El baúl de los deportes
Fidel Castro secuestró a Fangio y el piloto argentino acabó agradeciéndolo
La rocambolesca odisea cubana vivida por el pentacampeón mundial de Fórmula 1 en febrero de 1958
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![Juan Manuel Fangio](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/deportes/2023/02/23/fangio2-RoXNIu2Q4paguGImR580pWI-1200x840@abc.jpg)
¿Síndrome de Estocolmo, superstición o mero desparpajo vital? El 23 de febrero de 1958, Juan Manuel Fangio Déramo (Balcarce, Argentina, 24 de junio de 1911 - Buenos Aires, 17 de julio de 1995) fue secuestrado a punta de pistola en Cuba. Liberado pocas ... horas después, el argentino agradeció aquel cautiverio e incluso trabó amistad con alguno de sus captores y volvió a visitar la isla años más tarde.
Fangio, apodado 'El Chueco' por su forma de andar con las piernas arqueadas, siempre fue un tipo muy especial bajo la apariencia de un hombre de lo más sencillo. No le hacía falta la estética deslumbrante que suelen exhibir las grandes estrellas del deporte. Era el número uno sin discusión, un mito reconocido y querido en todos los países. El mejor imán para llamar la atención del mundo entero y poner en el mapa a un grupo de rebeldes comunistas que luchaban para derrocar a Fulgencio Batista, dictador golpista del país caribeño.
Con la intención de promocionar la imagen y el turismo, especialmente en Estados Unidos, el Gobierno de Batista se había inventado en 1957 el Gran Premio de Cuba, una prueba automovilística única que, pese a no formar parte de ningún campeonato ni calendario oficial, contaba con los mejores pilotos del momento. Estos exprimían sus veloces bólidos vuelta tras vuelta por el Malecón de La Habana, un trazado tan bello como inapropiado por su escasa seguridad para corredores y público.
![Fangio, a la izquierda, días antes del secuestro](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/deportes/2023/02/23/fangio-U05208413471uVt-624x350@abc.jpg)
Fangio, tras ganar la primera edición, acudió de nuevo en 1958 con sus cinco títulos mundiales de Fórmula 1 (1951, 1954, 1955, 1956 y 1957) bajo el brazo. Era el gran favorito, la máxima atracción y una figura universal. Por eso fue el objetivo de la organización 'Movimiento 26 de Julio' que lideraba Fidel Castro y por eso su secuestro fue noticia principal en los medios de comunicación de todo el mundo.
La magnitud y derivadas del suceso lo situó en una doble página de la sección 'Internacional' de ABC. Y Blanco y Negro, suplemento dominical del diario, publicó días después un amplio reportaje (diez páginas) con un descriptivo título: «El secuestro más sensacional de los últimos tiempos». El corresponsal de ABC, J.E. Casariego, relata en él todo lo sucedido en La Habana a finales de febrero de 1958: «La presencia de Fangio (46 años) en cualquier competición automovilística da a ésta suprema categoría; el nombre del cinco veces campeón del mundo arrastra a las multitudes y garantiza el éxito de la prueba, que era precisamente lo ocurrido en La Habana desde que se anunció la participación de Fangio en el Gran Premio, escoltado por los nombres de los virtuosos del volante Jean Behra, Mastern Gregory, Stirling Moss, Carr Shelby, el español Francisco Godia, el cubano García Cifuentes, etc».
«Sin embargo, la organización de la carrera, que no puntuaba en la clasificación mundial, había despertado en la prensa cubana diversos ecos, y el tema se había debatido apasionadamente –prosigue el reportaje-. Los periódicos de la oposición atacaron al Gobierno por organizar carreras y grandes espectáculos internacionales para dar la impresión al mundo de que en Cuba hay absoluta normalidad, sin importarle el dolor del pueblo, enfrascado en una sangrienta guerra fratricida. De otra parte, y ya en el terreno puramente deportivo, la prensa protestó de lo inadecuado del circuito… con ausencia de vueltas peraltadas y la existencia de curvas muy cerradas».
Tres hombres armados
A continuación, el corresponsal de ABC se centra, con todo lujo de detalles, en el secuestro: «A las ocho, hora de la cena en la República de Cuba y en todo el continente americano, había una gran animación en el hotel Lincoln. Numerosos curiosos se hallaban en el vestíbulo para ver de cerca a Fangio, Stirling Moss, Carr Shelby y el campeón de boxeo norteamericano Joe Brown, hospedados en el referido hotel. Juan Manuel Fangio hacía aproximadamente una hora que había regresado de los entrenamientos celebrados en el Malecón, y había subido a su habitación con objeto de darse un baño. Acababa de bajar y estaba charlando sobre los resultados de la prueba con sus amigos y compatriotas… cuando un hombre joven, alto, de barba rasurada, pequeño bigote, que vestía una chaqueta de cuero y pantalón claro, surgió en el pasillo central del hotel, empuñando una pistola de calibre 45».
«El desconocido, avanzando hacia el grupo, dijo con voz firme y amenazante: '¡Que nadie se mueva!' Como es de suponer, el estupor se apoderó del grupo. Todos quedaron paralizados y atónitos ante el insólito hecho. Aprovechando esta situación, el hombre de la pistola preguntó: '¿Quién es Fangio?' 'Yo soy', exclamó el corredor argentino. 'Tiene que acompañarme. Tenemos que secuestrarle, pero nada le pasará'. Mientras la escena se desarrollaba otros dos jóvenes, armados igualmente con pistolas, se habían situado frente a la entrada del hotel. '¡Vamos!', dijo Fangio sin dar la menor muestra de nerviosismo. Sus compañeros seguían pasmados. El desconocido de la chaqueta de cuero tomaba por un brazo al campeón y se retiraba, caminando de espaldas a la puerta. Los dos hombres armados se habían situado a ambos lados de ésta, y no perdían un solo movimiento de los allí presentes. De Tomaso intentó apoderarse de un pisapapeles, y el asaltante exclamó: 'No se mueva nadie porque los baleo a todos'. Y dirigiéndose a Fangio, añadió: 'Por favor, no me obligue a disparar y camine conmigo'».
Así lo contó el propio Fangio: «Me aseguraron que no sufriría daño alguno. Que, si se producía un encuentro con la policía, debía tirarme al suelo del auto, y rezar si era creyente... pero que ellos no me harían nada. Que no tenía nada que temer. No me vendaron los ojos en ningún momento. A los pocos minutos llegamos a una casa. Allí nos esperaban otros miembros del '26 de Julio'. Todos estuvieron muy amables conmigo, y me preguntaron cómo me sentía. Y yo me preguntaba cómo ellos podían estar tan tranquilos. Me daba cuenta de que se estaban jugando la vida. Pero no por eso dejaban de bromear ni mantenerse sonrientes. Me dieron la impresión de estar bien organizados. Cada cual sabía lo que tenía que hacer. En ningún momento hubo discusiones ni alteraciones entre ellos. Parecían estar siguiendo un horario bien estudiado y planeado. Más tarde me dijeron que todo aquello lo habían intentado el año pasado (1957), pero que no habían podido llevarlo a cabo».
El reportaje de Blanco y Negro analiza el objetivo último de esta acción: «El rapto de Fangio tuvo un carácter exclusivamente político. Los enemigos del Gobierno del general Batista pretendían restar afluencia de público a la carrera con la eliminación de Fangio, crear un clima de inquietud y desorden y manifestar su protesta por el espectáculo en los momentos difíciles por los que atraviesa Cuba. ¿Consiguieron los rebeldes sus propósitos? En parte sí y en parte no. En el terreno de la publicidad el éxito fue redondo. El mundo entero, casi al mismo tiempo que era comidilla en las calles de La Habana, se enteraba del suceso a través de los grandes titulares de los periódicos y de los noticiarios radiados... En el afán de restar público a la competición, el resultado era nulo, pues la carrera se celebraba y 250.000 personas atestaban el circuito, demostrando con ello la inutilidad de la arriesgada maniobra».
Accidente muy grave
En un dramático giro de guión, la tragedia ausente en el secuestro sobrevino en el Malecón. El Gobierno, sin saber ni cómo ni dónde se encontraba Fangio, decidió seguir adelante con la carrera. Pero tras la salida, en la sexta vuelta, el Ferrari del cubano García Cifuentes se salió de la pista e impactó contra el público. Murieron siete espectadores y otros 42 resultaron heridos. La mayoría de los pilotos se negaron a reanudar la prueba y esta fue oficialmente suspendida.
Cuando supo del grave accidente, Fangio, todavía secuestrado, les dijo a sus captores: «Señores, me han hecho un favor, no puedo menos que agradecerles». Al parecer, 'El Chueco' tenía un mal presentimiento respeto a la prueba cubana, y esa percepción se acrecentó cuando se conoció la tragedia sucedida en el Gran Premio. Su biógrafo, Alfredo Serra, desveló tiempo después que el Maserati 450 que Fangio debía pilotar aquel año en La Habana tenía un defecto en la suspensión que podría haber sido letal para el pentacampeón mundial.
El cautiverio no duró mucho. Apenas un día. 26 horas concretamente. Según se lee en Blanco y Negro, el piloto «fue trasladado tres veces de domicilio y en todo momento fue atendido con cortesía y deferencia. Se le ofreció una cama confortable, pudo bañarse y afeitarse y comió cuanto le pidió su apetito… A las 11 de la noche del 24 de febrero la Embajada argentina en La Habana recibió una llamada telefónica. Una voz pedía hablar con el embajador, almirante don Raúl Lynch, al cual dijo que se trasladara solo a una casa del Vedado, barrio residencial de La Habana, y que allí encontraría al campeón mundial. Así fue. Allí estaba Fangio sano y salvo».
Lynch era tío segundo de Ernesto Ché Guevara, popular guerrillero que luchó al lado de Fidel Castro, y esa circunstancia era una garantía para los secuestradores, que temían que Batista ordenase asesinar a Fangio para culpar de su muerte al 'Movimiento 26 de Julio'. El desenlace fue mucho mejor de lo esperado para los revolucionarios, sobre todo por las reiteradas manifestaciones posteriores de agradecimiento que realizó el campeón argentino.
![Placa en recuerdo del secuestro](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/deportes/2023/02/23/PlacaHotelLincoln-U54241121117xbV-624x550@abc.jpg)
«¿Por qué no voy a volver a Cuba?, ¿por esta alternativa? Esto son cosas que pasan en la vida, una anécdota más que contar», dijo Fangio recién liberado. Y en sucesivas entrevista fue aún más lejos: «Mis amigos los secuestradores me trataron muy bien. Nunca me vendaron los ojos. Cien veces me pidieron disculpas. Me parecieron macanudos. Les dije a los rebeldes que si me habían secuestrado por una buena causa, yo estaba de acuerdo».
En efecto, 'El Chueco' volvió a Cuba en 1981. Y Fidel Castro, que presidía el país desde que derrocó a Batista en 1959, le recibió con honores y volvió a disculparse por el episodio de un secuestro que con el paso de los años se ha demostrado trascendental en la batalla que los guerrilleros libraban contra el Gobierno. Así lo atestigua la placa de bronce que luce en la puerta del Hotel Lincoln con el siguiente recordatorio: «En la noche del 23-2-58, en este mismo lugar, fue secuestrado por un comando del Movimiento 26 de Julio, dirigido por Oscar Lucero, el cinco veces campeón de automovilismo Juan Manuel Fangio. Ello significó un duro golpe propagandístico contra la tiranía batistiana y un importante estímulo para las fuerzas revolucionarias».
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