El Barça le concede una final a Olmo

Ganó el Barça en los despachos de Moncloa y también en la hierba de Yeda. Para lo primero, utilizó ese falso victimismo tan arraigado históricamente a sus 125 años de vida y del peor presidente de la historia de este país. Para lo segundo, un Athletic irreconocible le echó una mano. O dos.

El Barça salió con doce jugadores. Todavía no estaba Olmo, pero parecía lo contrario. En los primeros ocho minutos, tres clarísimas ocasiones. Una de Koundé, cuyo disparo tapó Unai Simón. La otra, de Raphinha. Un remate a dos palmos del portero vasco que se marchó por encima del larguero. Y la tercera, también del brasileño, intentando sorprender por fuera en una libre directo. Unai estuvo al quite. El gol de Laporta, con la connivencia del CSD, conocido minutos antes de la semifinal, fue mano de santo para el Barça.

Justo lo contrario que para el Athletic, que salió al King Abdullah Stadium sin el tocado Nico ni el lesionado Sancet, sus dos mejores jugadores, y no se dio cuenta de que estaba en Arabia peleando por un título. Tardó 30 minutos en hacerlo, pero entonces ya llevaba un gol de desventaja.

En el 17, una asociación entre Balde y Gavi acabó en un centro del lateral que remató Gavi desde el borde del área pequeña. No tenía ni marca ni sombra. Su disparo con la izquierda pasó por debajo de las piernas de Unai, que levantaba los brazos recriminando a sus compañeros la falta de intensidad.

Gol de un futbolista que lleva un año jugando con una cautelar, y que reemplazaba a Olmo, otro que acaba de recuperar su licencia gracias a una cautelar. Igual a la tercera, como pasa con el parchís cuando salen tres seises consecutivos, le toca a un jugador del Barça volver a la casilla de salida. Bueno, con Pedro Sánchez y el independentismo gobernando España, va a ser que no. No sean ilusos.

Raphinha pudo doblar la ventaja en un claro mano a mano en el que Unai salió vencedor. La jugada se cocinó en otra pérdida de balón del Athletic en salida desde atrás. Valverde no sabía dónde ponerse ya en cuclillas, pero no era por falta de espacio del área técnica. Hay pistas de tenis más pequeñas.

A la media hora de partido, un pase en largo a Iñaki Williams, con salida en falso de Szczesny, titular por el retraso de cuatro minutos de Iñaki Peña en la sesión de activación, giró ligeramente el partido. El Athletic empezó a ser reconocible y estuvo cerca de marcharse al descanso con el partido igualado. No fue así por Szczesny que, además, de fumar sabe parar.

En el 34, evitó que Guruzeta llevara plácidamente el balón a la red al taponar un centro de Yuri. Y en el 43, le sacó con el pecho un remate a Iñaki Williams en área pequeña. El mayor de los Williams ya la había tenido minutos antes mandando un voleón por encima de la portería del polaco.

Tras el descanso, el partido volvió a su génesis. El Athletic estaba, pero no de cuerpo presente, y el Barça entendió que cuanto antes metiera el segundo, dejaba la semifinal cuesta abajo. Y así fue. En el 49, Raphinha volvió a tener el 2-0, pero no era la noche del brasileño de cara a portería. Sí la de Lamine, que en la única que tuvo, la mandó a guardar, para júbilo del público saudí, entregado a Yamal.

En el 52, un pase al espacio de Gavi dejó al extremo solo ante Unai. Yuri leyó tarde la idea del '8' del Barça y habilitó a Lamine, que definió con el interior a la izquierda de Unai.

Con todo perdido, Valverde tiró de Nico, y también de Vesga y De Marcos; y Flick le dio media hora de descanso a Yamal. Cambios que volvieron a darle alas al Athletic, pero eran llegadas de más ruido que nueces, y cuando no fue así, ahí estaba el VAR, anulando dos goles.

Uno a De Marcos, en el 82, por fuera de juego. Otro a Iñaki, en el 86, también por posición antirreglamentaria. El balón lo recibió de Frenkie de Jong, pero ese erróneo pase tocó en el pie de Nico después del fallo del neerlandés. Ahí ya se acabaron las pocas opciones del Athletic. El Barça le concede una final a Olmo.