fórmula 1
Alonso, quinto, le gana dos puestos a la inteligencia artificial de Aston Martin
gran premio de arabia saudí
Segunda victoria de Verstappen en dos carreras y ninguna opción para el asturiano después de su gran rendimiento en la pole
Resultados carrera
Arabia y su limpieza de imagen con el deporte
![Fernando Alonso, en pelea con los McLaren](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/deportes/2024/03/09/alo0-REJukb3hR8pQqAjmak6FIqN-1200x840@diario_abc.jpg)
Se acerca la reportera de Dazn al protagonista y, veinte minutos antes de la salida en el peligroso circuito de Yeda en Arabia Saudí, Fernando Alonso anticipa su resultado. «El simulador dice que acabaré séptimo», avisa. «A ver si se puede cambiar algo», añade. Como el asturiano es un depredador profesional, algo consigue modificar después de 50 vueltas. Acaba quinto, dos puestos mejor que el pronóstico la inteligencia artificial. Detalles de una carrera sin historia en lo mollar: Verstappen arrancó primero desde la pole y selló su segundo triunfo en el segundo doblete de Red Bull, Checo Pérez a su vera. Menuda temporada espera si no lo evita ninguna mente brillante en la ingeniería del resto de fábricas.
El circuito de Arabia Saudí promete algún tipo de emoción porque está diseñado por un malabarista. Larguísimas rectas y peliagudas chicanes en un trazado que no admite un error. Cada fallo se paga con el muro de hormigón y el abandono.
Pero no hay emoción ni rastro de competencia, como sucedió en la primera carrera en Baréin, porque Verstappen es un robot mucho más eficaz que la inteligencia artificial. Casi siempre sale bien, no desliza ni una vez, no se pone nervioso, va como un tren en los raíles, sin fallo, los mecánicos de Red Bull nunca se equivocan, no hay quiebros de estrategia...
Solo el escándalo de la denuncia de la empleada que ha desempolvado una guerra civil entre las fuerzas vivas de Red Bull puede aportar alguna alteración o desasosiego. Lanzarse los trastos a la cabeza entre papá Verstappen, Horner, Marko y el piloto estrella parece más nocivo que cualquier adversario o fabricante.
Sin apenas imágenes de Verstappen durante la carrera, tal y como es costumbre porque resulta aburrido la conducción en solitario, la noche en Arabia se centra en detalles de segundo rango.
La espléndida respuesta de un chico de 18 años, Oliver Bearman, con un Ferrari en sus manos frente a los mayores tiburones de su deporte. El chico acaba séptimo, haciendo lo que debe, sin asustarse, sin dejarse vencer por la responsabilidad.
El rendimiento de Checo Pérez, muy superior a la vacilante caminata del curso pasado, cuando cada sábado de clasificación era un padecimiento para el mexicano. Dos carreras, dos segundos puestos. Está donde le corresponde, a la espera del tropiezo de la bestia.
En otra liga
La solidez genética de Alonso, una roca sin grietas que pisa el acelerador y ejerce de estratega a 300 por hora. «¿Hay opción del plan B?», pregunta por la radio. «Porque ellos están en otra liga», sentencia. No debe ser fácil trabajar como ingeniero de pista del español, porque a conocimientos y perspicacia poca gente le supera en la F1.
Alonso avanza desde la séptima posición en la que navegaba como predijo el simulador, mientras su compañero Lance Stroll toca el muro, rompe la suspensión y se estrella. Un coche de seguridad que no altera nada, pese a que Norris y Hamilton se quedan en pista sin cambiar ruedas buscando la sorpresa.
La ausencia de incertidumbre, una carrera sin accidentes, sin toques, ni fibra de carbono por la pista aboca inevitablemente a la suave melodía del himno de los Países Bajos ('Wihelmus' se llama), ya tan metabolizado por los aficionados de la F1. Los mismos que se temen un año en decadencia de sobresaltos porque no hay quien le muerda un tobillo al inefable Verstappen.
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