El discreto paso atrás de Luis Enrique

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Javier Asprón

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Horas después de perder ante Marruecos, Luis Enrique salía el primero de las instalaciones de la Universidad de Qatar donde España había montado su cuartel general durante la Copa del Mundo. Encabezaba la apesadumbrada expedición que tomó el vuelo de regreso desde Doha, y en la que faltaban un buen número de jugadores que prefirieron quedarse en el Golfo Pérsico para disfrutar de unos días de vacaciones junto a sus familias. Al aterrizar en Barajas el técnico no se quedó en Madrid. Se subió a una furgoneta negra junto a alguno de sus más íntimos colaboradores y puso rumbo a Barcelona. Quería estar en casa cuanto antes. Fue allí, tras dormir unas cuantas horas, cuando recibió la llamada de Luis Rubiales donde se finiquitaba su vinculación con el equipo nacional. Al entrenador le sorprendió la firmeza del presidente. En su fuero interno sí esperaba una oferta de renovación. Encajó el golpe. No hubo discusiones ni enfrentamiento, por más que durante el Mundial la relación entre ambos se enfriara algunos grados. Fue un punto y final cordial.

Pocos días después, el ya exseleccionador daba sus últimas explicaciones en público en una conversación con Ibai Llanos el mismo día que De la Fuente era presentado. Allí fue donde reveló su siguiente reto: la Cape Epic, una carrera de ciclismo de montaña por equipos que se desarrolla en Sudáfrica y que ya hizo dos veces en el pasado junto a Juan Carlos Unzué. Quedarse sin trabajo le daba opción a hacerla por tercera vez. «Esta mañana me han confirmado la inscripción», dijo aquel día a Ibai, confirmando que no había perdido el tiempo. Desde entonces su mayor empeño ha sido entrenar a diario para llegar a la prueba en la mejor forma posible. Se puso en manos de Chema Arguedas, preparador físico y experto en ciclismo, para afrontar ocho días durísimos de competición y un total de 658 kilómetros, que esta vez hará acompañado, entre otros, de su hermano Felipe. Su compañero de equipo, la persona de la que no podrá separarse durante toda la prueba, será Tomás Latorre.

Las navidades las pasó en Asturias. Allí coincidió con los exciclistas Samuel Sánchez y Chechu Rubiera, dos buenos amigos que ahora trabajan para el fabricante de bicicletas MMR Bikes, con sede en Avilés, donde Luis Enrique se agenció el modelo que utilizará en la carrera sudafricana, una bici que puede alcanzar los 8.400 euros.

Esa bici ha sido su compañera infatigable en estos tres meses. Con ella salía prácticamente a diario por las sendas y caminos montañosos que rodean su casa en la localidad de Begues, su refugio estos últimos años después de haber vivido durante mucho tiempo junto al mar en la localidad de Gavá.

Resulta complicado verle fuera de ese entorno enclavado en el macizo del Garraf. Mantiene el contacto con un selecto grupo de amigos en Barcelona, como Carles Puyol o Iván de la Peña, pero apenas se expone a salidas públicas. A cambio, está aprovechando la vida hogareña casi como nunca. Los Martínez Cullell siempre han sido una familia unida, pero la muerte de la pequeña Xana estrechó aún más el vínculo entre ellos. Con Elena, su mujer, celebró 25 años de casados el pasado diciembre. Pacho, su primogenitor, fue su consejero cuando se lanzó a su nueva faceta de 'streamer'. Y los concursos hípicos de su hija Sira son otra de sus pasiones. Cuando no está entrenando, Luis Enrique medita. Es el modo que ha encontrado para tratar de eliminar las emociones negativas, vivir con más positividad y cumplir con los mandamientos estoicos que se autoimpone.

Lo que ha retomado es su relación con las redes sociales, que cortó en seco con la llegada del nuevo año. Desde enero apenas había dado algún 'like' en Instagram a fotografías de su hija Sira, y en Twitter solo había roto su silencio para alabar la valentía de Ken Sema, centrocampista sueco del Watford que, pese a su tartamudez, afrontó una entrevista a pie de campo después de un partido. Ahora, con el viaje a Sudáfrica, ha retomado con fuerza el ritmo de sus publicaciones.

Lo más llamativo, en todo caso, es su abandono de la plataforma Twitch. Alcanzó más de 830.000 seguidores, 952.000 horas de visionado, 357.000 mensajes de chat recibidos y un pico máximo de audiencia de 152.000 espectadores. Allí nació 'Luis Padrique'. Pese al evidente éxito y los beneficios, que entregó a la Fundación Vilavecchia, la aventura concluyó a la vez que el camino de España, en los octavos.

Pocas noticias hay también sobre su futuro como entrenador, por más que no haya semana en la que no aparezca relacionado con algún equipo. El día de la eliminación se mostró despreocupado por lo que pudiera ocurrir con él. «Tengo más salidas que el metro», reveló con altivez. E insistió en ello en el directo con Ibai: «Se abren infinidad de posibilidades. Me veo con confianza para coger un club, pero a partir de la próxima temporada».

Chelsea, Manchester United, Tottenham, Milán, Atlético... hasta la selección de Brasil. Según los rumores, habrá tortas por convencer al técnico asturiano, que empezará a pensar de verdad en su próximo destino en el banquillo después de Semana Santa. Mientras, seguirá disfrutando de este periodo sabático a lomos de su bicicleta en caminos de grava y cadenas montañosas. Instalado en el campamento de Sudáfrica conocerá los primeros convocados por Luis de la Fuente. Y en mitad de la carrera, ya con unos cuantos kilómetros sobre las piernas y bastante cansancio acumulado, sacará tiempo, o no, para ver el debut de su sustituto ante Noruega.