida cotidiana no sea estrangulada completamente por la guerra. «Que el fútbol siga es una señal de resiliencia increíble, hay un punto de orgullo», explica Francesco Baranca, que trabaja en la federación ucraniana como jefe de integridad.
«Los partidos se juegan dentro del país y cada vez que hay una alerta hay que parar, no hay espectadores, sólo gente autorizada como periodistas o personas de seguridad. Normalmente la competición se hace en el oeste de Ucrania o en Kiev donde la situación es más tranquila», explica Baranca sobre un campeonato que se juega a pesar de los pesares. «El nivel de la liga ha bajado, claro, pero la idea principal era salvar el fútbol», remarca Volodymyr Zverov, comentarista en la televisión nacional tanto del campeonato local como de la Champions League.
«En las transmisiones nos mensajean soldados; ven el fútbol desde las trincheras»
Volodymyr Zverov
Televisión nacional ucraniana
«Cuando hacemos retransmisiones nos llegan muchos mensajes de soldados desde los puntos más calientes de la guerra. No es una exageración, ven el fútbol desde las trincheras», relata Zverov. Es una manera de burlar una rutina de guerra. «No es fácil, pero durante 90 minutos tienen algo en lo que pensar. Hay un montón de polémicas arbitrales y esto me hace gracia porque, mira, se puede hablar de los árbitros, que es una cosa mucho más ligera que la guerra», cuenta Baranca.
![El Shakhtar, con la bandera ucraniana, antes de un partido](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/deportes/2023/10/23/shakhtar-U13211170673XQS-624x350@abc.jpg)
«Yo creo que es importante saber que la guerra sigue muy fuerte y que el fútbol continúe es una señal de resistencia. Hemos acabado una temporada sin problemas, se está jugando, el equipo nacional compite para ir al Europeo y eso es importante. Para una persona que esté en Madrid es difícil entenderlo», señala el jefe de integridad de la federación. «La decisión de jugar el campeonato es política, para demostrar en Europa que aquí la vida sigue. Ha sido el campeonato más difícil de nuestra historia», cuenta el periodista ucraniano.
Ataques rusos
La guerra es el telón de fondo, cuando menos se lo esperan llega un ataque aéreo y obliga a parar cualquier actividad. «Un día estábamos en un hotel haciendo cursos de integridad con chicos jóvenes y empezó un ataque bastante fuerte, nos tuvimos que ir al refugio», cuenta Baranca. «Un año y medio de guerra nos ha enseñado a entender hasta los tipos de ataques rusos. Sabemos que si es un ataque con drones podemos confiar en nuestra fuerza aérea, aunque los restos te pueden herir. Cuando son cohetes es más difícil, la gente esconde a sus hijos en los pasillos o en refugios», comenta Zverov, que tiene a su familia viviendo en el extranjero, lo cual le otorga un poco de tranquilidad.
«Los partidos se juegan dentro del país y cada vez que hay una alerta hay que parar, no hay espectadores»
Francesco Baranca
Jefe de Integridad de la Federación
En los albores del conflicto, en 2014, la liga ucraniana competía con la portuguesa por el sexto puesto del ranking europeo. Era un destino deseable, competitivo, un imán, sobre todo, para jugadores brasileños. Ahora es mucho más complicado conseguir que lleguen jugadores de fuera.
«Los extranjeros tienen miedo a venir a Ucrania, un país que es atacado regularmente. Algunos llegan de Brasil o de países africanos, no les importa tomar ciertos riesgos. Los europeos no quieren venir, o no les dejan sus familias», cuenta Zverov.
«Pensamos en un proyecto de carrera para Pedrinho y eso pesó más que la guerra»
Henrique Melo
Representante de jugadores
Uno de esos extranjeros es Pedrinho, un joven de 21 años que acudió a la llamada del Shakhtar Donetsk el pasado verano. Henrique Melo es su representante: «Es un club con tradición de acoger a los brasileños, tiene una estructura y una plantilla muy profesionales, juega en competiciones europeas de élite, pensamos en un proyecto de carrera para Pedrinho y eso pesó más que la guerra».
No fue una decisión sencilla. «Al principio estábamos preocupados, pero hicimos una investigación más detallada sobre el conflicto y confirmamos que el club se encontraba en un lugar alejado de la zona crítica», explica Melo.
«Cuando llegué no vi gente asustada, al contrario; eso me hizo sentir seguro»
Pedrinho
Futbolista del Shakhtar
«Cuando llegué no vi gente asustada, al contrario, vi gente viviendo en Kiev con normalidad y eso me hizo sentir seguro», relata el propio Pedrinho desde la capital ucraniana. «Al contarme la oferta tuve miedo, pero cuando supe que el club opera lejos de la zona de conflicto me decidí», remata. De hecho, el mayor problema que destaca no tiene nada que ver con el ambiente: «Es un fútbol diferente, aquí el entrenamiento es muy intenso y requiere mucha fuerza física. Me estoy adaptando al ritmo».
Él juega en el principal equipo del país, pero cuando se mira a otros clubes las historias de los extranjeros son más complejas. «Algunos clubes han intentado traer buenos jugadores, pero la situación es complicada. El belga Justin Lonwijk vino al Dinamo, pero le pidió al club que le rescindiese después de ver un cohete por encima del campo de entrenamiento. También hay un club de Kiev que firmó a tres jugadores brasileños y después de un duro ataque ruso algunas partes de un misil aparecieron junto al campo de entrenamiento. Dos de ellos estaban shock, pero el tercero me dijo en una entrevista que habiendo nacido en una favela no tenía miedo», cuenta Zverov.
«Es una situación súper complicada. No sé cómo lo pueden aguantar, de verdad. Ahora el Shakhtar está en Kiev, antes estaba en Lviv, y todas las noches hay alertas aéreas. No pueden dormir porque por las noches cuando hay alarmas tienen que bajar a los refugios y para un futbolista descansar es una cosa muy importante», explica Baranca, que va con frecuencia a Ucrania y no se imagina lo que es estar allí sin poder salir, como es su caso.
La situación del Shakhtar
«La FIFA destrozó el fútbol ucraniano, destrozó nuestra capacidad para competir», explica el comentarista de la televisión nacional. Cuando empezó el conflicto, la organización estableció que los jugadores de países en guerra podían rescindir sus contratos unilateralmente. Futbolistas como Manor Solomon, con un valor de mercado de 18 millones, se fueron sin dejar nada en las arcas. El Shakhtar, el dominador del fútbol ucraniano en la última década, empezó una lucha judicial contra la FIFA que no prosperó en el TAS pero que ahora sigue en la Comisión Europea.
«Eso es un problema para el fútbol y para el fútbol formativo. Mi trabajo al principio de la guerra era sacar a niños a otros países para que pudieran entrenar a salvo, chicos de 12 años que si son buenos se van y ni siquiera se da el pago de solidaridad, hemos perdido un montón de jugadores», cuenta Baranca.
El Shakhtar sigue teniendo una fuente de ingresos constante gracias a la Champions League. «La fase de grupos da, como mínimo, 30 millones, y eso ayuda mucho», relata el ejecutivo italiano. El problema que tiene el Shakhtar y los otros participantes en torneos continentales para disfrutar la competición es que la logística es una pesadilla, tanto para jugar fuera como para ser local.
«Este año el Shakhtar ha cambiado sus partidos en casa de Varsovia a Hamburgo«, explica Zverov. Cada vez que hay un encuentro, toca un complicado viaje. »El principal problema es salir del país. Hay que coger un autobús desde Kiev hasta la frontera que tarda entre siete y ocho horas, después se pasan tres o cuatro horas más en la frontera con Polonia, en Rzeszów, y de ahí se va ya a Hamburgo. Y a la vuelta lo mismo«, narra Zverov. Y eso semana tras semana. »Es todo demasiado complicado, después la delegación de Ucrania tiene que ir en bus hasta Polonia. Yo cada vez que voy a Kiev, tardo un día en llegar«, abunda Baranca.
De algún modo, representan a un país entero cuando viajan por Europa. «El trato en el club es muy bueno, hay un inmenso sentimiento de patriotismo», cuenta Pedrinho, uno de esos jugadores que tiene una odisea cada vez que quiere escuchar el himno de la Champions. Él nunca llegó a vivir la Ucrania anterior, pero nota la diferencia: «Para mí es todo muy nuevo, mi primera experiencia fuera de mi país, pero el hecho de que tengamos que jugar fuera de Ucrania deja una sensación diferente».
Todavía se nota más ese sentimiento de representación con la selección, que juega sus partidos en estadios de ciudades donde hay muchos refugiados ucranianos. El último, contra Macedonia, fue en Praga. Antes de los partidos el sentimiento de patriotismo se dispara en las gradas. «El problema es que sólo tenemos 13 o 14 jugadores que compitan al máximo nivel. En la ventana contra Inglaterra hicimos un gran partido, lleno de emoción, pero unos días más tarde contra Italia jugamos casi con los mismos y ellos estaban mucho más frescos», cuenta Zverov. A pesar de todo, con 13 puntos con Italia por el segundo puesto del grupo y entras así en la Euro 2024.
Mientras tanto, algunos movimientos preocupan en el fútbol ucraniano. En la última reunión de FIFA se volvió a admitir que Rusia juegue en categoría sub-17, alegando que los jóvenes no tienen la culpa. En UEFA iban a seguir el mismo camino, pero han conseguido de momento parar el golpe. Francesco Baranca responde con indignación: «Con 17 años no son ya niños, es una competición profesional, donde se apuesta mucho dinero. Y además ¿por qué no piensan en los críos de Ucrania? No pueden jugar porque viven en lugares donde caen bombas».
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