Venecia fracasa en su esfuerzo para frenar el exceso de turismo
La solución está en imponer «un sistema de reservas limitadas durante los meses de verano», dice un experto consultor de la Comisión Europea sobre flujos turísticos
Venecia hará pagar 5 euros a los visitantes de un día a partir de mañana para combatir el turismo masivo
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![Los turistas se acumulan ante los canales venecianos](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2024/08/17/Venecia2-Rj07lC0tEoNJBu7aUvac6IO-1200x840@diario_abc.jpg)
Venecia es el símbolo de la masificación turística, con desastrosas consecuencias para la sostenibilidad de la ciudad y la calidad de vida de sus habitantes, mientras las autoridades se ven incapaces de poner freno al excesivo turismo. De nada sirvió imponer una tasa de entrada de 5 euros ... , con ánimo de disuadir al turista que solo llega para unas horas. La ciudad de los canales nunca estuvo más llena de turistas y más vacía de residentes venecianos.
La que fue corazón de la Serenísima República de Venecia, gran potencia naval y comercial, vive hoy el dilema de una ciudad que muere de turismo y que gracias al turismo sobrevive. Atraídos por su arquitectura gótica, sus románticas góndolas y su rica historia, la visitan al año unos 30 millones de turistas, en su mayoría (el 80 por ciento) excursionistas para un solo día, lo que supone una media diaria de unas 82.000 personas. Un número «con un efecto devastador para el centro histórico», cuyo límite máximo debería estar en poco más de 18 millones al año, según el profesor de Economía del Turismo Jan Van Der Borg, de la Universidad Ca' Foscari de Venecia, consultor de la Comisión Europea sobre flujos turísticos,
La última medida aprobada por el Ayuntamiento para controlar la masificación turística ha sido limitar el tamaño de los grupos turísticos a un máximo de 25 personas, que deberán ser acompañadas por un guía que no podrá utilizar megáfono sino audioguía. La medida entró en vigor el primero de agosto, para reducir la congestión en las áreas más populares de la ciudad, como el Puente de Rialto y las calles adyacentes, donde los grupos a menudo bloquean el paso y dificultan la circulación de residentes y de otros turistas. «A veces tenía dificultades incluso para llegar al supermercado, ante un centenar de personas que me bloqueaba el camino», comentó a ABC Matteo Secchi, que dirige Venessia.com, un grupo de venecianos que lucha por mantener la identidad de la ciudad y preservar su patrimonio. Secchi, inicialmente, dio la bienvenida a la medida. Sin embargo, la iniciativa ha sido, en gran parte, ineficaz. Las áreas más populares de Venecia siguen estando abarrotadas, con grupos que a menudo se dividen en dos solo para reunirse de nuevo una vez que han pasado los puntos de control.
Mientras tanto, se hace balance sobre la introducción de la tarifa de 5 euros para acceder a la ciudad. Venecia fue la primera ciudad del mundo en poner en práctica esta iniciativa, muy criticada en general. Se aprobó después de años de debate sobre cómo frenar el turismo masivo. Fue también una respuesta ante las amenazas por parte de la Unesco de incluir a Venecia en su lista de sitios de patrimonio mundial en peligro. Se aplicó por primera vez el 25 de abril, por un total de 29 días. Según datos oficiales, la tarifa fue pagada por 485.000 personas y se recaudaron 2,4 millones de euros para el Ayuntamiento. Las autoridades venecianas creen que la medida les ha servido para recopilar datos sobre el turismo y ya insinúan que el impuesto podría duplicarse cuando se renueve en el 2025. Pero son muchos los residentes que se oponen a la medida por considerarla ineficaz y no servir para frenar el flujo turístico. El concejal Giovanni Andrea Martini, líder del grupo 'Toda la ciudad unida', en la oposición, afirma que el cobro de la tarifa ha sido «un fracaso sensacional. No ha tenido absolutamente ningún impacto».
Hartos de las hordas de turistas, sobre todo en la temporada alta, muchos venecianos huyen lamentando que su ciudad perdió la identidad. En una de sus estrechas calles «solo vive una familia veneciana, el resto de los pisos se alquila a los turistas», dice Matteo Secchi. De forma provocadora y para denunciar esa anomalía, Venessia.com colocó un cartel que indicaba «Calle desvenizada». El caso de Secchi, de 54, años, es emblemático: «En mi clase, en la escuela, éramos treinta niños nacidos en Venecia; ahora solo sigo yo, el resto se ha marchado», dijo, añadiendo con pesimismo: «Si el centro histórico sigue con el actual ritmo de huida de venecianos, matemáticamente en 30 o 40 años aquí no habrá casi nativos en la ciudad».
La despoblación parece imparable. Frente a los 175.000 habitantes de 1951, a fecha de hoy los residentes venecianos son 48.899. Así lo marca el contador electrónico de la farmacia Andrea Morelli, quien considera «descorazonador» ver cómo se acentúa la bajada del número de residentes, mientras la ciudad «perdió su identidad, con una masificación de turistas que ni siquiera suelen visitar los lugares de cultura». Por ejemplo, sólo alrededor de 360.000 van a la Galería de la Academia, uno de los principales museos de arte en Venecia.
La solución a la masificación turísticas está, según el profesor Der Borg, en imponer durante la temporada alta «un sistema de reserva limitado. Es el más democrático. Creo que en algunos lugares llegará inexorablemente». El economista veneciano explicó recientemente a La Repubblica por qué limitar las reservas en Venecia será inevitable: «Cualquier destino tiene un umbral máximo que se llama capacidad de carga, dado por la síntesis de los sistemas que ofrece a los habitantes, a los trabajadores y a los turistas: transporte, aparcamientos, restaurantes, monumentos, espacios públicos. Cuando la demanda crece demasiado y uno de estos sistemas entra en crisis, surgen conflictos entre locales y visitantes». En este sentido, Venecia es una ciudad emblemática. Con reservas limitadas durante los meses de verano, el profesor Der Borg considera que ese sistema «animaría a los turistas a cambiar los periodos más frecuentados por los de menor afluencia».
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