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Baloncesto

Ja Morant reincide: vuelve a presumir de pistola en un vídeo de Instagram

La estrella de los Grizzlies es apartada del equipo y la NBA ya ha abierto una investigación

El Tenerife muere en la orilla

Morant, durante un partido con los Grizzlies Reuters
Pablo Lodeiro Fernández

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Hay personas que no aprenden o, simplemente, no quieren cambiar. La estrella de los Memphis Grizzlies de la NBA Ja Morant, como ya hiciera a principios del pasado marzo, volvió a posar con una pistola en un directo de Instagram mientras iba en un coche con unos amigos, con 'gangsta rap' a todo trapo y con la misma alegría y escasa consciencia de sus actos que mostró hace poco más de dos meses.

Inmediatamente y como adelantó el periodista estadounidense Shams Charania, la franquicia de Tennessee ha suspendido al base de toda actividad que implique vestir o representar sus colores. Es cierto que los Grizzlies fueron eliminados hace dos semanas de los playoffs ante Los Angeles Lakers, donde Morant estuvo fantástico pese a la derrota (24,6 puntos de media contra los californianos), pero su reincidencia pone en jaque su futuro en el equipo pese a que es uno de los jugadores más mediáticos y seguidos de la competición (el pasado verano firmó una renovación de 231 millones de dólares).

Además, la propia NBA también tomará cartas en el asunto y ya ha anunciado que abrirá una investigación para esclarecer el incidente: «Estamos al tanto del vídeo en redes sociales que involucra a Ja Morant. Estamos en el proceso de recaudar más información», explicó el portavoz de la patronal Mike Bass.

Del cielo al infierno. La caída en desgracia de Morant en los últimos meses ha sido un torrente imparable, de chico prodigio, estrella incuestionable, a nuevo chico malo de la NBA, un perfil que la liga se ha esforzado en eliminar desde finales de los 90, donde las bandas callejeras, las armas de fuego y los incidentes delictivos de sus estrellas era un elemento más de la mejor liga de baloncesto del mundo.

Y ha sido el base de los Grizzlies el encargado de revivir esta pesadilla. El dos de marzo, antes de un partido ante los Nuggets, el jugador acudió a un bar de estriptis junto con unos amigos. Allí, más allá de mostrar la típica exuberancia económica de la que ostentan los deportistas profesionales (se dejó 50.000 dólares en propinas para las bailarinas y se pegó un auténtico atracón con un menú que incluía alitas de pollo), se paseó por el local con una pistola mientras se grababa con su teléfono móvil, en directo y para los casi de diez millones de usuarios que le siguen en redes sociales.

Indulto

 

Pese a la fama que tiene la NBA en condenar con contundencia este tipo de actos, el dinero manda y no quiso poner en riesgo uno de sus productos más reconocibles y rentables. Morant fue sancionado con ocho partidos, alejado de las cámaras, bunkerizado, para reaparecer un par de semanas después como si nada hubiese ocurrido, con su espectacular baloncesto como bandera y sacando a relucir su cara de padrazo (su hija Kaari de tres años le acompañó en su vuelta a las canchas en multitud de ruedas de prensa).

Una estrategia muy acertada pero que tras el nuevo incidente del base se ha venido abajo como un castillo de naipes. Los Grizzlies y la NBA tienen todo un verano para decidir qué hacer con Ja Morant, porque esta liga está llena de tumbas de grandes estrellas que, por las malas compañías y fama descontrolada, pasaron de ser héroes a polvo en el viento.

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