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Fútbol

Di María, el astro que no pudo volver a su país por el acoso de los narcos

El extremo, a sus 36 años y que se enfrenta hoy al Atlético, amplió su contrato con el Benfica debido a que las bandas criminales frustraron su regreso al fútbol argentino

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Di María, en un entrenamiento del Benfica antes de enfrentarse al Atlético AFP
Pablo Lodeiro

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Se hace muy difícil hablar del Atlético de Madrid en clave deportiva, de sobra conocidos los incidentes vividos en el derbi del pasado domingo contra el Real Madrid, pero el fútbol es una rueda imparable y a los rojiblancos les toca abstraerse antes de enfrentarse hoy (21.00 horas, Movistar Plus) al Benfica en la segunda jornada de la Champions League. Vuelven los pupilos de Simeone al Estadio Da Luz, templo maldito en el imaginario colchonero, pues allí fueron arrasados en la prórroga de la final de 2014 por los blancos. Aquella noche, las portadas fueron para Ramos, Bale, Marcelo y Cristiano, autores de la goleada, pero hubo un claro consenso en que Ángel Di María (Rosario, 36 años) había sido el mejor del duelo, por lo que se le concedió el premio que le reconocía como tal. Hoy, el extremo, que renovó su contrato con el Benfica el pasado verano, volverá a ser la gran amenaza para el Atlético con sus infinitas cabalgadas.

El Atlético y Di María comparten muchas similitudes. Ambos son de alma argentina, pues aunque el club rojiblanco tenga muchas nacionalidades, sus entrañas son albicelestes por el extendido poder de Simeone y porque el núcleo duro del equipo está formado por Rodrigo De Paul, Julián Álvarez, Nahuel Molina y Ángel Correa, todos del país sudamericano. Ambos beben mate antes de los partidos e incluso comparten una cultura futbolística similar, asociada al esfuerzo y a la pasión. De hecho, muchos atléticos soñaban con el fichaje de 'El Fideo' en 2010, cuando ya militaba en el Benfica, pero el infatigable galgo acabó en el eterno rival. Sin embargo, la gran similitud entre el club rojiblanco y el extremo es que ambos están condicionados por los violentos que utilizan el fútbol para generar caos.

Si el Atlético parece prisionero de sus radicales, esos que inundaron el césped del Metropolitano de mecheros e hicieron que el derbi se detuviese casi media hora, Di María sigue jugando en la élite por una situación similar. El pasado verano, el argentino tenía todo organizado para fichar por el Rosario Central, escudo bajo el que se había formado, antes de colgar las botas. Pero las amenazas y la violencia contra su persona y su familia por parte de varios grupos de delincuentes, que se negaban a su vuelta, hicieron que ampliase su estancia en el Benfica una campaña más.

El propio jugador explicó la situación tras proclamarse campeón de la Copa América con Argentina el pasado verano. Tanto sus padres como su hermana, que aún viven en Rosario, sufrieron amenazas. Incluso a su cuñado le enviaron un paquete con una cabeza de cerdo cortada que había recibido un balazo previamente. «Había una nota que decía que si yo volvía a Central, la próxima cabeza sería la de mi hija», aseguró Di María.

La principal razón de este asfixiante ambiente es que el jugador, ex de clubes como el Manchester United o el PSG, utilizó su relevancia mediática para denunciar el grave problema del narcotráfico con el que convive la ciudad. Un grito de auxilio que no gustó a los clanes de la droga, autores confesos de las amenazas y de freír a tiros un supermercado propiedad de unos familiares de Antonela Roccuzzo, mujer de Messi, rosarino, y que también cargó contra los narcos.

Por todo esto, Di María decidió ampliar su contrato con el Benfica, donde, tras superar una lesión, es titular indiscutible en la banda derecha, posición desde la que ha anotado un gol y ha dado una asistencia en los seis partidos que ha disputado. Los violentos truncaron su vuelta a casa, pero El Fideo siempre ha sido un futbolista superior, capaz de imponerse a todo aunque esté en la penúltima parada de su carrera. Y el Atlético no debería olvidarlo.

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