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baloncesto

Estados Unidos, la venganza como motor de la mayor dinastía de los Juegos Olímpicos

El equipo norteamericano, tras un nuevo ridículo en el Mundial del pasado verano, llevará a París 2024 un equipo sin precedentes para conquistar su quinto oro olímpico consecutivo

A 100 días de los Juegos: 277 deportistas ya clasificados, pero mucho por decidir 

LeBron James, presente en Pekín 2008 y Londres 2012, estará en París con los 40 años ya cumplidos ABC
Pablo Lodeiro

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El pasado 29 de agosto, Noah Lyles, fenómeno estadounidense del atletismo, dio en el clavo. Tras vencer en el Mundial de Hungría en los 100 metros lisos, en los 200 y en los 400 por relevos, el deportista atacó de improviso a la NBA. «¿Sabes lo que más me duele? Tengo que ver las Finales de la NBA y el que gana se proclama campeón del mundo. ¿Campeones del mundo de qué? ¿De Estados Unidos? No me malinterpretes. Amo a Estados Unidos, a veces, pero eso no es el mundo. Nosotros somos el mundo. Tenemos aquí a casi todos los países luchando, prosperando, ondeando sus banderas para demostrar que están representados. No hay banderas en la NBA», aseguró.

Sus palabras, por supuesto, le convirtieron en el objetivo de una gran cantidad de críticas emitidas por estrellas de la liga de baloncesto como Kevin Durant, Devin Booker, Tyler Herro o Aaron Gordon. Pero Lyles, entendemos, se refería al desequilibrio que existe entre el baloncesto de Estados Unidos y el resto de sus disciplinas deportivas, acostumbrados los astros como Katie Ledecky (natación), Simone Byles (gimnasia artística) o el propio plusmarquista a acudir verano tras verano a representar a su país, mientras que los reyes de la canasta lo hacen cuando les apetece.

De hecho, solo unos días después de las palabras de Lyles, la selección estadounidense sumó un nuevo ridículo en el Mundial de Indonesia y Filipinas, eliminada en semifinales por Alemania, futura campeona, y aumentando su sequía en el torneo internacional, sin conquistas desde 2006. Pero claro, entre el tropiezo, las críticas de su compatriota, y con los Juegos Olímpicos de París a la vuelta de la esquina, la narrativa se escribió sola. Y hoy, miércoles, el guion se hizo público. Estados Unidos llevará una vez más un equipo sin precedentes a la cita gala para conquistar su quinto oro olímpico.

La federación estadounidense, con un soberano vídeo y con la frase «Qué pasaría si nuestros mejores jugadores de baloncesto estuvieran agrupados en un solo equipo?», anunció su temible candidatura. LeBron James, Stephen Curry, Devin Booker, Anthony Davis, Jason Tatum y, sobre todo, Joel Embiid, pívot espectacular que decidió no ir con Francia para unirse a los norteamericanos, son los nombres más reconocibles de la lista. Una constelación que, como es habitual, se nutre de la venganza para hacer su victoria más espectacular.

Todo comenzó en los primeros años del siglo XXI. Tras las majestuosas actuaciones del 'Dream Team' (Equipo de ensueño) en la década de los 90, Estados Unidos sumó tres grandes torneos sin llegar a la final: los Mundiales de 2002 y 2006 y, el más doloroso, los juegos de Atenas de 2004. Era habitual que el combinado se nutriese de jóvenes promesas y jugadores universitarios pero, con el baloncesto convertido en un deporte global, un fenómeno de masas, su calidad era insuficiente. Y, con el trono perdido, para los Juegos de 2008 en Pekín se conjuraron las grandes estrellas de la NBA para formar el 'Redemption Team', el equipo redentor.

Con Kobe Bryant, LeBron James, Carmelo Anthony y Dwane Wade a la cabeza, los norteamericanos arrasaron en China y solo mostraron alguna fisura en la apoteósica final contra España, rematada con un marcador de 117-108. Conquista tremebunda, desentrañada por el documental de Netflix 'The Redemption Team', repetida en Londres 2012, Río 2016 y Tokio 2020, y que construyó una nueva hoja de ruta. Acudir a las citas mundialistas sin las grandes estrellas, con pocas esperanzas de conquistar el título, y automotivarse y arrasar en los Juegos. Y París, por supuesto, no será una excepción.

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