Taekwondo
Adriana Cerezo, el oro como propósito de vida
La taekwondista madrileña, revelación en Tokio, acudirá a París 2024 como gran referente femenina
![Adriana Cerezo](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/deportes/2023/12/25/1439427971-U501618580855v0H-RP8xW5LV604nNgetD9CQtaN-1200x840@abc.jpg)
Tiene tanta fe en sí misma que no duda en apostar por ella cuando le preguntan por el oro de París. El cartel de favorita no le pesa. «Vamos a echarle un poco de ego», vacila. Adriana Cerezo (Alcalá de Henares, 2003) fue, junto al ... escalador Alberto Ginés, una de las grandes revelaciones de los pasados Juegos de Tokio. Y, a pocos meses de la nueva cita olímpica, apunta de nuevo a ser una de las grandes heroínas de la delegación española, la referente femenina, ya con miles de focos alumbrando cada uno de sus movimientos.
Con solo 17 años, la taekwondista sorprendió al convertirse en la primera medallista española en los Juegos de la pandemia, plata en la categoría de -49 kilos. Con un desparpajo inusual fue pasando rondas hasta llegar al último combate, en el que tuvo contra las cuerdas casi hasta el final a la tailandesa Panipak Tha Wongpattanakit. Perdió por 11-10 después de una reacción a la desesperada de quien a por entonces era campeona mundial. Fue la única vez que se le notó la falta de experiencia en las grandes competiciones, suficiente para que la medalla le dejara un sabor agridulce que aún hoy le regresa a la mente de vez en cuando. «Va por temporadas. A veces pasa mucho tiempo que ni lo pienso y, de repente, me voy a dormir un día dándole vueltas a eso», cuenta en una animada charla con ABC. «Tampoco me gusta quedarme dándome latigazos, hay que cambiarlo ya».
La Adriana actual, pese a que apenas está entrando en la veintena, ya cuenta con un bagaje bastante superior. Conserva, eso sí, la misma sonrisa radiante con la que cautivó al personal en su salto al estrellato. Admite que la medalla de Tokio le cambió la vida y se siente afortunada de haber vivido aquella experiencia. «Es algo con lo que soñaba desde pequeñita, aunque creía que sería más adelante. Tuve la suerte de poder agarrar esa oportunidad y mi vida ha cambiado muy para bien. Sigo siendo la misma, porque al final somos deportistas de un deporte minoritario, pero con un poco más de exposición y sabiendo que se pueden cumplir sueños. Solo por eso a París voy con un poco de ventaja».
La pupila de Jesús Ramal termina un año bastante completo en cuanto a resultados (primera en el ranking, bronce mundial en mayo, oro en los Juegos Europeos en junio), lo que indica que su preparación para París va por buen camino: «Siempre trabajo con mucha ilusión, las cosas como son. Pero ahora veo que es el último año, con la clasificación cerrada, por lo que tengo muchas ganas de empezar. Veo que se acercan y que voy a tener la oportunidad de revivir un momento muy importante. Y es que además estoy segura de que lo voy a hacer».
Hay mariposas en el estómago, cierta ansiedad y una nebulosa en la cabeza que impide saber con certeza si los Juegos están ya aquí o aún demasiado lejos en el horizonte: «A veces lo veo tan lejos que quiero que lleguen ya. Pero también quiero disfrutar un poco todo este proceso que queda de entrenamientos, de concentraciones, de discusiones con mi entrenador… De que me llegue la ropa, de viajar con todo el equipo… Eso es una barbaridad».
La historia de Adriana con el taekwondo es de sobra conocida. Fue su abuelo, con quien veía en televisión las películas de Jackie Chan y Jean Claude Van Damme, el que le metió por primera vez en el gimnasio que había debajo de su casa. Solo tras unos meses, una vez que la niña consiguió su primer cinturón, los padres de la criatura fueron conscientes de esta alianza entre abuelo y nieta. La sonrisa de la pequeña los convenció de que había sido una decisión acertada. Porque Adriana es una amante del taekwondo, lo que la lleva a recrearse incluso con los ejercicios más exigentes. «Entrenar duro es lo que me gusta», afirma. «Disfruto mucho las concentraciones, que hacemos varias al cabo del año. Me encanta estar con el equipo tan brutal que tengo. Es una segunda familia con la que comparto todo y que me da todas las facilidades». Tanto es así que asegura que cuando sufre de verdad es en los momentos de desconexión con su deporte: «Al estar tanto tiempo fuera de casa echas de menos a la familia, a mi abuela. Pero luego vuelvo, los veo dos días y ya me he cansado. Me quiero ir», ríe. «Reconozco que a veces es bueno, pero a mí me obligan a desconectar con una colleja. Ahora en Navidad me voy de vacaciones forzadas. A mí no me gusta. Lo que quiero es entrenar, me lo paso bien, lo disfruto».
Unos Juegos distintos
De Tokio a París no solo cambiará esa experiencia acumulada. Los propios Juegos serán distintos, porque a Adriana le tocó debutar en los que seguramente hayan sido los más extraños de la historia. Con controles exhaustivos, sin público en las gradas, con su entrenador lejos por culpa de las restricciones… En cierto modo, los de 2024 le permitirían zambullirse de lleno en el espíritu olímpico. «A mí me gusta mucho el momento de entrar al tapiz, antes de que digan tu nombre, esa atmósfera… Es cuando peor se pasa, pero a la vez es lo que echas más de menos cuando no estás compitiendo. En Tokio no lo pudimos vivir como tal porque estaba vacío, así que me ilusiona mucho poder sentir esa sensación en los próximos Juegos».
Mientras se acerca el momento de luchar por el oro, Adriana se consuela mirando al fondo de pantalla de su teléfono móvil, en el que asoman desde hace meses la Torre Eiffel y la medalla de París. Ese oro es su propósito de vida, el resorte con el que se levanta cada mañana. «Si vosotros confiáis, yo confío», reitera cuando se le pregunta si hay que ir empezando a escribir la crónica de su título olímpico. Y reitera: «Si la alegría fue grande en Tokio, espero que en París sea un poco más, que se quedó muy cerquita. Es por lo que trabajamos, por lo que sueño y ahora mismo es mi motivación de cada día, así que vamos a por ello». Sabe, además, que no estará sola. El taekwondo español, tradicional caladero de medallas, vive otra época dulce. Al margen de la madrileña, habrá varios deportistas más que lleguen con opciones de podio. «Tenemos una ristra bastante larga de medallas olímpicas para España y espero que sea otra vez el deporte de los éxitos. Hasta ahora somos tres clasificados (además de ella, Adrián Vicente y Javier Pérez Polo). Tenemos a dos personas más que están ahora luchando por la plaza y que serían opciones de medalla. Creo que puede ser un muy buen año».
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